¿Cuáles son los turrones que engordan más?

Foto: Pixabay

Jordi Bernal

Uno de los alimentos estrella de las fiestas de Navidad son sin duda los turrones. La industria española del turrón espera cerrar el año 2019 con un incremento del 4% en sus ventas, según las estimaciones realizadas por la Asociación Española del Dulce, Produlce, y recogidas por la agencia de noticias Europa Press. El 60 % de las ventas de turrones se concentran en este mes de diciembre, muy especialmente en los días previos a Nochebuena.

La patronal achaca el incremento de las ventas de este año al buen ritmo de la campaña de Navidad, la buena acogida que están teniendo los productos más innovadores entre los consumidores y a un buen momento de las exportaciones, pese a las incertidumbres comerciales en algunos mercados importantes para el sector, como son Estados Unidos y el Reino Unido.

De hecho, según destaca el secretario general de Produlce, Rubén Moreno, “una de cada cinco tabletas de turrón se vende fuera, con Estados Unidos como destinatario de referencia”. El año pasado, la facturación de turrones y mazapanes fue de 280 millones de euros, de los cuales casi 47 se vencieron fuera de nuestras fronteras, con Estados Unidos como receptor privilegiado. Hablamos, pues, de una producción que rondó las 30.000 toneladas, de las que 24.000 se consumieron en España. 

Un dulce marca España

No cabe duda de que el turrón es, por tanto, el dulce español con una mayor proyección internacional. Su éxito se lo debemos al pueblo árabe, muy aficionado al consumo de dulces durante las celebraciones religiosas. De ahí pasó a tierras europeas, que incorporaron el turrón en las fiestas cristianas. Tanto es así que actualmente los turrones representan el 74% del consumo de dulces navideños, según los datos de Produlce.

Entre las tipologías de turrón, el turrón blando, que mezcla almendras tostadas y molidas, miel y azúcar, se mantiene como el más demandado, sobre todo el de Jijona, con Indicación Geográfica Protegida (IGP). También el turrón duro, mezcla de almendras tostadas, miel, azúcar y clara de huevo, figura entre los más consumidos, destacando el de Alicante, que está regulado por la misma IGP que el de Jijona.

Luego se encuentran turrones diversos que gozan de gran aceptación en las mesas navideñas: el turrón de chocolate, con diversidad de ingredientes, como almendras, arroz crujiente o guindas; el turrón de yema, que cambia parte de la almendra por yema de huevo, nata, coco u otros ingredientes; o turrones de composición y sabor variado, como el de yogurt o arroz con leche, que van integrándose a la apetitosa oferta.

Azúcar y grasas, la base del turrón

Tal y como informa la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los productos con Denominación de Origen Protegida (DOP) o Indicación Geográfica Protegida (IGP) como el Turrón de Alicante o el de Jijona están muy vigilados, puesto que la receta exacta y sus características vienen fijadas por sus consejos reguladores.

Asimismo, la legislación también restringe los ingredientes empleados en la elaboración del turrón duro y blando. Pero no existen unas especificaciones tan concretas para los turrones diversos. O sea para los de chocolate, de yema y demás. Los tres principales ingredientes de los turrones (almendra, miel y azúcar) tienen un elevado valor nutritivo, pero también es indudable su alto componente calórico. 

Es cierto que estudios científicos, como el realizado por D. Hyson, B. Schneeman y P. Davis y publicado en la revista European Journal of Clinical Nutrition, señalan que consumir almendras, como las que contiene el turrón, puede reducir el colesterol LDL o “colesterol malo” en la sangre. Sin embargo, tampoco parece que la mejor solución sea la ingesta de turrones con el fin de combatir problemas de colesterol, habida cuenta de los riesgos ecológicos que puede conllevar una exportación de turrones descontrolada.

Los clásicos, los más “gordos”

El turrón blando y duro se llevan la palma calórica, seguidos por los de yema y chocolate. Es cierto que el mercado ofrece alternativas como los turrones “sin azúcar añadido”, pero, a pesar de que podría creerse que son mucho menos calóricos o que tienen un contenido más bajo en grasas, la verdad es que después de que la OCU analizara la composición nutricional de un turrón sin azúcar en comparación a un turrón tradicional, la conclusión es que los primeros tienen una media de 4,5% más de grasa.

Además, pese a existir una rebaja en la proporción de azúcar, que puede ser de hasta un 91%, se estima que la media de reducción de calorías es tan solo de un 11%. Así pues, todo turrón es un torpedo calórico dirigido a nuestra línea de flotación (nunca mejor dicho), ya que ninguno de ellos está libre de azúcar.

De hecho, la denominación “sin azúcar añadido” no es sinónimo de ausencia de azúcar, sino que implica que un turrón de unos 200 g puede contener hasta 1 g de azúcar libre añadido, aparte de los azúcares presentes en los frutos secos. Por no hablar de la carga de grasa adicional que suele añadirse a este tipo de turrones para potenciar su sabor.

En definitiva, y siguiendo con los cálculos de la OCU, un turrón tradicional tiene unos 490 kcal por cada 100 gramos (alrededor de 1.000 calorías la tableta), mientras que un turrón “sin azúcar” tiene unas 436 kcal. La diferencia, pues, es mínima. Otra cosa es que, inmersos en las celebraciones invernales y tomándonos un día de indulgencia festiva, hagamos una excepción en nuestra dieta y nos permitamos una porción del más tradicional y célebre dulce navideño. 

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