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Cuando la vigorexia toma el relevo de tu vida: “He sido un drogodependiente de mí mismo por querer tener mi cuerpo bajo control”

Imagen de archivo de una persona en el gimnasio

Leila El Moudni Guerrero

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La obsesión por un cuerpo perfecto no se aleja ni de los profesionales del deporte y de la salud. Álvaro Pinteño es fisioterapeuta clínico e imparte cursos online en Painlab. Les explica a sus alumnos cómo gestionar el dolor crónico y recuperar una “vida significativa”. Pinteño sabe lo que es padecer vigorexia, un trastorno psicológico que propicia la obsesión por la apariencia física y el aumento muscular.

“No recuerdo un momento exacto de decir padezco esto, pero sí que solía frecuentar el baño para quitarme la camiseta y tomar mis decisiones nutricionales en base a la percepción distorsionada que tenía sobre mi físico”, explica Pinteño. A ello, añade que lo tenía muy normalizado y que nunca se había percatado del problema.

Tal y como muestra un informe del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, cerca de 700.000 personas podrían tener este trastorno. Mariona Valls Estefanell, psicóloga especialista en trastornos de la conducta alimentaria, explica que la vigorexia no aparece como un trastorno clasificado en el DSM-IV, el libro de psiquiatría en el que aparecen los trastornos mentales y por el cual los profesionales de la salud se rigen. “Al final, los expertos que nos dedicamos a los TCA, en la práctica los incluimos en esta etiqueta porque suelen aproximarse a estos trastornos”, concreta.

La psicóloga asegura que, a nivel mental, la dismorfia muscular puede provocar “ansiedad, depresión y baja autoestima”, así como trastornos alimenticios y aislamiento social. “En el caso de la parte física, la persona puede llegar a experimentar lesiones, sobrecarga cardíaca, problemas de desarrollo óseo y hormonal, e incluso agotamiento físico crónico”, subraya.

Su rutina diaria era “agonizante”. Terminó sus estudios de fisioterapia en 2016 y tuvo el “privilegio” de trabajar en su profesión: “Llegaba muy justo para pagar los gastos. Tuve que pedirles dinero a mis padres, pero yo quería ser independiente y valerme por mí mismo. Ello me hizo alargar mi jornada laborar para conseguir tranquilidad financiera. Trabajar se convirtió en mi estilo de vida y solo hacía que aumentar mi narcisismo y vanidad porque me permitía rescatar a alguien que estaba sufriendo más que yo”.

Pinteño declara que su intención era arreglar los problemas de sus pacientes, pero no estaba dispuesto a pasar momentos de silencio incómodos al llegar a casa: “Ayudar a los demás es más fácil que ayudarse a sí mismo. La salvación que ofrecía a esta gente requería de un mayor compromiso y madurez de la que estaba dispuesto a asumir”.

La sobrecarga laboral junto a su obsesiva ambición se trasladó al terreno deportivo. “Dejé de divertirme y socializar a través de él para convertirme en mi propio empresario a través del fitness y la estética”, comenta y añade que su propósito era controlar todos los aspectos de su estilo de vida: “Medía todas las expresiones vitales posibles, como la frecuencia cardíaca, las horas de sueño, los pasos diarios, la ingesta y el gasto calórico… para lograr más y más. Era drogodependiente de mí mismo a través de la necesidad de sufrir”.

Un amigo suyo le hizo reflexionar: “Me preguntó por qué quitaba el rebozado del pescado frito de la feria. Yo le dije que me preocupaba por mi salud. Tenía una enorme viga que aplastaba mi ojo, pero yo prefería apartar la mirada de aquello y centrarme en cuestiones ajenas”.

El fisioterapeuta admite que es una persona a la que le cuesta pedir ayuda y, a la vez, recibirla: “Los pacientes me han salvado de algún que otro aprieto muchas veces. Me gusta investigar cuando hay cosas que no comprendo y experimentar por mí mismo. Por ello, pedí ayuda demasiado tarde”. Con ello, afirma que una paciente psicóloga contribuyó a mitigar su vigorexia y le tranquilizó cuando le aseguró que estaba predispuesto a cambiar y que las herramientas autodidactas le estaban dando un resultado positivo.

Mariona Valls destaca que la terapia cognitivo-conductual (TCC) es necesaria para superar y cambiar “patrones de pensamiento negativo y comportamientos relacionados con la imagen, la alimentación y el ejercicio”. Además, añade que existen otros métodos clínicos: “La psicoeducación, la terapia de aceptación y compromiso (ACT), así como la terapia centrada en la aceptación corporal pueden contribuir en el desarrollo de una relación más saludable con tu cuerpo, fomentando la aceptación de tu apariencia física sin perseguir modelos ideales”.

Álvaro también es autor de 'Cambia el chip' y 'J*der, cómo duele', dos libros que se centran en las bases de la fisioterapia y en la relación que tenemos con el dolor y los mitos acerca de ello. En su cuenta de Instagram con más de 51 mil seguidores, Pinteño se dedica a divulgar información rigurosa para desmitificar aquellas creencias populares que se perpetúan en las sociedades modernas.

“En Painlab he tenido este tipo de casos. Es muy frecuente que, igual que me ocurrió a mí, tanto los atletas profesionales como los deportistas amateur que ayudo en consulta sufran de ello y ni siquiera sean conscientes. Hay veces que preguntar cuál es tu relación con el ejercicio o por qué entrenas lo cambia todo y nos permite descubrir algunas cuestiones personales”, expone.

Pinteño brinda importancia a la predisposición de alguien cuando quiere hacer frente a la realidad: “No se puede dar la mano a alguien que no quiere y niega la verdad. Entre la persona que pide ayuda y aquella que tiende la mano siempre existirá una posición de desigualdad. Estamos continuamente en proceso de acercarnos a la verdad sin llegar a alcanzarla. Esto me permite ser prudente, no dar nada por sentado y saber que me puedo volver a equivocar”.

“En mi fase de cambio, tenía que dejar de sentirme culpable por no haber ido a entrenar. Estaba más preocupado por si podría ir al gimnasio en vacaciones que de disfrutar de ellas. He estado dispuesto a equivocarme para recuperar una relación sana conmigo mismo”, aclara. El fisioterapeuta tiene claro que la comida y el deporte simbolizan también una forma de “socializar con los demás y disfrutar de otras culturas”: “El fitness debe sumar a tu vida, pero no convertirse en ella”.

La proteína y creatina, dos suplementos “milagrosos”

Las redes sociales se han llenado de cientos de “expertos” que, en base a su vivencia en el gimnasio y a sus dietas autogestionadas, glorifican la proteína en polvo y la creatina, y en muchas ocasiones predican cuál es la dosis recomendada para lograr más fuerza y resistencia sin un estudio científico que avale sus versiones.

Para Álvaro, la ingesta de calorías, junto a la combinación rutinaria de proteína en polvo y creatina eran sus esenciales para llegar a moldear su físico como deseaba: “Creo que tomaba alrededor de 3.200 calorías al día, y los suplementos no podían faltar. Me empeñaba en consumir los requerimientos proteicos necesarios para alcanzar mi meta”.

En palabras de Miguel Artés, miembro de la Comisión de Nutrición Deportiva del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa), la evidencia científica defiende el uso de la proteína de suero y la creatina en “determinadas situaciones específicas de un atleta”.

“Pese a que cualquier sustancia o alimento tomado en exceso puede llegar a ser perjudicial, la demostración actual afirma que la ingesta de creatina, incluso en dosis elevadas a largo plazo (50 gramos al día durante 5 años), no supone ninguna alteración en la función renal de los pacientes. En el caso de la proteína en polvo, un exceso en su ingesta en pacientes sanos no supondría tampoco ninguna alteración metabólica. Por lo tanto, en pacientes sanos, tomar proteína y creatina en cantidades adecuadas y pautadas por un experto no implicaría ningún riesgo para la salud”, aclara Artés.

De igual forma coincide Teresa Hernáez, dietista-nutricionista, quien asegura que no existe una pauta de ingesta máxima que pueda derivar en efectos adversos, pero que habría que tener en cuenta las recomendaciones de la OMS y la EFSA en el consumo diario de proteína: 0,83 gramos por kilogramos de peso corporal en adultos.

Los dos expertos en dietética y nutrición abogan por seguir los consejos de los profesionales de la salud cuando se desea acceder a la suplementación, a pesar de la fácil adquisición en cualquier establecimiento regulado para este tipo de productos.

“En un momento en el que tomar suplementación está 'de moda' es fácil caer en el error de creer que todo el mundo la necesita. La propia alimentación debe ser más importante para cubrir las ingestas recomendadas de vitaminas y minerales diarios. Otra situación distinta es el uso de suplementación para optimizar el rendimiento deportivo, que deberá justificar un nutricionista”, subraya Miguel Artés.

Hernáez incide también en los inconvenientes a la hora de perseguir dietas estrictamente creadas para otras personas y que suelen ser un atractivo de imitación en masa: “A nivel fisiológico pueden no cubrir necesidades energéticas de un individuo, así como el déficit de determinados nutrientes. En el caso del aspecto mental podría producir problemas sobre la relación con la comida, incurriendo incluso en trastornos de la conducta alimentaria”.

Siguiendo en esta línea, el integrante del CODiNuCoVa considera que si la fijación por la ingesta de nutrientes diaria se “descontrola”, este hecho podría “conducir a un TCA como la ortorexia”, trastorno en el que la persona posee una obsesión patológica por comprobar la calidad y cantidad de los alimentos.

Los anabolizantes, en primer plano

La normalización del consumo de esteroides entre los más jóvenes es una realidad que se refleja en el imaginario colectivo de las interacciones digitales. Uno de los casos más virales fue el de Villano, un fisioculturista que falleció a finales de 2023 y que romantizaba el uso de esta droga prohibida en la Ley Orgánica 11/2021, de 28 de diciembre, de lucha contra el dopaje en el deporte.

En sus cuentas de Instagram y Tik Tok, solía recibir miles de cuestiones y dudas acerca de las dosis adecuadas (llamadas 'ciclos' entre el mundo del fitness) para cada tipo de edad y género, así como del objetivo individual a la hora de conseguir un tipo de cuerpo.

Según Mariona Valls, estos mensajes pueden “tener un impacto significativo en los usuarios, concretamente en aquellos que buscan resultados más rápidos”. Con ello, añade que es necesario recordar que consumir estas sustancias es ilegal: “Puede comportar consecuencias importantes para la salud como problemas cardiovasculares, hepáticos, hormonales, psicológicos, e incluso la muerte. A pesar de sus riesgos, la glamurización de su consumo puede persistir en ciertas comunidades dentro de las redes sociales”.

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