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Nueve alimentos que no caducan (casi) nunca y no deberían faltar en tu cocina

Producto de alacena

Cristian Vázquez

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La caducidad de los alimentos es un tema que suele generar errores y confusiones. Sobre todo, por la persistente confusión entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente: hasta un 40% de los consumidores todavía no tienen del todo claro a qué se refiere cada una.

Así lo señala el estudio ‘Hábitos de aprovechamiento de la alimentación de los españoles’, elaborado por la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) y publicado en 2019.

Tal confusión es una de las causas del desperdicio de grandes cantidades de comida, pues conduce a la idea de que un producto ya no se puede consumir cuando en realidad sí es posible hacerlo. Cada año -según el mismo informe- los hogares españoles tiran a la basura unos 2,9 millones de toneladas de alimentos.

La fecha de caducidad indica el momento hasta el cual un alimento se puede consumir de forma segura. Es, por lo tanto, una limitación: después de ese lapso, es probable que el producto esté estropeado o rancio. Aparece sobre todo en productos frescos y perecederos, como carne picada o pescado.

La fecha de consumo preferente, en cambio, es una recomendación. Señala el momento hasta el cual el producto conservará sus condiciones óptimas. Después de ese plazo, perderá algunas de sus cualidades (sabor, aroma, textura, propiedades nutritivas, etc.) pero no será nocivo.

Importancia del aspecto, el aroma y el sabor

Por eso, antes de tirar algo debido a que se haya excedido su fecha de consumo preferente, lo aconsejable es comprobar su estado: si el envase está intacto y su aspecto, aroma y sabor no revelan que el producto se haya puesto malo, se puede consumir. 

Esa es la recomendación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la cual añade que esta fecha de consumo preferente se incluye en una amplia variedad de artículos, tanto refrigerados y congelados como desecados y enlatados.

Entre esos artículos que se pueden ingerir sin problemas después de superada su fecha de consumo preferente (siempre y cuando el envase no se haya abierto y su aspecto, sabor y olor evidencien que están en buen estado) se encuentran los yogures, el pan de molde, los frutos secos, la mermelada, la mantequilla y los embutidos y quesos curados.

Ahora bien, existen otros productos de perdurabilidad aún superior. Productos de los cuales se suele decir que “no caducan nunca”. Y aunque no sea exactamente así, es cierto que -si se guardan de manera adecuada- pueden durar varios años. A continuación, un listado con nueve de esos productos.

1. Arroz

El arroz constituye uno de los principales suministros de energía alimentaria a nivel mundial. Es el producto que más calorías proporciona a la población del planeta: el 18,9% del total, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Y ofrece esta gran ventaja: guardado en recipientes herméticos y en lugares frescos (si es posible, a menos de 5º C), el arroz blanco mantiene sus nutrientes y su sabor por hasta 30 años. No sucede lo mismo con el arroz integral, que incluye aceites naturales en su capa de salvado, lo cual reduce su consumo preferente a unos seis meses.

2. Sal

La sal es un producto mineral que se ha utilizado durante siglos para la conservación de alimentos, debido a su capacidad de eliminar la humedad y reducir, de esa manera, la posibilidad de que los microorganismos prosperen.

La clave pasa precisamente por evitar que la sal se humedezca. Si se conserva en recipientes secos y frescos, dura décadas. Pero cuidado si se trata de sal yodada: el yodo reduce su vida útil a unos cinco años. Hay que recordar, por cierto, la conveniencia de no excederse con el consumo de sal.

3. Azúcar

Con el azúcar sucede algo parecido a lo que ocurre con la sal: si se conserva en recipientes secos, frescos y a salvo de insectos, puede seguir utilizándose muchos años después. Y no solo el azúcar blanco, sino también el moreno, en terrones, en polvo, sin granular, etc.

También como la sal, su proporción en la dieta debe ser baja para ser saludable. Sobre todo, porque consumimos mucho azúcar "fantasma”, incluido en numerosos productos industriales en los cuales ni siquiera sospechamos su presencia.

4. Aceite de oliva

El aceite de oliva tiene unos plazos de consumo preferente que varían en función de su calidad: son mayores si se trata de aceite de oliva virgen, y más aún si es virgen extra.

Como se ha señalado, si se supera esa fecha no quiere decir que ya no se pueda consumir, sino que probablemente perderá algunas de sus cualidades: sabor, aroma, etc.

Por lo tanto, es posible que ya no sea conveniente su uso para aliñar ensaladas u otros platos, pero sí se podrá emplear para freír o elaborar guisos u otras cocciones. Desde luego, lo recomendable también es guardar el aceite en recipientes cerrados, frescos y protegidos de la luz del sol.

5. Legumbres

Las legumbres (lentejas, garbanzos, alubias, frijoles, etc.) pueden durar muchos años si se conservan secas. Es cierto que después de los 18 meses comienzan a perder sus cualidades organolépticas -las que se aprecian por medio de los sentidos- y requieren de un tiempo de cocción mayor, pero se pueden seguir consumiendo.

Al igual que para otros productos de esta lista, lo que resulta dañino para la conservación de las legumbres es la humedad, el calor y la presencia de insectos. Si se guardan en sitios frescos y de forma hermética, se pueden almacenar durante años.

6. Especias

También las especias comienzan a perder sus cualidades después de un tiempo, pero no caducan. En general, se considera que las especias enteras -como siempre, guardadas en recipientes herméticos y en lugares frescos y secos- permanecen en perfecto estado hasta por cuatro años, mientras que las molidas se mantienen hasta tres años y secas, entre uno y tres años.

7. Café

Las claves para guardar el café de manera tal que sus características se conserven el mayor tiempo posible son: guardar los granos y no el café ya molido, hacerlo en un recipiente hermético (de ser posible, al vacío) y en el frío, en el congelador o en la nevera (aunque existe la creencia de que este última no es conveniente).

8. Vinagre

El vinagre tiene una acidez tan elevada que impide el desarrollo de bacterias, hongos y otros microorganismos. En un recipiente cerrado, se puede guardar “indefinidamente”, según el Instituto del Vinagre, una entidad que reúne a productores con sede en Estados Unidos.

Esa acidez es lo que le permite a este producto no solo carecer de una fecha de caducidad, sino también tener otros variados usos hogareños: desde limpiar superficies delicadas y sacar brillo a los espejos hasta eliminar los piojos y esterilizar esponjas.

9. Miel

Se suele afirmar que la miel es el menos perecedero de los alimentos, y por eso aparece en esta lista. Pero se debe tener cuidado, porque en realidad sí puede caducar. Para estar del todo seguros de que la miel conserva sus propiedades nutritivas y organolépticas, la miel se debe consumir antes de los tres años de sus producción.

Superado ese lapso, y sobre todo si no se ha conservado en frío, es posible que la miel desarrolle una sustancia llamada hidroximetilfurfural, un compuesto potencialmente tóxico. Por eso, ante la duda sobre las condiciones en que se ha mantenido durante los años previos, será mejor evitar su consumo.

En cualquier caso, la forma correcta de conservar la miel se parece a las ya descriptas para otros productos: en recipientes cerrados, en ambientes secos y a bajas temperaturas. Si la miel se cristaliza, se le puede devolver su carácter fluido calentando el recipiente en otro mayor; es decir, al baño María.

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