Gafas bifocales o progresivas, ¿en qué casos conviene usar una u otra?

Diferencias entre gafas bifocales o progresivas.

Marta Chavarrías

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Las opciones a la hora de elegir gafas para corregir cualquier tipo de problema visual y que se ajusten a nuestros gustos y estilos de vida son numerosas. Por tanto, encontrar las gafas perfectas para las distintas necesidades puede suponer todo un reto, como cuando nos encontramos en la tesitura de tener que elegir gafas con distintos puntos de enfoque. Nos referimos a las progresivas o bifocales. ¿Cuál es mejor y qué tipo de gafa se adapta mejor a nuestras necesidades?

¿Qué es la presbicia o vista cansada?

Bifocales y progresivas son lentes distintas en términos de diseño y de uso por cómo nos permiten enfocar la vista. Pero para comprender mejor la diferencia entre ambas, primero debemos entender qué ocurre en nuestros ojos a medida que envejecemos.

Cuando hablamos de visión debemos fijar una frontera en la década de los 40 años. A partir de esta edad puede que nos cueste más enfocar los objetos cercanos. Esto se debe a la presbicia o vista cansada y no debe alarmarnos.

Se trata de una pérdida de agudeza visual que se produce por el endurecimiento de la lente dentro del ojo a consecuencia del envejecimiento normal del cristalino, la parte del ojo que se encarga de enfocar la luz sobre la retina y que, mientras somos jóvenes, cambia de manera rápida y sin dificultad, en función de si tiene que enfocar objetos de lejos o de cerca.

Pero a cierta edad, con el paso del tiempo, el cristalino pierde flexibilidad y tiende a dilatarse, haciendo que nos cueste leer de cerca y enfocar objetos que están a poca distancia, algo que suele solucionarse si alejamos un poco el papel de la cara. Si no lo corregimos, este esfuerzo por ver con nitidez puede derivar en dolor de cabeza o fatiga y cansancio visual.

Para las personas que no han llevado nunca gafas basta con usar unas monofocales, las que tienen una graduación positiva para enfocar solo de cerca (leer, hacer manualidad, coser, estar frente al ordenador, etc).

Pero, si a esta vista cansada se le suma otra alteración, como miopía, hipermetropía o astigmatismo, y la persona ya llevaba gafas, las opciones para corregirla son las bifocales o las progresivas.

Lentes bifocales, dos tipos de graduaciones distintas

Estas gafas llevan una graduación distinta en la zona inferior del cristal que podemos apreciar, si nos fijamos bien, con la presencia de una línea horizontal visible cerca de la parte inferior de la lente. En la parte superior está la graduación para ver de lejos y, en la parte inferior, que se aprecia en forma de media luna, la que corrige la visión de cerca. Esto quiere decir que la zona superior es de ayuda para corregir la miopía y la parte inferior para la hipermetropía o la presbicia.

Las bifocales, por tanto, solo corrigen la visión de lejos y de cerca, no la intermedia, y el cristal no es homogéneo. Pasamos de la graduación de lejos a cerca de forma brusca, sin ninguna progresión, lo que provoca desajustes extremos en el enfoque del ojo según si miramos por una zona u otra del cristal.

Funcionan de manera similar a nuestro ojo: cuando enfocamos algo que está cerca acostumbramos a mirar hacia abajo y, cuando enfocamos algún objeto que está lejos, levantamos la mirada hasta ponernos de frente.

Por esta particularidad son unas gafas poco recomendables para usar, por ejemplo, para tareas de oficina, como estar frente al ordenador, ya que nos obliga a mantener la cabeza en una postura poco natural para poder ver con nitidez la pantalla.

El uso de bifocales, además, lleva consigo un tiempo de adaptación ya que debemos aprender a mover los ojos entre la parte de la luna, que es la que nos ayuda a ver de cerca, y la parte superior (la que nos ayuda a ver de lejos). Para algunas personas, este salto de imagen es algo molesto.

Como punto positivo, las gafas bifocales suelen ser más económicas que las progresivas. Este tipo de gafas han sido, hasta la aparición de las progresivas, la opción más usada para corregir el problema de la presbicia y han sido hasta hace pocos años la principal solución a la presbicia.

Lentes progresivas: una visión cercana, media y larga completa

Una lente progresiva nos permite ver a cualquier distancia –cerca, lejos o zona intermedia– sin necesidad de cambiar de gafas, solo con un simple movimiento de ojos. El punto fuerte de este tipo de gafas está en que el paso de una distancia a otra se da de forma casi imperceptible a nuestro ojo.

Las principales ventajas de las gafas progresivas, según el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO) es que solo necesitamos una única gafa para todas las distancias; no hay 'saltos' de imagen, la visión es más natural y la transición es suave y dinámica. También son más estéticas que las bifocales al ser lisas, son perfectas si necesitamos cambiar de distancia de mirada con frecuencia y tras un tiempo de adaptación, su uso es muy satisfactorio.

Las gafas progresivas son una buena opción para las personas que trabajan frente al ordenador al proporcionarles la visión intermedia.

Después de las bifocales, las gafas progresivas han supuesto un gran paso en la corrección de la vista cansada gracias a la posibilidad de combinar distintas graduaciones en un solo cristal. Además de las ventajas comentadas, también hay que tener en cuenta la cuestión estética: en las gafas bifocales las distintas graduaciones no se detectan a simple vista.

Se trata, por tanto, de una buena solución para personas con presbicia a partir de los 40-45 años, aunque debemos tener en cuenta que no es un autofoco automático y, por tanto, tiene ciertos inconvenientes, como el hecho de que requieren un tiempo de adaptación mayor para conseguir mirar por la zona adecuada, lo que nos obliga en ocasiones a acostumbrarnos a seguir la mirada con la cabeza y no solo con los ojos.

Sin una línea visible que lo guíe, el ojo tiene que entrenarse para mirar por la parte correcta de la lente para la tarea concreta que está realizando. Como ejemplifica la Academia Americana de Oftalmología (AAO), si subimos escaleras y miramos hacia abajo a través de la parte inferior de lente, tendremos una imagen de nuestros pies más grandes de lo que realmente son.

Durante el tiempo de adaptación a este tipo de gafas, que puede ir de los siete días a los dos meses, podemos notar distorsión periférica al mover los ojos de un lado a otro y es posible que nos sintamos desequilibrados.

La elección de unas gafas u otras dependerá de factores como las necesidades y preferencias individuales, así como de lo que nos recomiende el oftalmólogo.

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