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Desde Irún a París: en busca de mujeres y niños víctimas de trata en las ciudades de tránsito de los migrantes

Una persona cruza el puente Avenida, que separa Irún de Hendaya

Laura Prieto Gallego

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El puente Avenida entre Irún y Hendaya tiene apenas 112 metros de longitud. Por este cruce, que separa el último reducto vasco antes de llegar a territorio francés, pasan a diario decenas de vecinos y, desde aproximadamente 2018, también lo hacen otras tantas personas migrantes en su intento de llegar a Francia.

Ambas ciudades son “ciudades de tránsito”. Son parada obligatoria para aquellas personas que llegan a España con la intención de continuar su viaje hacia otros países de la Unión Europea, como Francia o Alemania. Ion Aranguren es voluntario de Irungo Herrera Sarea, una red de vecinos irundarras que se han movilizado para dar asistencia a los migrantes que pasan por la localidad. Les recogen en las estaciones, les dan ropa si la necesitan y, cada día, colocan una mesa informativa en la plaza de San Juan.

“Les informamos de los pocos derechos que les quedan y de cómo continuar su camino. No pasan más de veinte o treinta minutos con nosotros”, dice en una entrevista telefónica con este medio. En este corto periodo de tiempo conocen de ellos lo básico. De dónde vienen (un 90% de ellos de África, y desde hace unas semanas han aumentado las llegadas de malienses frente a los guineanos), a dónde quieren ir, o por qué se van de España - por el idioma, en busca de familiares o de mayores oportunidades de trabajo-. Pero es difícil saber si un chico tiene la edad que dice tener, si sus familiares realmente lo son, o si la oferta de trabajo por la que han abandonado sus casas no es más que un cebo de posibles redes de trata

Estas son algunas de las situaciones que están investigando y tratando de atajar un grupo de siete organizaciones procedentes de España, Italia y Francia con el proyecto E.V.A (en inglés “Detección Temprana y Protección de Víctimas de Trata en Contextos de Frontera). Llevan un año trabajando en Irún y otras zonas de tránsito italianas y francesas, como Ventimiglia, Nimes o París. Su trabajo, que se prolongará hasta 2025, consiste en identificar  y dar apoyo a mujeres jóvenes y menores que son o han sido víctimas de trata. 

Precisamente en Irún tuvo lugar el pasado marzo un encuentro entre los diferentes grupos de trabajo, organizado por Save the Children, una de las ONG que participan en el proyecto. “Hemos corroborado perfiles diferentes en cada país. En Italia y Francia hay un alto número de mujeres y niñas, pero en Irún un 70% de los atendidos son chicos”, explica en conversaciones con elDiario.es Charro Arranz, directora de Save the Children en Euskadi. “Sabemos que hay mujeres y niños, pero no pasan por nuestra oficina porque se quedan en los albergues, por lo que puede haber un punto de invisibilización que estamos estudiando”, agrega.

Hasta el momento, les consta que al menos una menor pudo ser localizada y protegida ya en territorio francés tras haber llamado a las autoridades españolas, gracias a que se le facilitó el teléfono de emergencias antes de cruzar la frontera. “Cuando vienen a nuestras oficinas les hacemos una serie de preguntas que nos pueden hacer sospechar de casos de trata. Ante la duda, siempre les facilitamos contactos y direcciones en las que pedir ayuda, ya sea en un díptico, una pulsera.. De alguna forma”, dice Arranz. 

Mujeres y niños

Lo que sucede en la frontera sur y la canaria se refleja semanas o meses más tarde en la frontera norte. Desde el 15 de febrero, la red ciudadana de Irún está atendiendo a una media de 70 personas al día, unas 600 al mes. Es el doble que el año pasado y saben que por la plaza de San Juan sólo pasan la mitad de quienes cruzan la frontera y, finalmente, reciben asistencia en Bayona. 

“En enero del año pasado llegaron a Canarias menos de 1.700 personas, en 2024 han sido más de 11.000”, recuerda Arranz, que apunta a que, tanto en Italia, como en España, cada vez atienden a más niños y mujeres migrantes, los dos perfiles más vulnerables frente a las mafias. “Nos preocupa que el aumento de llegadas de menores migrantes que estamos viviendo en los últimos meses se traduzca también en mayores riesgos para esta infancia al caer en posibles redes de trata”. 

“En las fronteras nos movemos en base a indicios. La explotación no se va a producir en ese lugar y las víctimas pueden no haber sido captadas todavía o no ser aún conscientes de haberlo sido”, explica a elDiario.es Teresa De Gasperis, autora de varios informes sobre la trata de seres humanos y miembro de ACCEM, una de las entidades que forman parte de la Red Española Contra La Trata. En las fronteras y demás zonas de tránsito las víctimas aún se encuentran en un momento de entusiasmo, pensando que quienes les han contactado les van a garantizar una vida mejor: “Por eso se necesita personal formado en trata en las fronteras y mecanismos de detección temprana multidisciplinar. Al más mínimo indicio, deberían de activarse todos los mecanismos de protección y asistencia”. 

“Nos podemos encontrar con niñas y mujeres que vienen acompañadas de supuestos familiares, pero al entrevistarlos, o bien no saben nada de ellas, o no las dejan hablar. Son niñas, por ejemplo, que nunca están solas, les quitan el móvil y se las ve decaídas o asustadas”, dice Arranz poniendo algunos ejemplos de los casos que han visto estos meses. Tanto en Italia, como en España, las asociaciones implicadas en el proyecto E.V.A también se han encontrado con adolescentes que niegan ante las autoridades su minoría de edad para evitar entrar en el sistema de protección y poder continuar con su viaje, “convirtiéndose en carne de cañón para los traficantes”. De los menores que sí llegan a ser protegidos,  algunos desaparecen sin dejar rastro: “No podemos olvidar que en los últimos años han desaparecido 819 menores de los centros, de los cuáles se desconoce su paradero. Hay investigaciones que prueban cómo existen redes de explotación en Europa que se benefician de su alta vulnerabilidad”.

“Cada vez que llega un niño o adolescente a España en situación irregular debe valorarse la situación de riesgo y realizarse una investigación adecuada, con personal formado en infancia”, dice a elDiario.es Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política en Infancia de Save The Children. La organización apunta a que la mayoría de perfiles que se identifican como vulnerables en la frontera sur, suelen arriesgar aún más su vida al continuar hacia otros territorios europeos. Por eso creen que aumentar las intervenciones en el norte puede ayudar a llegar a más víctimas. 

“En las fronteras los migrantes son vulnerables a ser explotados o captados por las mafias, de las que cada vez es más difícil huir” , asegura De Gasperi. “Han aprendido a camuflarse en Internet y están presentes en redes sociales, portales de empleo o apps de citas. Saben dónde encontrar a personas desesperadas por la pobreza, los conflictos o las políticas migratorias, cada vez más duras, de las que se aprovechan las redes de trata”. 

La “idea preconcebida” de la trata

“Hay que despojarse de la idea preconcebida que tenemos sobre la trata de seres humanos. La realidad es más compleja de lo que vemos en los medios de comunicación o se dice desde las instituciones”, dice Perazzo.

“En el imaginario colectivo la trata es sólo prostitución, pero estamos hablando de explotación laboral, delincuencia obligada, reclutamiento de niños soldados, tráficos de órganos…”, continúa explicando. La mayoría de víctimas son mujeres, un 53% de ellas, y un 61% sufren explotación sexual. Pero no es el único perfil, según datos oficiales, en 2022 se identificaron a 26 mejores víctimas de trata, unas cifras que duplican a las recogidas el año anterior, donde eran apenas una decena. En total, las víctimas identificadas ese año fueron 1.180, un 30% más que en 2021. “Estos datos son sólo la punta del iceberg. Las asociaciones sabemos que son muchas las víctimas que no llegan a ser identificadas”, apunta. 

“Un tipo de explotación que sabemos que se da en gran medida es la laboral, incluso en menores”, señala De Gasperis. En 2022 se realizaron 5.793 inspecciones administrativas en centros de trabajo, más de un millar sólo en Andalucía. Del total de víctimas de trata, más de la mitad eran menores: 89, frente a 85 adultos, con mayor prevalencia masculina en ambos casos. “Se ha mejorado mucho en los últimos años en cuanto a datos, pero todavía nos falta conocer, entre otras cosas, en qué sectores hay más prevalencia, como ya pasa en Reino Unido”, agrega.  En Euskadi, la región en la que trabaja Arranz, en el mes de diciembre hicieron frente a otra de las vertientes de la trata, los matrimonios forzados. “En Irún, cinco mujeres fueron captadas para ser casadas a la fuerza, entre ellas una mujer. Sólo una fue rescatada y está siendo protegida en otra comunidad autónoma, al resto se les perdió la pista”, lamenta. 

Precisamente el pasado ocho de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, la ministra de Igualdad anunció que se iba a retomar la aprobación de la Ley Integral de Trata de Seres Humanos, que en la pasada legislatura quedó en un cajón por el adelanto electoral. Esta ley es una petición histórica de las asociaciones para conseguir una visión “más amplia” de lo que es la trata. 

“El enfoque actual es muy sesgado, enfocado casi en exclusiva a la prostitución”, apunta la experta De Gasperis, que también resalta la necesidad de acabar con un marco legal “muy fragmentado y con algunas lagunas”. Por su parte, Perazzo es cauta y quiere esperar a conocer más sobre el texto que, espera, tenga un enfoque en la infancia: “Necesitamos formación en infancia para todos los actores implicados, recursos especializados para los niños que son víctimas y que estos cuenten con un representante legal que garantice sus derechos”. 

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