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“Se está intentando desmantelar cualquier cosa que suene al retorno de los refugiados palestinos”

De izquierda a derecha: Teresa Aranguren, Ricard García Vilanova, Juan Luis Sánchez, Olga Rodríguez y Jesús Núñez en el debate '5 millones'.

Desalambre

24 de julio de 2014, Beit Hanoun, norte de la Franja de Gaza. Mujeres, niños, ancianos gritan aterrorizados. Entre ellos, una niña llora en un rincón aferrada a un maletín. Se llama Rewaa y estaba entre los civiles palestinos que habían buscado protección en la escuela de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, que aquel día sufría el ataque del Ejercito israelí.

Con su historia, arrancaba este jueves el debate '5 Millones', organizado por eldiario.es en colaboración con la Agencia de la ONU con motivo del Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. “Detrás de esos cinco millones de personas que no pueden regresar a su hogar, a la tierra en la que nacieron o que sienten como suya hay vidas. Hay cinco millones de Rewaas”, ha afirmado Yolanda Álvarez, excorresponsal de TVE en Oriente Medio, que documentó el caso de la menor palestina.

“También es noticia lo que no deja de pasar. Llenar una sala como esta es un mensaje para ese otro ritmo del periodismo”, indicaba, a continuación, Juan Luis Sánchez, subdirector de eldiario.es a las decenas de personas que han asistido al coloquio, celebrado en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

Los 5,4 millones de refugiados palestinos que viven entre Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania y Gaza llevan desde 1948 reclamando el derecho a regresar a los hogares de los que fueron expulsados y “esperando una solución”, han recordado los participantes. 70 años después, pesa sobre ellos los intentos del Ejecutivo de Donald Trump de rebajar drásticamente el número de personas a las que se considera refugiados palestinos en todo el mundo. Esta reducción, con la que EEUU trata de impulsar las negociaciones para su propuesta de paz, eliminaría para la mayoría de los palestinos el llamado derecho al retorno.

“La principal línea roja que hay para desbloquear la situación y llegar a una paz duradera y justa es la clave demográfica. Ya hay tantos palestinos como judíos israelíes. Si Israel pretende ser un Estado democrático en el que vale la regla de la mayoría, si admiten el derecho de retorno de los refugiados se pueden encontrar convertidos en una minoría dentro de ese Estado y por tanto se viene abajo el sueño sionista”, ha asegurado Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

“Se trata de desmantelar como sea cualquier cosa que suene a derecho de retorno de los refugiados. Y la mejor manera es que no haya refugiados. Utilizan un criterio que da a entender que refugiados son solo los que salieron en 1948 de sus hogares, reduciría a una cantidad asumible por Israel. Es la lógica que hay detrás”, apunta el experto. “Habrá algo parecido a paz con Palestina que ni será paz, ni será Estado”, ha concluido.

Estos planes han venido acompañados por la retirada de fondos por parte de la Administración Trump, lo que, según UNRWA, puso en peligro el futuro de las más de 700 escuelas de educación básica que gestiona la Agencia o los 145 centros de salud que atienden al 80% de la población en Gaza.

“EEUU era nuestro mayor donante, lo que nos ha dejado en una situación financiera muy crítica y a lo largo de todo el año hemos estado luchando para mantener nuestras escuelas y nuestras clínicas abiertas, seguir dando alimentos a la población en Siria y en Gaza y trabajando por los derechos y la dignidad de los refugiados”, afirma Raquel Martí, directora ejecutiva de UNRWA España. “A lo largo de todo el año ha habido un movimiento muy solidario entre todos nuestros donantes. Más de 40 países han respondido, entre ellos España, y hemos conseguido casi cubrir el déficit: de 446 millones que faltaban, hay un déficit de 21 millones”.

Para Teresa Aranguren, periodista y escritora especializada en información internacional, “estamos en uno de los momentos más negros para los derechos del pueblo palestino”. La situación de los refugiados, asegura, es “el corazón de la causa” palestina. “Hay una línea de continuidad en eliminar todo lo que pueda ayudar a que la población palestina resista. La UNRWA molesta porque es un soporte de la capacidad de resiliencia de la población palestina frente a una situación inhumana”, ha argumentado Aranguren en referencia las difíciles condiciones de vida que soporta la población palestina en Cisjordania y Gaza, bajo ocupación y bloqueo israelí.

En este último territorio habitan dos millones de personas atrapadas en la falta de trabajo y la escasez de servicios básicos como el abastecimiento de agua, saneamiento, salud, servicios de transporte y electricidad. “La situación de desasosiego permanente, de falta de esperanza, que vive la población palestina está en un punto peligrosísimo. Y bajo la estrategia de la ocupación militar, es lo que quieren: llevar al punto de máximo de desesperación a la población palestina”, ha indicado Aranguren.

“En los medios hay una percepción tergiversada de lo que ocurrió y ocurre en Palestina que no transmite la dimensión de la atrocidad cometida contra la población palestina. La realidad no es equidistante, nunca lo ha sido, ha sido atrozmente desequilibrada. El problema también viene del trasfondo cultural: Israel somos nosotros, es occidente, nos identificamos con ellos”, añade la periodista.

“La presión internacional es clave”

Las duras condiciones de la población en Gaza han sido expuestas en detalle por Matthias Schemale, director de operaciones de UNRWA en la zona, que ha relatado alguno de los impactos del tijeretazo de Trump en los programas. “Nuestros centros siguen abiertos, lo que ha sido una tarea titánica teniendo en cuenta el recorte. Pero hemos tenido que hacer ajustes, el personal sanitario se ha reducido”, ha asegurado. “El problema fue provocado por un fracaso político. Tenemos que encontrar una solución política, nosotros no somos la solución”, ha recalcado.

Olga Rodríguez, periodista especializada en derechos humanos, ha insistido en que Israel ha practicado una “política de hechos consumados” y ha criticado el papel de la comunidad internacional. “Ha sido un papel de observador absolutamente pasivo que permite, por ejemplo, que en Cisjordania haya una aplicación del apartheid de facto. La comunidad internacional no tiene voluntad, claro que tiene herramientas, a través de la vía política, diplomática o comercial”, ha esgrimido. “Acuerdos sobre la mesa hay miles, pero no hay voluntad. La presión internacional es clave a todos los niveles”.

El pasado 30 de marzo, la población palestina fue convocada en la zona fronteriza entre Israel y Gaza para reclamar, una vez más, el derecho a volver a sus hogares. Era el inicio de las protestas de la Gran Marcha del Retorno, que desde aquel mes han dejado 22.000 heridos y decenas de muertos por fuego israelí. Allí estuvo Ricard García Vilanova, fotoperiodista. “En la primera manifestación a la que pude asistir, en tres horas y media hubo 184 heridos y seis muertos, cuatro de los cuales cayeron delante de mí”, ha recordado.

“Lo que vi es mucha desesperación: gente dispuesta a salir a campo abierto para dar su vida. Es puramente simbólico, porque solo quieren llegar a la frontera y plantar la bandera. Este tipo de combate asimétrico está totalmente fuera de lugar, disparan contra gente desprotegida”, agrega el fotógrafo.

Frente al olvido, los participantes en el coloquio han destacado la “voluntad de resistencia” diaria de millones de palestinos. “Dicen: 'Aquí estamos'. Somos los hijos y los nietos de los que expulsasteis. El sentido de las marchas es la necesidad de hacerse presentes: uno de los añadidos al sufrimiento y a la injusticia que lleva décadas sufriendo la población palestina es el abandono y la ignorancia”, ha sentenciado, por su parte, Aranguren.

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