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El lado caníbal de Animal Collective

Animal Collective

Jesús Rocamora

DISCO DE LA SEMANA

Slasher Flicks – 'Enter The Slasher House'

Mientras el resto del colectivo animal está a sus cosas (Panda Bear terminando nuevo álbum en solitario, Geologist ha sido padre, Deakin en mil proyectos), Avey Tare ha pasado los últimos meses siguiendo una dieta generosa a base de discos de jazz y películas de horror de los setenta. Y ha montado el proyecto Slasher Flicks para divertirse con kétchup y psicodelia junto a otros amigos, Angel Deradoorian (Dirty Projectors) y Jeremy Hyman (Ponytail, Boredoms). “Somos Slasher Flicks, una nueva banda slasher”, dicen con letras creepy en su web. El músico ya ha avisado de que su slasher es más bien una excusa, algo simpático tipo “viejas ilustraciones de esqueletos y fantasmas, nada superserio”. De ahí lo del kétchup.

El escenario. Según Avey Tare, Slasher Flicks se encuentran en una intersección entre tres hippies de viaje rural y una banda de asesinos caníbales. En la práctica, también es un intento por su parte de recuperar la energía de las primitivas jam sessions, de reivindicar como músico el directo y un tipo de composición más convencional: estas son canciones nacidas de la guitarra, que quieren huir del maquillaje en estudio y de ese sonido más enlatado y basado en las texturas típico de Animal Collective. “Estoy pasando de hacer ruido caótico a escribir algo que tenga más sentido para el público”, ha reconocido el músico.

La sangre. Enter The Slasher House también se encuentra en lo musical en una intersección lógica. No consigue alejarse del todo de la sombra de Animal Collective (A Sender y Duplex Trip: ya las has escuchado antes) y aquí y allí irrumpen los estallidos eufóricos marca de la casa. Digamos que se ha buscado aquí un desparrame old school, y no el magma digital que marca el sonido de AC: el torrente de energía es canalizado (hay estribillos, hay bajos y guitarras marcando el camino), más allá de levantar capas y capas de ritmo sobre nuevas capas de ritmo. Strange Colores, uno de los principales temas del disco, es el mejor ejemplo de Slasher Flicks como spin-off comestible de Animal Collective: si no te gustan AC por machacones, porque se parecen a esos niños hiperactivos incapaces de prestar atención a algo durante más de cinco minutos, o simplemente porque los encuentras demasiado experimentales, esta es una buena manera de acercarse a su lado más digerible.

Más sangre. Cuando el trío protagonista consigue por fin zafarse de los hombres-animales, cae en otras redes, nada raro teniendo en cuenta que atraviesan territorios habitados por otros locos: me refiero a The Flaming Lips, o donde el kétchup se vuelve sirope (Modern Days E, That It Won't Grow), y a esas turbo-jams propias de The Mars Volta (Blind Babe), pasteles volantes que rozan el prog (Your Card). También a unos Super Furry Animals con el vocoder estropeado en Animals Catchy (Was Contagious).

Hasta el corazón. Pero Slasher Flicks saben a qué debería sonar un grupo que haya escogido llamarse Slasher Flicks, y es entonces cuando la cosa funciona mejor, cuando nos traslada a un western vudú (The Outlaw) o nos lleva de paseo por una casa encantadas de juguete (Little Fang). Y es entonces cuando podemos tomarnos en serio una reunión de amigos de estas características.

El asesino tras la máscara. Enter The Slasher House tiene mucho de refrito horror-pop, y a pesar de la voluntad de sus miembros por salir vivos del encuentro, Deradoorian y Hyman caen víctimas del hambriento Avey Tare en la última viñeta, donde se los come vivos. Es difícil apreciar la aportación de ambos en esta carnicería en la que el animal lo ha dejado todo perdido de manchurrones de pintura y perdigones. ¿Divertido? A ratos.

El disco entero se puede escuchar en YouTube en un streaming visual (así lo han llamado ellos) para el que se han creado imágenes específicas. Imágenes de esqueletos, fantasmas y esas cosas.

VIDEOCLIP DE LA SEMANA

Xiu Xiu – 'A knife in the Sun'

Desde Santiago de Chile Diego Barrera dirige el nuevo videoclip de Xiu Xiu, que tiene por delante el honorable reto de superar en ruido mediático al anterior video del grupo, estrenado en febrero en una red social porno debido a su contenido explícito. Ambos temas salen de Angel Guts: Red Classroom, el noveno disco del proyecto de Jamie Stewart y una de las cosas más espinosas publicadas en lo que va de año.

El sonido de Xiu Xiu viene marcado de nacimiento (oscuro, sexual, mitad placer, mitad dolor), pero Barrera tiene una sensibilidad igualmente poderosa, estética y políticamente: en su Facebook cuelga con frecuencia trabajos que le inspiran, que van desde las vanguardias al homoerotismo, del folklore japonés al fetichismo, de Brancusi a Aleister Crowley, del manga al tarot, de Resnais, Cocteau, Pasolini y Paul Morrissey a Frida Kahlo, Kate Bush y Roxy Music.

La canción de Xiu Xiu (que solo dura 3 minutos: el resto del tiempo el videoclip permanece mudo, no es que falle la conexión de tu ordenador) sirve al artista para tratar sus temas habituales, fundamentalmente el feminismo, el género y los roles sociales, la figura del andrógino, el ritual, la naturaleza, lo simbólico. El cambio, en definitiva.

CANCIÓN DE LA SEMANA

Daniel Avery – 'Drone Logic'

Daniel Avery entregó el año pasado uno los discos más celebrados de 2013, Drone Logic, un debut en el que el DJ y productor miraba directamente a la electrónica de los años noventa para construir su propio material. El álbum nació con la vocación de ser un “viaje en alta fidelidad”, para lo cual Avery recuperó sus discos de The Chemical Brothers, Fout Tet y Underworld, “discos dinámicos, de lo que te llevan consigo. Ninguno de estos álbumes suena a 'música hecha con ordenador'. Eso era algo que quería evitar. Quería que el disco tuviera su propia vida, necesitaba ser algo que más un tío en su dormitorio con un laptop”.

Drone Logic, el single que se publica estos días en formato EP, cumple de sobra con su vocación de viaje (y como resumen de todo el disco), y hay en él ecos más que evidentes a los Underworld de Rez, los de la resaca de Trainspotting, y también techno vintage y tonteos con el acid y el trance y hasta un poco de ese ruido blanco que se intuye en la portada. El videoclip, dirigido por Joshua Lipworth y construido a base de loops que van sumando variaciones, le viene que ni al pelo a una música hipnótica que ya hay que considerarla tan retro-futurista como el remake de Desafío Total. El single se completa con remezclas de otros dos temas de Avery: Need Electric (Audion Remix) y Free Floating (Matt Walsh Remix).

CLÁSICO DE LA SEMANA

Slint – 'Spiderland'

Spiderland (1991) es un disco que avanza como una amenaza hacia el oyente y que sabe esperar hasta el momento adecuado. Tiene un veneno lento y mortal. Como reconoció Steve Albini, productor del disco, cuanto le tocó reseñarlo años después: la primera vez que escuchas la letra tan patética de Washer es embarazoso y puede que hasta sientas vergüenza ajena. La segunda no te fijas tanto en el contenido como en la forma, en esa “sofisticación y la sutil belleza del fraseo de la guitarra. La tercera vez la historia me puso al borde de las lágrimas”.

Slint tuvo una vida corta como banda (surgió a finales de los ochenta y se separó un año después de Spiderland, en 1992) pero se han reunido varias ocasiones después para tocar el disco íntegro en directo, ya convertido en clásico. Ahora se han decidido a reeditarlo con material extra, DVD, fotos y un texto de Will Oldham. La nueva versión remasterizada se puede escuchar aquí, incluidos demos y descartes.

Con Spiderland se puede entender todo el post-rock: es un disco que se basa en la ruptura, con la tradición del rock y con su estructura musical. Slint es un grupo con su propia forma de andar, y en Spiderland se muestran elásticos. Prefieren la repetición a la estructura estrofa-estribillo-estrofa (Don Aman), apuestan por la intensidad y por el ritmo matemático, ponen en primer plano los cambios de volumen y sus melodías no funcionan de forma inmediata (For Dinner), más bien se incuban en el oyente. Sus temas se desarrollan en largos fragmentos instrumentales, que se desperezan ante el oyente con una especie de lenta agilidad, y se experimenta con las texturas especialmente a través del ruido. Y no ofrece posible lucimiento a la hora de cantar. No canta porque no celebra, más bien recita, se lamenta. Te avisa. Es un rock sincero: no está por encima del bien y el mal y es mortal, como cualquiera de nosotros. Es también romántico y hasta gótico a su manera. Come On Die Young.

Rock intelectual (a lo Tortoise en Breadcrump Trail) o rock experimental (a lo Sonic Youth en Nosferatu Man), pero rock al fin y al cabo: ahí están los arrebatos eléctricos (Washer, Good Morning Captain) y hasta los arañazos propios del metal. Ahí están el nervio, la sensación de peligro, el drama en la representación. Es rock porque hay drama, también en los aullidos de un Brian McMahan desesperado, gritando al final del disco “I miss you!”.

Spiderland es lento y mortal pero sobre todo es un disco tristísimo. Es la imagen de alguien desangrándose en tiempo real, abierto por la mitad, es rock visceral. Pero rock vivo.

CONCIERTO DE LA SEMANA

Aries + Negro en El Perro (Madrid)

En realidad Aries no toca hasta dentro de dos semanas (24 de abril en Madrid, 25 en Oviedo y 28 en Barcelona), pero alrededor del nuevo disco se está levantando ya tal ruido e interés (puedes leer dos entrevistas suyas en dos medios tan diferentes como este y este), que igual es mejor darse prisa.

Aries es el proyecto musical en solitario de Isabel Fernández (voz de Charades) y Mermelada Dorada (La Castanya, 2014) es su segundo trabajo. Grabado en Vigo, es un álbum de “pop soleado y hipnótico, optimista, sixties y moderno a la vez, conciso y perfecto”, y es además un notable ejercicio de artesanía (“Son todo recortes, como un collage”, dice la autora) que no hace sino crecer con las escuchas, añadiendo capas. Se puede escuchar aquí.

Junto a Aries, estará en Madrid Negro, que en realidad es Fernando Junquera (Estrategia Lo Capto!, La Orquesta del Caballo Ganador). En su debut Formación Del Espíritu Nacional (La Castanya, 2013) “conviven folk, blues y ambient en una atmósfera onírica llena de referencias a los episodios más turbios de la época que nos ha tocado vivir”.

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