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El inicio de curso de Ximo Puig: apagando incendios forestales y políticos

El president Ximo Puig y la vicepresidenta Mónica Oltra en las Corts

Adolf Beltran

Valencia —

El incendio que se declaró el 5 de agosto en Llutxent y acabó carbonizando 3.200 hectáreas de monte en seis municipios (el mismo Llutxent, Gandia, Pinet, Ador, Barx y Quatretonda) es el motivo de la comparecencia extraordinaria este viernes del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ante la Diputación Permanente de las Corts Valencianes cuando está a punto de comenzar el último curso político de la legislatura.

El asunto que Puig abordará es forestal, con su derivada de indemnizaciones por los 3.000 vecinos evacuados y los daños en decenas de viviendas o chalets durante la lucha contra el fuego. Pero los rescoldos que deja este verano son también políticos. En ese segundo caso, con el propio jefe del Consell y dirigente socialista como origen de un incendio que aventó la vicepresidenta, Mónica Oltra, de Compromís, tras interrumpir Puig sus vacaciones para negociar personalmente el cambio de voto de la Generalitat a favor de la propuesta del Gobierno en el Consejo de Política Fiscal y Financiera.

En el ámbito forestal, una vez se ha disipado el humo, y más allá de la mesa de concertación con participación de agentes políticos y sociales de las comarcas afectadas que el secretario autonómico de Medio Ambiente, Fran Quesada, ha anunciado para la primera quincena de septiembre, se perfila el conflicto para unificar todos los efectivos en un solo cuerpo de bomberos forestales. Al mismo tiempo, en el seno del Pacto del Botánico, tras sofocar las llamas la propia vicepresidenta, las sacudidas del final del mandato que alimenta la proximidad de las elecciones retan a Puig y Oltra a no romper la baraja en el tramo más delicado.

La creación de un cuerpo único de bomberos forestales de la Generalitat es una medida prevista desde la constitución de la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias, ha reiterado su director, José María Ángel, que ha advertido de que se trata de “un proceso complejo”. Subrogarse a los brigadistas forestales de la empresa pública Tragsa es parte de esa complejidad. Entre otras cosas, porque implica equiparaciones salariales por el cambio de funciones que los sindicatos esgrimen para convocar una huelga a partir del 7 de septiembre.

La duda de si el nuevo cuerpo unificado de bomberos forestales será una realidad esta legislatura o quedará pendiente para la próxima sirve de ejemplo sobre el momento fronterizo en que se encuentran muchas de las políticas del cambio impulsadas por el Gobierno del Pacto del Botánico. Un gobierno que tuvo que invertir tiempo, como le gusta decir al conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, en “estabilizar al enfermo” heredado de más de 20 años de hegemonía del PP para poder abordar reformas estructurales de más calado que, en buena medida, llegan a la agenda cuando se acaba la legislatura.

Convocada para dar cuenta de las actuaciones de extinción en el incendio de Llutxent y de las acciones de prevención desarrolladas a lo largo del año, así como de las gestiones ante el Gobierno central para obtener ayudas de emergencia a los damnificados, la comparecencia de Puig en la Diputación Permamente se produce en un clima que, más que al final de una época, apunta a la continuidad pese a ciertas incógnitas.

Si la vicepresidenta Oltra se ha mostrado esta misma semana muy segura en una entrevista en À Punt al descartar la posibilidad de un adelanto electoral (“no podemos decepcionar a la gente”) con el que especulaban en el Palau de la Generalitat desde hace unas semanas, el presidente Puig tendrá la oportunidad, el 11 de septiembre, en el debate de política general que abre el curso parlamentario, de definir el escenario de los próximos meses, haciendo balance y enrocándose en lo que se ha hecho para capitalizarlo en las urnas o proyectando las políticas compartidas del cambio hacia la próxima legislatura.

Todo apunta a esa segunda opción, en un contexto en el que la poca efectividad del PP y Ciudadanos para socavar el apoyo social a la mayoría de izquierdas hace que en el equipo del “Titánic”, como lo llama la popular Isabel Bonig para denigrarlo cada vez que puede, sintomáticamente, no cunde el pánico y nadie quiere abandonar barco.

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