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El sexo de las estatuillas: ¿por qué solo los actores separan sus premios por género?

Emma Watson recoge el primer premio MTV "libre de género"

Mónica Zas Marcos

Imaginemos por un momento que mañana dividen el Premio Nobel por género. Obras, investigaciones y grandes avances científicos serían destacados por partida doble, unos capitaneados por hombres y otros por mujeres.

Así se garantizaría un tardío equilibrio en el galardón más prestigioso del planeta, que ha reconocido la labor de 47 mujeres frente a los 815 hombres premiados. ¿Sería la solución?

Los premios de la MTV Movie & TV Awards no lo creen así. De hecho, en la última gala han optado por eliminar las categorías de Mejor actriz y Mejor actor para aunarlas en una sola de Mejor interpretación. Emma Watson estrenó orgullosa el primer premio “libre de género” por su papel en La bella y la bestia y reconoció su bol de palomitas rojo como un triunfo para el feminismo.

“El primer premio a la interpretación en la historia que no separa nominados según sus sexos dice algo de cómo percibimos la experiencia humana”, dijo una de las caras más reconocidas en la lucha de la igualdad de género en Hollywood. “Pero para mí, indica que la actuación es sobre la habilidad de ponerte en los zapatos de otro. Y eso no es necesario separarlo en dos categorías diferentes. La empatía y la habilidad para usar tu imaginación no deberían tener límites”, continuó emocionada.

Watson suscribía las palabras de la columnista de The New York Times Kim Elsesser, que en 2010 afirmó que la separación “simplemente insulta a las mujeres, porque sugiere que ellas no saldrían victoriosas si la categoría fuese conjunta”. En su artículo Y el Oscar de género neutral es para..., la experta en igualdad establecía una hipérbole como ejemplo de lo nociva que puede ser esta duplicación para la lucha feminista. “Imaginemos que la Academia presentase premios distintos para actores blancos y negros. A todas luces serían tachados de intolerantes y desfasados”, escribió hace siete años.

Así ocurre en otras categorías cinematográficas como la dirección o el guión. Claro que en ellas, como en los Nobel, el premio Cervantes, los Priztker e incluso los Grammy, las mujeres son siempre el peso ligero en la balanza. El hecho de que la categoría neutra acepte a profesionales de ambos sexos no significa que tengan las mismas oportunidades. Pero también es cierto que separar los premios en Mejor actriz y Mejor actor solo maquilla una desigualdad enquistada en la industria del cine.

Nadie imaginaba que este debate fuese capaz de dividir así a la opinión pública. Los premios, en cuanto a escaparate del gremio para lucir su trabajo, ofertan su mejor mercancía en primera fila para facilitar el trabajo a los productores. O al menos la que les interesa vender. Por eso, perder un hueco seguro en el palmarés no es plato de buen gusto para los actores ni para las actrices.

“Es arriesgado porque nos enfrentamos a desaparecer, como desaparecemos de los guiones”, opina Berta Ojea, actriz y secretaria de Igualdad de la Unión de Actores. El sindicato comprende la relevancia que tienen los premios para los intérpretes, sobre todo para las actrices, que se encuentran en una trinchera continua para demostrar la valía de su trabajo.

“Las cuotas para que las mujeres estén más representadas son necesarias. Pero en seguida nos dicen que favorece a la mediocridad, y eso no es cierto”, dije Ojea. Para la portavoz, eso provoca que la sociedad reciba un espejo distorsionado de su vida cotidiana. Mientras que en la realidad hay tantas mujeres como hombres, en las ficciones ellas desaparecen casi siempre a la sombra de un héroe masculino.

“Apenas existen personajes de mujeres con una vida profesional, independencia o algo que decir en el libreto. Nos reducen a ser la enamorada del protagonista”, se lamenta la actriz.

Por esto último, la Unión de Actores no cree que la segregación de premios incida aún más en los estereotipos, en contra de uno de los argumentos esgrimidos a favor del género neutro. “Ayuda a perpetuar el estereotipo de que las diferencias entre hombres y mujeres son tan grandes que los dos sexos no pueden ser evaluados con igualdad en sus profesiones”, escribía Elsesser en su columna de The New York Times.

El otro motivo que señalan los antiseparatistas es el de la concepción binaria del género per se. Este año, con la preselección de Kelly Mantle en los Oscar en ambas categorías, Mejor actriz y Mejor actor, el debate alcanzó un nuevo grado de complejidad. También enlazó directamente con los próximos premios Emmy, donde la serie Billions suena muy fuerte y su protagonista, Asia Kate Dillon, no se siente identificada con ningún género. “¿Cómo no cuestionar esta concepción binaria en un mundo en plena revolución sobre la concepción del género?”, se preguntaron en Vanity Fair.

Berta Ojea responde que “siempre hay que escuchar las peticiones de todos los colectivos, pero las mujeres no somos un colectivo, somos más de la mitad de la población”. La actriz considera que comparar la lucha racial o LGTBI con la representación femenina es un error, porque “las mujeres (de cualquier raza u orientación sexual) somos la parte que falta para que los ciudadanos se sientan representados en el audiovisual”.

Antes que la MTV fue Aragón

No hace falta cruzar el Atlántico y meterse entre las bambalinas de la MTV para encontrar unos premios que usan el género neutro. La Academia de Cine de Aragón hizo lo mismo en su última edición de los premios Simón. La ganadora a Mejor interpretación fue la actriz Laura Contreras. “Intentamos minimizar el número de premios y pensamos que se entendía de una forma un poco sexista”, explica José Ángel Guimerá, vicepresidente de la Academia aragonesa.

“Si se plantea desde el punto de vista de la igualdad, estamos valorando la interpretación como tal”, explica en defensa de la decisión. Los premios Simón partían de un escenario paritario en el que la mitad de las nominadas eran mujeres. Pero esa no es la norma y, según creen los separatistas, tampoco animaría a los altos cargos del sector a cambiar la situación para las mujeres.

¿Qué pasa entonces con las directoras, las guionistas o las productoras? ¿No sería injusto para ellas? Por ejemplo, el 81% de las candidatas a mejor película de los Goya han sido dirigidas y escritas exclusivamente por hombres. Dividir el talento también en estas categorías supondría un trampolín para muchas cineastas y guionistas que están invisibilizadas en la industria. Pero el responsable de la Academia aragonesa lo considera “un disparate”.

“Las galas serían eternas si empezamos a separar todos los premios entre hombres y mujeres, tendrían que durar hasta dos días”, reflexiona Guimerá. Según él, habría que aplicar la discriminación positiva desde la raíz, no al final del proceso. “No me parecen tan importante los premios como los puestos de responsabilidad, es ahí donde se demuestra que vivimos en un mundo machista”, argumenta.

Una forma de analizar la industria radicalmente opuesta a la de Berta Ojea. Según ella, los premios y lo que aparece en la pantalla es “donde se asoma el trabajo”. La opción neutra que se plantea la secretaria de Igualdad es un premio especial que valorase ficciones “que no estén sesgadas por los patrones sociales”, como la discriminación por edad, la sexualización de las mujeres o la diferencia salarial entre actrices y actores. Entonces sí que aceptaría un premio a la interpretación “libre de género”.

Quizá, con el cebo de un jugoso galardón, las productoras se animasen a financiar películas comprometidas con la igualdad y faltas de estereotipos. Una quimera que se debe gestar desde la médula del sistema, como coinciden tanto en la Unión de actores como en la Academia aragonesa. Ahí es donde tienen el poder y el dinero para crear un campo de juego igualitario, en el que, con suerte, las discusiones sobre el género de los premios no tendrían cabida.

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