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El interminable litigio de Kevin Costner por 14 bisontes de bronce

Kevin Costner protagonizó la exitosa película 'Bailando con lobos' en 1990

Peio H. Riaño

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En 1990 Kevin Costner estrenó Bailando con lobos, dirigida, producida e interpretada por él mismo y escrita por su amigo Michael Blake. Con un presupuesto de 22 millones de dólares, recaudó 424,2 millones de dólares y fue reconocida con el Oscar a la Mejor Película. Cuatro años después, encargó a una artista local de la zona donde había rodado el filme una gran escultura que representara la caza del bisonte por el pueblo Lakota. El actor quería montar un resort de lujo llamado The Bunbar, en alusión al protagonista de la película, John Dunbar. La pieza icónica del centro para turistas ricos sería el monumental grupo escultórico de 17 figuras, con una manada de 14 bisontes y tres cazadores Lakota a caballo, realizada por Peggy Detmers en bronce. La parte más espectacular de la pieza son los tres animales cayendo por un acantilado en la persecución.

Costner y Detmers firmaron un contrato por el que ella recibiría 300.000 dólares y derechos de autor por las ventas de las reproducciones en la tienda del complejo turístico. El conjunto escultórico iría colocado en la propiedad de Costner, en Deadwood, en Dakota del Sur. Pero al pueblo Lakota lo del resort no le hizo gracia y el actor se vio en la obligación de alterar sus planes originales.

Actor y artista firmaron un nuevo contrato por el que ella recibió 60.000 dólares adicionales y en el que se aclaraba que si The Dunbar no se completaba antes de una década, el conjunto escultórico sería vendido y repartirían las ganancias o se colocaría “convenientemente en otro lugar”. Además, mientras Costner fuera dueño de la escultura tendría los derechos de autor. Pero de venderla, los derechos de autor volverían a Detmers. Esta es la batalla que la escultora reclama desde entonces.

Turismo y conciencia

En mayo de 2005, dado que el centro de lujo no podría realizarse, el actor optó por un parque temático para todos los públicos sobre la vida del bisonte en aquellas praderas, antes de que los colonos blancos acabaran con ellos a finales del siglo XIX. Detmers y Costner empezaron a buscar ubicaciones alternativas después de la firma del acuerdo. Y The Dunbar pasó a llamarse Ta'Tanka: Story of the Bison, con un centro de interpretación, un museo y una tienda de regalos. El nuevo título también hace referencia a una de las escenas más famosas de la película de Costner.

La inversión supuso seis millones de dólares. La escultura de Detmers, titulada Lakota Bison Jump, era el centro de atracción. La entrada de adultos cuesta 12 dólares y los niños, la mitad. La obra de bronce permaneció como imagen icónica y, según la web del centro, es la tercera más grande del mundo.

Sin embargo, en 2008 la escultora demandó al actor porque Ta'Tanka no cumplía con la parte de esa cláusula en la que se indicaba que sería “convenientemente expuesta”. Esta expresión y su interpretación dio lugar al litigio, en el que la artista reclamó a la justicia que obligara a Costner a vender el grupo escultórico y dividir las ganancias con ella además de entregarle los derechos de autor.

Visión en venta

La Corte Suprema de Dakota del Sur falló en 2012 a favor de Costner porque las esculturas permanecían en la misma propiedad. Además, la participación de la escultora en el desarrollo del sitio y la colocación de las piezas en el emplazamiento indicaban que la artista aprobaba el lugar. La sentencia explicaba que el hecho de que no dijera a Costner ni a nadie más que no estaba de acuerdo con la ubicación en Ta'Tanka, indicaba que estaba de acuerdo con la ubicación permanente de las esculturas. Incluso habló durante la inauguración del centro. Así quedó el asunto y la artista siguió recibiendo sus royalties derivados de la tienda de regalos.

Todo parecía resuelto, hasta que Costner anunció en 2021 que ponía a la venta Ta'Tanka. Pero el conjunto realizado por Detmers no estaba a la venta. Entonces, la artista volvió a demandarle porque Kevin Costner había prometido exponer “permanentemente” las esculturas en Ta'Tanka. Es por ello que reclamó a la justicia que si el actor vendía el parque temático también tendría que vender Lakota Bison Jump. Y esto acarrearía la venta y el reparto a medias de los beneficios.

Un juez del condado de Lawrence falló en contra de Detmers, porque Costner argumentó que todas las disputas contractuales habían sido resueltas por la Corte Suprema en 2012 y el juez estuvo de acuerdo. Los abogados de la artista apelaron a la Corte Suprema de Dakota del Sur, que preparó la segunda ronda de argumentos orales y en este caso sí se puso del lado de la escultora, en un fallo publicado la semana pasada.

El presidente de la Corte Suprema de Dakota del Sur, Steven Jensen, aclaró que la sentencia de 2012 no resolvió todas las disputas ni liberó a Costner de sus obligaciones contractuales. Los problemas surgidos entre la artista y el actor desde entonces son nuevos y exclusivos de la situación actual y merecen una audiencia. Además aclaró que la obligación de Costner de mantener las esculturas expuestas de manera permanente en Ta'Tanka o venderlas es válida. Esto lo había rechazado el juez local. Detmers alegaba que el mero anuncio de Costner era suficiente para forzar la venta de la escultura y reparto de beneficios. Pero el presidente de la Corte Suprema aclaró que esta obligación no se activará si no se vende la propiedad y se reubican las piezas.

La condición de mostrar las piezas “convenientemente” está vigente. Y su lugar, por contrato, es en las praderas donde crecieron Wild Bill Hickok y Calamity Jane. La reubicación de las esculturas activaría la cláusula de venta especificada en el párrafo tres del contrato, a menos que las partes acordaran otra ubicación de exposición. Esto es una máxima escultórica, las piezas son creadas para ocupar un sitio concreto y determinado antes de su creación. Aunque con el tiempo sean trasladadas de la calle a los museos. De hecho, este conjunto fue creado a una escala mucho mayor que la real para corregir la visión del espectador, como ya hacían los griegos con sus obras.

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