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A la venta un retrato inédito de Lavinia Fontana, destacada pintora barroca sin obra en el Museo del Prado

Retrato de Lucia Bonasoni di Garzoni de Lavinia Fontana (1552-1614).

Peio H. Riaño

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La casa de subastas Segre sacará a la venta -el próximo 18 de mayo- una pintura inédita de Lavinia Fontana (1552-1614), el Retrato de Lucia Bonasoni di Garzoni, una importante noble boloñesa, ciudad donde la pintora barroca desarrolló la mayor parte de su carrera y gran centro artístico para las mujeres artistas en los siglos XVI y XVII. Allí fue madre de once hijos, entre los 26 y los 43 años, mientras se afianzó como artista entre los nobles, estudiosos, eclesiásticos y coleccionistas, hasta convertirse en la primera mujer artista de la historia que tuvo a su cargo un taller de pintura y, por esa razón, la primera mujer en la historia en recibir un encargo público. La aristócrata ilustrada, que protagoniza este retrato, y conocida en su entorno como “la belleza d'amare”, fue amiga íntima de Fontana y madrina de la última hija de esta, Costanza. Desde Segre aseguran que es una rareza que afloren Lavinias en el mercado internacional, “menos de diez en los últimos cinco años”, asegura Mercedes de Miguel, directora de la casa de subastas.

El precio de salida del cuadro es de 50.000 euros y procede de una colección particular española de origen italiano, y hasta el momento estaba atribuido como escuela boloñesa. En diciembre llegó a la casa de subastas y decidieron retenerlo cuatro meses para estudiarlo a fondo. El experto en pintura boloñesa del siglo XVI y XVII, Marco Tanzi, firma la nueva atribución, que está respaldada por un estudio químico para descartar una copia buena del XIX. “No es una copia y la atribución está bien defendida”, explica De Miguel, que espera que el precio de salida, al menos, se duplique o roce los 150.000 euros. “Tienen que entrar coleccionistas para pujar y que el precio crezca. A un precio bueno tienes a muchos más pujadores. Ese es el truco de la subasta, animar a todos a pujar”, cuenta De Miguel. 

En el informe que ha realizado Tanzi, al que ha tenido acceso elDiario.es, se indica que no hay duda de su autoría. “La estructura compositiva de la obra y, sobre todo, la precisión casi obsesiva por describir cada detalle, al igual que un miniaturista, es semejante a otras obras de Lavinia Fontana. Entre los retratos de la artista encontramos las mismas características en las damas de la casa Gozzadini, Ginevra y Laudomia, que figuran en el Retrato familiar de la Pinacoteca Nazionale de Bolonia. A pesar de los numerosos y variados retratos conocidos de Lavinia Fontana, la mayor parte de sus modelos fueron ricas damas de la élite cultural boloñesa. El dato biográfico más revelador vinculado a este cuadro es, según Tanzi, el documento fechado el 23 de abril de 1595, en el bautizo de Costanza: la madrina designada era Coztanza Sforza di Santa Fiora, esposa de Giacomo Boncompagni, pero al ausentarse ese día, Lucia Bonasoni actuó en su lugar. 

Fontana quedó en el olvido de los historiadores del arte, a pesar de haber sido una celebridad en Bolonia. Lavinia se formó en el taller familiar de su padre, Prospero Fontana, y en 1584 firma su primera obra pública, la Asunción de Ponte Santo (en Imola, en el Palazzo Comunale) y el monumental La familia Gozzadini.

La Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes tuvo conocimiento de la obra en su reunión de abril. No han decretado la inexportabilidad del lienzo hasta ahora, pero suelen hacerlo en el último momento. A priori es un retrato idóneo para las colecciones del Museo del Prado, que carece de obra de Fontana y que le dedicó en 2019 una extensa exposición, compartida con Sofonisba Anguissola. Leticia Ruiz Gómez, antigua conservadora del Prado y actual directora del Museo de las Colecciones Reales, con motivo de la exposición temporal escribió en el catálogo que Fontana fue “una pionera en la práctica profesional de la pintura”. “Con todo su presencia en las colecciones españolas es muy escasa, el Museo del Prado, por ejemplo, no posee ningún ejemplar de su mano”. Entre esa presencia “escasa” destaca el Marte y Venus (1595), propiedad de los Alba.  

El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, anunció a principio de año que cambiaría la línea del museo y las mujeres pasarían a estar más presentes. En estos momentos sólo se expone obra de cinco artistas: Clara Peeters, Artemisa Gentileschi, Sofonisba Anguissola, Angelica Kauffmann y Rosa Bonheur. Este retrato es una buena oportunidad para ir completando esa sobresaliente ausencia en la institución pública. 

De hecho, hay que remontarse hasta el año 2012 para encontrar la última compra de una maestra antigua. Entonces el Estado adquirió el Retrato de Giovanni Battista Caselli, poeta de Cremona, obra realizada en 1558 por la predecesora de Fontana, Sofonisba Anguissola. El Ministerio de Cultura compró a la galería Caylus la pintura por 60.000 euros para entregársela al Prado. Caylus había comprado, a su vez, la pieza meses antes, en una subasta pública, precisamente en Segre. Pagó por ella, cuando todavía no estaba atribuida a Sofonisba, 10.000 euros, aunque el precio de salida se marcó en 1.800 euros. El anticuario entonces reclamó la licencia de exportación a la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes para venderlo en el extranjero y el Prado se interesó por el retrato –que sólo mostró siete años después, en la exposición temporal– que ya había ascendido a 60.000 euros. El visto bueno de la compra se concedió cuando la pieza había multiplicado su precio por seis. 

A pesar de ello, desde Segre señalan que aunque sería su lugar ideal, “el Prado está ahora en otra onda de compras”. “El Prado no compra sólo por la calidad extraordinaria, también lo hace para completar sus colecciones. No siempre compran obra de primera línea. En este caso, salen poquísimos ejemplos de Fontana al mercado. Hay muy poca obra de ella en movimiento y no es una pintora cara. El último, vendido en Alemania, se cerró en 190.000 euros”, cuenta Mercedes de Miguel. Desde el Museo del Prado aseguran que los expertos están estudiando la obra, “no hay conclusión definitiva y actuaremos según criterio razonado”. Es entendible la discreción independientemente de cuál sea la decisión final.

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