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“Cuando uno se convierte en autor de 'bestsellers' suele haber mala fe intelectual de la crítica”

El escritor David Foenkinos durante su visita a Madrid para presentar su nueva novela.

Matías de Diego

David Foenkinos (1974, París) es un escritor camaleónico, capaz de transformarse y de sorprender a sus lectores con cada una de sus novelas. Él asegura que huye del encasillamiento y que, como novelista, lo que le gusta es saltar de tragicomedias románticas como La delicadeza a sátiras literarias como La biblioteca de los libros rechazados, pasando por Charlotte, una novela escrita en versos que reconstruye en cada frase la vida de la pintora judía Charlotte Solomon que fue asesinada en Auschwitz. Y eso es lo que ha hecho Foenkinos con su nueva novela: reinventarse una vez más.

Hacia la belleza (Alfaguara, 2019) es la historia de Antoine Duris y Camille Perrotin. Él es un prestigioso profesor de Bellas Artes, experto en la obra de Modigliani, que decide dejar su trabajo en la Universidad de Lyon para convertirse en vigilante de sala en el Museo d’Orsay; ella es una joven y prometedora estudiante de Arte que tiene que aprender a sobrevivir en la oscuridad más absoluta después de ser víctima de una atrocidad. Ambos guardan un secreto que transforma completamente la novela y la aleja de los elementos clásicos de la obra de Foenkinos: el humor y la tragedia. En su nueva novela, gana la tragedia.

“He escrito un libro muy oscuro y muy doloroso”, asegura el escritor francés en esta entrevista con eldiario.es. Pero, a pesar de su oscuridad, Hacia la belleza también es una historia que habla de esperanza. Foenkinos vuelve al tema de Charlotte -el arte como forma de salvación- y disecciona su propia relación con las artes: “Es una ficción, pero también es algo muy personal”.

En esta novela presenta a dos de los personajes más misteriosos de toda su obra. ¿Quién es Antoine Duris?

Antoine es un profesor de Bellas Artes que, de la noche a la mañana, decide dejarlo todo para ser vigilante en el Museo d'Orsay de París. Cuando le conocemos acaba de aterrizar en el museo para una entrevista de trabajo y enseguida descubrimos que ha vivido algo que le ha dejado completamente traumatizado. Antoine es un personaje que me interesaba mucho porque gran parte de la novela trata de recomponer su fragilidad para que el lector pueda ir comprendiendo por qué ha tomado la decisión de dejarlo todo. Antoine siente que la única forma que tiene de recomponerse es ir a ese lugar que, para él, representa la belleza: el Museo d'Orsay.

Mientras vamos recomponiendo el pasado de Antoine, nos cruzamos con Camille Perrotin.

Ella es el punto de unión entre Antoine y lo que le hace huir de su vida; es una joven estudiante de Artes que vive una situación traumática y muy dolorosa que marcará el resto de su vida. Lo que me interesaba del personaje de Camille era explorar la idea de la creación como tentativa de redención. En este sentido, tiene muchos puntos en común con otro de mis personajes, Charlotte. Ambas están construidas sobre el mismo: el arte y la pintura como forma de salvarse de una vida fracturada.

Salir adelante gracias a los sentimientos que despierta la belleza.

Exactamente eso. Y lo más curioso de todo es que nadie puede definir la belleza porque representa algo diferente para cada uno de nosotros. Para Antoine es admirar un Modigliani y para Camille, dibujar. Pueden ir al Museo d'Orsay igual que que tú podrías ir a una iglesia, a perderte en la naturaleza o a pasar el día con la familia. Lo que ambos buscan, en un momento complicado de sus vidas, es resguardarse en aquello que les emociona.

¿Hemos olvidado el valor de la belleza?

Tengo la impresión de que vivimos en la inmediatez del todo. Mientras estaba escribiendo, iba mucho al museo para observar a los guías, las obras y el ambiente de cada sala. Y lo que he visto es a mucha gente pasar por delante de los cuadros, pararse, hacer una foto y marcharse. No sabemos disfrutar del momento, parece que solo vivimos para contarlo todo en Instagram sin pararnos a observar de verdad lo que tenemos delante.

El mundo va mucho más rápido que antes, eso es extraordinario, pero también hace que las cosas sean mucho más complicadas. Nuestras vidas están inmersas en una inmensa paradoja: la tecnología nos ha unido como nunca y todos estamos conectados, pero las cosas se han convertido en poco más que una ilusión. Todo es efímero y nos falta profundidad.

¿Es por eso que prefiere centrarse en los sentimiento de sus personajes en vez de describir cómo son físicamente?

Es que eso no me interesa. De una novela me atraen los movimientos, la acción, los pensamientos y la psicología del personaje. No me gustaría tener que pararme a describir cómo es el pelo de Camille; prefiero que el lector participe en la creación de un personaje. No me interesa describirlos porque lo que me importa más es saber lo que siente Antoine, lo que siente Camille, lo que siente Charlotte y lo que sus sentimientos pueden despertar en mis lectores.

¿De dónde nace la idea de escribir esta novela? Y le pregunto esto porque he tenido la sensación de que, en la última parte del libro, estaba ficcionando su propia relación con la pintora Charlotte Solomon.

Eso que dices es muy bonito y es justamente eso. Hacia la belleza es el primer libro que recupera los temas del Charlotte. Aunque no cuento exactamente mi relación con ella, sí que sigue el mismo proceso: devolverle la vida a alguien a través de su obra, darle una forma de sobrevivir gracias al arte. Hacia la belleza es una novela de ficción pero sí que hay elementos que unen mi vida con esa parte del libro.

¿Cómo ha cambiado su vida desde que escribió ese libro?

He cambiado radicalmente. Charlotte es el libro más importante de toda mi carrera como novelista. Y no digo esto por el éxito que haya podido tener o por la repercusión que ha tenido en poner el foco en la obra de Solomon, lo digo por todo lo que viví escribiendo sobre su vida. La vida de Charlotte llegó a obsesionarme durante años y no creo que pueda volver a vivir lo mismo otra vez con otra de mis novelas.

Te aseguro que no cambiaría ni una sola línea de lo que escribí en ese libro porque ahí es donde soy completamente yo… Esto no quiere decir que no me ilusionen mis próximos proyectos, pero nunca superarán a Charlotte.

¿Cree que se ha ensombrecido su estilo desde que escribió esa novela?

No lo creo porque justo después escribí La biblioteca de los libros rechazados, que es una sátira literaria. Cuando me siento a escribir me gusta hacerlo sobre lo que siento y nunca me he dejado encasillar en un tipo de novela o en un género concreto. Después de un libro muy dramático escribí una comedia y después de esa comedia, he hecho una novela que es extremadamente dolorosa. Suelo mezclar ambas vertientes, humor y drama. Puede que a Hacia la belleza le falte eso. Es demasiado oscura.

¿No le gusta?

No, no es eso. Me encanta Hacia la belleza pero preferiría no haberla escrito.

¿Por qué?

He sufrido mucho con este libro. Ha sido el más doloroso de escribir porque estaba pasando un momento personal muy complicado. La novela habla de algo extremadamente duro y denso con una simpleza extrema y eso era lo que había dentro de mi cuando lo escribí. En esta etapa de mi vida siento que estoy duplicado: me encanta la luz, pero también amo la oscuridad. Siento una oposición constante, como si hubiese dos David Foenkinos.

Hacia la belleza es un libro muy personal. Cuando tenía 16 años tuvieron que operarme del corazón y fue entonces cuando descubrí la literatura, el arte y la pintura. En mi casa no había muchos libros, pero las artes me salvaron la vida. De eso trata la novela, de cómo el arte nos acompaña en los momentos decisivos en los que tenemos que reconstruir nuestras vidas.

¿Por eso la muerte es siempre un personaje más en sus novelas?

Es que es el tema de mi vida. Yo he estado muerto y he vuelto. Pasé meses en el hospital y por eso estoy obsesionado con las historias de resurrecciones y de vida. Charlotte Solomon escribió que había que morir una vez en la vida para amar de verdad, y me estoy dando cuenta de que eso es lo que me obsesiona de su obra y de su vida. Todos mis libros hablan de la ruptura y de la reconstrucción de una vida.

Conocer la muerte ha cambiado mi vida. Soy más feliz y más consciente de lo efímeras que son las cosas; mucho más capaz de valorar la belleza, la sensualidad y la vida.

¿Siguen sin gustarle sus primeras novelas?

Son agotadoras. Me cansan. Siempre digo que no hay que leerlas, aunque muchos lectores las adoran. Creo que he cambiado mucho y que mi estilo ha ido evolucionando y por eso no me interesan, porque no me siento próximo a ellas.

¿La delicadeza fue su segunda oportunidad?La delicadeza

Sin duda. Charlotte es el libro más importante de mi vida, pero La delicadeza la propulsó hasta un punto que no estaba dentro de mis planes. Cuando escribí esa novela nunca pensé que acabaría siendo el éxito que ha sido.

¿Cómo ha sido desde entonces su relación con la crítica literaria francesa? Porque usted despierta sentimientos encontrados.

No me gustaría tener que detenerme mucho en esto... Nunca he tenido problemas con los críticos y nunca he dicho nada si a alguien no le ha gustado alguna de mis novelas, pero cuando uno se convierte en autor de bestsellers suele haber una mala fe intelectual. Hay críticos que me atacan sistemáticamente y les va a dar igual lo que yo pueda hacer. En cambio, hay otros que saben valorar mi trabajo, que critican una de mis novelas pero leen otra y les encanta. Mis novelas tienen las mismas raíces, es verdad, pero siempre acaban siendo completamente diferentes y lo único que pido es que lo que se juzgue sea mi trabajo.

¿Fue su sátira sobre el mundo editorial, La biblioteca de los libros rechazados, una especie de venganza contra el gremio? La biblioteca de los libros rechazados

No. No me gusta mucho eso de la venganza y mira que, cuando he leído algunas críticas que me han dolido especialmente, lo he pensadoen más de una ocasión, pero no lo he hecho. La “venganza” más dulce, por decirlo de alguna manera, ha sido ganar los premio Renaudot y Goncourt des Lycéens [dos de los premios más prestigiosos de las letras francesas] con Charlotte

El éxito colosal de La delicadeza, que durante un año y medio fue el libro más vendido en Francia, generó una agresividad que me impresionó. Todo el mundo escribe, pero este libro volvió loco a los lectores y generó un sentimiento de envidia en mucha gente que me ponía buena cara cuando solo vendía dos libros. Me dolió. Y mi venganza, si quieres llamarlo así, es seguir trabajando cada día y seguir trazado mi propio camino.

¿Dónde encuentra usted la belleza?

Trato de verla en todas partes. Desde que salí del hospital me gusta disfrutar de todos los detalles de la vida. Pero, sin duda, donde siempre encuentro la belleza es en mis hijos: en mi hija y en mi hijo.

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