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La odisea de dos jóvenes sirios desvela los prejuicios “A las puertas de Europa”
La historia de millones de sirios que huyen de la guerra en su país a la búsqueda de una vida en paz, muchos de ellos en Europa, es la travesía que retrata Antonio Álvarez Gil, finalista del Premio Nadal de Novela 2017, vista con los ojos de dos jóvenes refugiados sirios, víctimas de los prejuicios.
“A las puertas de Europa” (Huso Editorial) refleja la dramática experiencia que viven jóvenes como los protagonistas de esta historia de amor, aunque el autor en entrevista con Efe asegura que no pretende en ningún momento “posicionarse”.
El galardonado escritor cubano, premiado entre otros, por “Perdido en Buenos Aires” (Vargas Llosa de Novela) y con “Nunca es tarde” (Internacional de Narrativa Generación del 27) tampoco pretende hacer una “crónica de la realidad”.
Su intención -puntualiza- es “crear, a partir de la ficción, una historia que, a pesar de no ser real, pudiera serlo”.
Recuerda cómo la novela surge de una sensibilización por el mundo que le rodea, y afirma que habría situaciones que “no deberían ocurrir” y este relato es un homenaje a su amistad con un grupo de emigrantes de diversas regiones de Oriente Medio a quienes conoció durante la época que vivió en Rusia.
“Aquellos muchachos eran iguales que nosotros y no notaba ninguna diferencia. Hoy les recuerdo, comparo con la situación actual y pienso, ¿qué ha pasado en esa región del mundo? Entonces pensé que yo debía escribir sobre este tema”, reflexiona.
La novela arranca en la localidad siria de Latakia arrasada en la primavera de 2014 en una ofensiva de los yihadistas, procedentes de Turquía, ataque en el que se ensañaron, sobre todo, con los creyentes cristianos y, especialmente, con los armenios.
“Conocí a muchos armenios cuando viví en Rusia, escuché de lo que ocurrió en Latakia y me pareció que se merecían que me centrara en ellos también. Por eso mi protagonista, Mourad, es armenio”.
Nacido en Melena del Sur (1947), Álvarez Gil ha vivido en Suecia, Rusia y ahora reside en España, periplo que insiste le hace sentirse más cerca de sus personajes al haberse encontrado él también “A las puertas de Europa”.
“Yo tampoco soy europeo y recorrí, aunque en circunstancias muy diferentes, ese camino de ver Europa desde lejos y, al igual que Mourad, tener que integrarme y sentir el continente como ese nuevo hogar donde poder cumplir mis sueños”, explica con un punto de nostalgia en sus ojos .
“Europa tiene un brillo que puede deslumbrar a los que miran desde otros países mucho menos desarrollados y cuando se llega a Europa como inmigrante puede salir mal o tener suerte. Como ocurre con mis personajes, a cada cuál le ocurre de manera diferente”, señala con tristeza.
Mourad y su amigo musulmán Hassán llega a Riva de Garda en el norte de Italia, donde el contraste entre ambos mundos es el escenario de la relación amorosa entre el armenio y una joven italiana.
Como no concibe ninguna historia sin amor, subraya que “el amor es la fuerza que envuelve el mundo. Yo amo el amor y creo que es la fuerza que hace que las personas sean capaces de cualquier proeza. Esta novela, sin una historia de amor, no hubiera sido lo mismo”.
Y “no trata de buscar soluciones” sino de reflejar el conflicto humano que está ocurriendo en el seno de la sociedad europea.
Los prejuicios y los problemas de integración de algunos de estos refugiados forman parte del drama que el autor ha tratado de afrontar con la búsqueda de una “objetividad” a través de sus lecturas en ruso, inglés, sueco y español.
“Por desgracia, Europa se suele nutrir de las mismas fuentes. No quiero decir que unos tengan razón y otros no, pero yo quise exponer las dos narrativas del conflicto. Me creé mi propia versión de lo que ocurrió en Latakia y la puse en boca de mis personajes”.
Sin embargo, el autor opina que “la verdad absoluta del conflicto sirio no la tiene nadie porque hay intereses geopolíticos que los simples mortales y lectores de prensa no podemos ni imaginar. Lo único que sé es que la víctima es el pueblo sirio”.
Remarca que “los refugiados sirios son víctimas dobles. Por un lado está el conflicto que les obliga a huir de sus hogares y por otro, la realidad que está muy lejos de lo que ellos buscan: salvarse y vivir”.
Por Paula G. Mora
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