Grecia planea construir una valla flotante para frenar las llegadas de refugiados por mar
Grecia ha anunciado que construirá una valla flotante para disuadir a miles de personas que se juegan la vida en el mar para tratar de llegar desde Turquía a las islas del Egeo. El Gobierno conservador ha dado a conocer la medida este jueves, tras prometer que endurecería su postura respecto a quienes llegan al país de forma irregular.
“La valla tendrá como objetivo contener los flujos [migratorios] crecientes”, ha asegurado un portavoz del Ministerio de Defensa, que supervisará la estructura.
La malla de 2,7 kilómetros de longitud se erigirá frente a Lesbos, la isla que cobró protagonismo en el punto álgido de la llamada 'crisis de refugiados' cuando cerca de un millón de personas desembarcaron en sus playas buscando un lugar seguro. La barrera se elevará 50 centímetros sobre el agua y estará equipado con luces intermitentes para demarcar las fronteras marítimas de Grecia.
“En el Evros, las barreras naturales tuvieron resultados relativamente [buenos] en la contención de los flujos”, ha dicho en una entrevista el Ministro de Defensa, Nikos Panagiotopoulos, en referencia a la valla de alambre de púas que Grecia construyó a lo largo de su frontera terrestre norte con Turquía en 2012 para disuadir a los solicitantes de asilo de cruzar a territorio griego. “Creemos que se puede obtener un resultado similar con estas barreras flotantes. Estamos tratando de encontrar soluciones para reducir los flujos”, ha insistido.
Se espera que la barrera esté lista a finales de abril después de una convocatoria del Ministerio de Defensa griego para que los contratistas privados presenten ofertas. Se espera que el proyecto cueste 500.000 euros. Será construido por militares, que también han desempeñado un papel en la construcción de campamentos en toda Grecia. Se añadirán más piezas si el piloto inicial se considera exitoso. “Habrá un ensayo probablemente en tierra primero por razones tecnológicas”, explica un funcionario.
La medida ya ha despertado las primeras críticas. El jueves, el exministro de migración griego, Dimitris Vitsas, ha asegurado que la barrera es una “idea estúpida” que estaba destinada a ser ineficaz. “La idea de que una valla de esta longitud vaya a funcionar es totalmente estúpida. No va a impedir que nadie se embarque en el viaje”.
Lo mismo defienden las organizaciones de derechos humanos, que recuerdan que las vallas en Europa no han disuadido las llegadas y sostienen que Grecia debería centrarse en acelerar la tramitación de las solicitudes de asilo, informa Reuters. “En los últimos años, hemos visto un aumento en el número de barreras que se están erigiendo, pero aún así la gente sigue huyendo”, indica Βoris Cheshirkov, portavoz en Grecia de la agencia de la ONU para los refugiados. “Grecia tiene que tener procedimientos rápidos para asegurar que las personas tengan acceso al asilo rápidamente cuando lo necesiten”.
En 2019, Grecia experimentó un repunte de las llegadas de migrantes y fue la principal ruta marítima para llegar a Europa. Según Acnur, un total de 59.726 personas alcanzaron las costas griegas el año pasado, una cifra muy lejos de la registrada en 2015, antes del acuerdo de la UE con Turquía, cuando 856.723 personas desembarcaron en suelo griego.
En la actualidad, más de 44.000 personas están en campos diseñados para albergar a no más de 5.400 personas. Los colectivos en defensa de los derechos humanos han denuncian que las condiciones de las instalaciones son deplorables. En Moria, el principal campo de Lesbos, se encuentran unos 19.000 hombres, mujeres y niños hacinados en tiendas y contenedores abarrotados. Entre ellos hay unos 140 menores enfermos.
A pesar de que las cifras han disminuido drásticamente desde que la Unión Europea selló el acuerdo con Ankara para frenar los flujos en marzo de 2016, el Gobierno griego ha expresado su temor a un nuevo aumento de las llegadas para defender un endurecimiento de la política fronteriza.
El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, que derrotó a su predecesor de izquierda, Alexis Tsipras, en julio, en parte por la promesa de reforzar las fronteras del país, ha acusado al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de explotar la situación de los refugiados para influenciar políticamente tanto sus relaciones con Atenas como con la UE. Como país que alberga unos cuatro millones de sirios desplazados, Turquía tiene más refugiados que cualquier otra parte del mundo, y Erdogan se enfrenta a una creciente presión interna sobre el tema.
Al menos 71 migrantes perdieron la vida en su intento de atravesar esa ruta del Mediterráneo en 2019, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Las ONG y organismos especializados como Acnur han pedido en reiteradas ocasiones a los Gobiernos europeos que pongan en marcha vías legales y segura para evitar que estas personas arriesguen su vida en el mar para llegar al continente.
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