Humidificadores domésticos: cuándo es recomendable su uso y cuándo no

Humidificador

Inés Aguerri Alonso

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Con la subida de temperaturas derivada de la crisis climática y el verano a la vuelta de la esquina, aumenta el uso de los aires acondicionados y también los problemas de sequedad ambiental derivados de estos. ¿Cómo contrarrestarlos?

Los humidificadores pueden ser grandes aliados. Estos son unos dispositivos cuya principal función es emitir vapor de agua para aumentar los niveles de humedad en el aire. 

Lo ideal es que el nivel de humedad de una habitación sea de entre el 30 y el 50%. Así lo afirma la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Debemos tener en cuenta que también durante el invierno y en casas con calefacción, esta humedad puede caer a un 10%, según la misma agencia.

Mantener la humedad en casa a niveles óptimos a través de los humidificadores puede por tanto resultar beneficioso, pero en el caso de pacientes con problemas respiratorios o con tratamientos de oxigenoterapia, conviene tener ciertas cuestiones en cuenta.

Los tres tipos principales de humidificadores

En primer lugar, qué tipos de humidificadores existen en el mercado y cómo funcionan:

  • Humidificadores ultrasónicos: a través del ultrasonido, hacen que el agua pase de líquido a vapor produciendo una especie de niebla. Suponen un bajo consumo de energía y son silenciosos, pero el depósito debe limpiarse a menudo.
  • Evaporadores: usan un ventilador para echar aire a través de un filtro humedecido, pasando aire caliente (el cual absorbe la humedad) sobre una almohadilla recubierta de agua. Son una opción asequible, pero pueden comportar algunos problemas como alergia y asma si dejan ir demasiada humedad en el aire. 
  • Vaporizador: calientan agua en un recipiente para convertirla en vapor, enfriándola antes de empujarla al aire. Al tratarse de agua hervida, la humedad está mucho más libre de patógenos e impurezas.

Humidificadores contra la sequedad de los aires acondicionados

Como mencionábamos, con el calor y el aumento de uso de los aparatos de aire acondicionado, puede ser interesante recurrir a uno de estos aparatos para aliviar la sequedad ambiental. Según explica a elDiario.es la doctora Astrid Alvarado, neumóloga de la Clínica San Miguel de Pamplona, al entrar en nuestras fosas nasales, el aire se va calentando en busca de una temperatura adecuada para nuestro cuerpo. El problema llega cuando el aire es tan frío que no da tiempo a que se caliente. 

Esto suele ocurrir con el mal uso de los aires acondicionados, el cual “puede favorecer la irritación e inflamación de vías aéreas superiores, faringe o laringe hasta nivel bronquial o infección de las vías respiratorias tanto altas como bajas”, explica la neumóloga.

Además, al quitarle humedad al aire, “generan sequedad de la mucosa nasal y la vía aérea superior, lo que puede generar sensación de dolor, irritación e inflamación”.

Por otra parte, los sistemas de aire acondicionado tienden a acumular polvo, gérmenes u otro tipo de sustancias orgánicas en los filtros, por lo que si no se realiza una correcta limpieza o mantenimiento pueden provocar problemas más graves.

Algunos de estos problemas son infecciones como “la bacteria Legionella pneumophila, que puede generar neumonía grave o la Aspergillus niger y fumigatus, que puede generar rinitis, asma bronquial, neumonías o neumonitis por hipersensibilidad”, dice la doctora Alvarado.

¿Cómo nos beneficia o perjudica el uso de humidificadores?

El principal beneficio de su uso es que, al crear el nivel óptimo de humedad, nos evita sufrir problemas por la baja o alta humedad del ambiente. Según Astrid Alvarado, “una humedad baja puede causar resequedad en la piel, irritar los conductos nasales y la garganta y producir picazón en los ojos”.

Por otro lado, una humedad alta puede afectar a nuestro hogar, causando condensación en superficies como paredes o pisos. Esta condensación “puede desencadenar el crecimiento de bacterias dañinas, ácaros del polvo y moho, alérgenos que pueden causar problemas respiratorios y desencadenar brotes de alergia y asma”, apunta.

Respecto a sus aspectos perjudiciales, la mayoría de las ocasiones en las que los humidificadores pueden resultar nocivos se debe a una mala limpieza y conservación de los mismos, ya que “un riesgo que presentan es que los reservorios utilizados pueden convertirse en un caldo de cultivo y ser colonizados por bacterias”, señala la doctora.

¿Para qué personas es recomendado su uso y para cuáles no?

En el caso de personas con problemas respiratorios, la primera recomendación de la doctora es consultar siempre con un profesional de la salud. “Las evidencias disponibles y las guías clínicas aconsejan la utilización de humidificadores en el domicilio únicamente en pacientes con vía aérea artificial (traqueotomías) o que se encuentren en programas específicos de oxigenoterapia domiciliaria”, explica Alvarado.

Por otra parte, apunta que “también se recomiendan humidificadores adaptados a las terapias de ventilación mecánicas no invasivas como la CPAP o BIPAP, cuando aparecen síntomas de resequedad en las mucosas”.

Sin embargo, cuando el paciente ha sufrido una enfermedad pulmonar previa como “asma bronquial, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), bronquiectasias (dilataciones anormales de los bronquios) o pacientes alérgicos”, no se recomienda su uso ya que puede ser contraproducente y precipitar una crisis respiratoria.

Esto se debe a que esta alta humedad puede condicionar un mayor crecimiento de hongos, “lo que incrementaría la inflamación bronquial y podría promover la colonización/infección de los bronquios”, asegura la doctora Alvarado. Los hongos son además fuente de alimentación de ácaros, algo que podría exacerbar la sintomatología en pacientes alérgicos. 

¿Cuál es el tipo humidificador más recomendable?

“Si hay que recomendar un humidificador no asociado a oxigenoterapia, recomendaría el ultrasónico de vapor frío, ya que es más silencioso y rápido que el de vapor, obliga a usar agua destilada para que no disperse las posibles bacterias que se encuentren en el agua y exige una limpieza y mantenimiento más frecuentes”, apunta la neumóloga.

Ahí está la clave del buen uso de los humidificadores: el agua destilada y la limpieza con frecuencia, utilizarlo en habitaciones con las puertas abiertas y no utilizar aceites esenciales, aunque sus aromas puedan resultarnos atractivos. 

Esto se debe a que estos aceites “favorecen una mayor acumulación de microorganismos en el mismo y algunos aromas como el eucalipto o la menta pueden resultar irritantes para el sistema respiratorio y causar exacerbaciones si se sufre una enfermedad respiratoria”, concluye Alvarado.

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