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Qué esconde el uso del concepto 'remigración' impulsado por la extrema derecha de habla alemana

Imagen de archivo de una protesta de extrema derecha en Magdeburgo, Alemania, en diciembre de 2024
12 de agosto de 2025 23:19 h

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“Será un proceso extraordinariamente complejo de remigración, pero por el que nosotros apostamos porque pensamos que hay algo más importante que preservar y porque tenemos el derecho a querer sobrevivir como pueblo”. Estas son declaraciones de la diputada nacional de Vox Rocío de Meer. Las pronunció el pasado 7 de julio, días antes del estallido de las cacerías xenófobas en la localidad murciana de Torrepacheco.

La diputada usa la palabra “remigración” con plena conciencia del trasfondo ideológico que la acompaña. La última parte de la intervención —“tenemos derecho a sobrevivir como pueblo”— lo confirma: el concepto de “remigración”, colocado en la agenda política europea e internacional por las ultraderechas de los países de habla alemana como Alternativa para Alemania (AfD) o los austriacos del FPÖ, va ligada al concepto nacional étnico de ciudadanía. La palabra “pueblo” (“Volk”, en alemán) es clave en la cita de de Meer.

Cuando las ultraderechas alemanas hablan de “Volk” no hacen más que referirse —de forma expresa o ambigua— a un concepto de pueblo con criterios étnicos. De hecho, el adjetivo alemán “völkisch”, derivado del sustantivo “Volk”, sirve generalmente para describir la posiciones políticas que entroncan con las teorías racistas del nacionalsocialismo. Que la representante de Vox culminara su cita con la palabra “pueblo” no es casualidad. Es fruto de una traducción de posicionamientos políticos ya expresados antes en lengua alemana. Ello confirma que el partido español asume una posición hasta ahora defendida sobre todo por sus partidos hermanos de Alemania, Austria y Suiza, con AfD como principal y más radical ariete de esa ultraderecha germanoparlante.

El proyecto “Remigration”

“Además de la protección de nuestras fronteras exteriores nacionales y europeas será necesario un gran proyecto de remigración. Y con él, me temo, será inevitable una cierta crueldad”. Estas son palabras de Björn Höcke publicadas en 2018 en un libro en el que el líder de AfD en Turingia presenta sus principales ideas políticas en forma de entrevista. “Esto significa que no siempre se podrán evitar la crueldad humana y escenas desagradables”, continúa Höcke, que expone sus planes de expulsión de extranjeros y ciudadanos alemanes de origen migrante sin ambigüedad: “Aunque perdamos a partes del pueblo demasiado débiles o que no están dispuestas a oponerse a la progresiva africanización, orientalización e islamización (…), al final quedarán suficientes miembros de nuestro pueblo con los que abrir un nuevo capítulo de nuestra historia”.

Björn Höcke, presidente de la AfD de Turingia, en el tribunal de distrito de Halle

Höcke no hace más que exponer los planes de deportación de millones de personas y llevar adelante una limpieza étnica que permita recuperar lo que él considera que es la esencia biológica y cultural del “pueblo” alemán. Höcke es el líder de la fracción más radical de AfD, rayana con el neonazismo, sin cuyo apoyo es imposible dirigir el partido de ultraderecha más exitoso de Alemania desde la derrota del nazismo.

Esto último quedó claro en el último congreso de AfD, celebrado el pasado enero poco antes de las últimas elecciones federales alemanas en las que la ultraderecha fue la segunda fuerza más votada. La candidata a canciller de AfD, Alice Weidel, mostró entonces obediencia a la facción liderada por Höcke con un discurso cuyo tono y contenido bien podría haber firmado el líder de AfD en Turingia. “Llevaremos a cabo expulsiones a gran escala. Y les tengo que decir honestamente que si eso se llama remigración, pues entonces que se llame remigración”, dijo Weidel, que asumió así como propia una palabra hasta ese momento usada por los sectores más radicales del partido. Las deportaciones masivas se convirtieron así en una de las promesas electorales de AfD.

El origen

La palabra remigración (o “Rückwanderung”, sinónimo de raíz germánica) tiene su origen en realidades humanas que nada tienen que ver con los planes de deportaciones masivas planteadas por la ultraderecha. Se acuñó para describir el retorno voluntario a sus países de origen de emigrantes que habían buscado con más o menos éxito una nueva vida en otros lugares. El caso de la emigración italiana, que decide retornar a su país tras décadas en países industrializados como Alemania o EEUU, es un claro ejemplo. Otro es el retorno a la Alemania de posguerra de judíos o adversarios políticos perseguidos por el nazismo.

Con el paso de las décadas, las Nuevas Derechas francesas reinterpretaron la palabra para defender la expulsión masiva de inmigrantes. El intelectual Renaud Camus y su Teoría del Gran Remplazo son el telón de fondo de esa reinterpretación de la “remigración”. Según Camus, las élites occidentales están sustituyendo de forma sistemática y planificada las poblaciones europeas originarias —blancas y mayoritariamente cristianas— por personas del sur global. Sobre ese sustrato ideológico ha construido el Movimiento Identitario de habla alemana su campaña para colocar en el debate público la “remigración” como deportación de extranjeros. El activista, influencer y autor austriaco Martín Sellner es el mayor exponente de esa campaña.

El 25 de noviembre de 2023, un grupo de empresarios, activistas y políticos de AfD se reunió en una villa cercana a Potsdam, la capital del estado de Brandeburgo, situada a pocos kilómetros de Berlín. Así lo destapó a inicios de 2024 el colectivo periodístico Correctiv en un extenso reportaje para cuya producción se utilizaron cámaras ocultas situadas fuera y dentro de la lujosa villa. La propiedad pertenece a Mathilda Huss, una hotelera alemana con estrechos lazos con diferentes organizaciones nacional conservadoras y ultraderechistas alemanas a la que diversos medios atribuyen la difusión de teorías racistas bajo un pseudónimo.

Los participantes en el encuentro discutieron un “plan maestro” para expulsar de Alemania a millones de personas de origen extranjero. El plan va dirigido contra tres colectivos concretos: personas peticionarias de asilo, extranjeros con permiso de residencia y “ciudadanos alemanes no asimilados”. La palabra Staatsbürger (ciudadano) sirve en este contexto para diferenciar a los alemanes originarios (Volk, pueblo) de los alemanes nacionalizados. El activista Martin Sellner presentó el plan a los presentes.

Bbandera con los colores de Alemania y del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que dice "Somos el pueblo"

El reportaje generó un enorme escándalo en Alemania e incluso resonó en otros países europeos. Cientos de miles de personas salieron a las calles alemanas para protestar y pedir la prohibición de AfD. Algunos medios comparan el encuentro de Potsdam con la Conferencia de Wannsee de 1942, en la que altos funcionarios de la Alemania nazi trazaron los planes para acelerar la deportación y la aniquilación sistemática de la población judía europea. Apenas ocho kilómetros separan el hotel de Potsdam de la villa de Wannsee, en lo que tal vez sólo sea una simbólica casualidad.

Tres grupos, el objetivo

Lejos de distanciarse del encuentro, miembros de AfD han reafirmado pública y repetidamente su voluntad de llevar adelante un plan de Remigration, como también lo ha dicho públicamente su candidata a la cancillería, Alice Weidel. El propio Martin Sellner reconoce abiertamente los objetivos destapados por Correctiv y hace gala de ellos en su último libro Remigration: Ein Vorschlag (Remigración: una propuesta). En él, Sellner presenta la “remigración” como un proyecto “inevitable”, asume la teoría del Gran Reemplazo de Camus como propia y coloca a tres grupos en la diana: inmigrantes irregulares, personas residentes en el país, pero sin pasaporte nacional y ciudadanos de pleno derecho que accedieron a la nacionalidad, pero que no están “asimilados”, según los criterios de Sellner y los suyos.

Martin Sellner no es miembro de Alternativa para Alemania, pero mantiene una estrecha relación con figuras relevantes del partido y con personas influyentes del espacio ideológico que rodea el partido. El activista austriaco puede ser, de hecho, considerado uno de los pensadores de vanguardia que genera provocaciones estratégicas, rompe tabús y prepara así el camino para los objetivos políticos de AfD a medio y largo plazo. Esa estrecha relación entre Sellner y AfD no le ha costado votos al partido alemán pese a la radicalidad del activista austriaco.

La paradoja de Alternativa para Alemania es que su paulatina radicalización, desde las posiciones conservadoras y euroescépticas de sus inicios hasta el nacionalismo étnico de la actualidad, no ha significado una pérdida de votos. Más bien al contrario: a mayor radicalidad, más apoyo. Ni siquiera la apuesta pública para deportar a millones de personas sobre la base de criterios étnicos han espantado a los electores en un país construido con la narrativa oficial del “constante recuerdo para la no repetición” de los crímenes nazis.

En la última encuesta electoral hecha pública a inicios de agosto por el tabloide Bild Zeitung, AfD tiene un 25% de intención de voto, solo a dos puntos de distancia de la unión conservadora de la CDU-CSU del canciller Friedrich Merz. Uno de cada cuatro electores alemanes estaría dispuesto hoy a votar por un partido que apuesta públicamente por la deportación de millones de personas.

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