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“Quiero decir a los jóvenes senegaleses que no vale la pena venir a España”

El cooperante senegalés Mamadou Dia

Cristina Armunia Berges

Hace unos años el activista senegalés Mamadou Dia decidió volver a su pueblo, regresar a Gandiol. Lo hizo con la idea de devolver a su gente una parte de todo lo que le habían enseñado pero también para compartir con ellos lo aprendido en Europa. Tras arriesgar su vida en un cayuco para alcanzar la idealizada España, recorrió el camino de vuelta para explicar en el origen de su viaje que “no merece la pena”.

Pese a su regreso, Mamadou nunca se despegó del todo de España. De hecho, 'A las 15:00' –el segundo libro del escritor cooperante– surgió después de una de sus visitas a Madrid. Mamadou estaba en un bar de la Calle del Amparo, en el corazón de Lavapiés, sacó el móvil para indicar a un amigo su ubicación y un policía pensó que le estaba fotografiando. Acto seguido le golpeó y lo llevó al calabozo.

Uno de los artículos más polémicos de la 'Ley Mordaza' ideada por el Gobierno de Rajoy, el 36.23, prohíbe hacer fotografías a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en el caso de que “pueda poner en peligro la seguridad personal o familiar de los agentes, de las instalaciones protegidas o en riesgo de una operación”.

“Es una denuncia contra los actos xenófobos que viven los inmigrantes en muchos rincones de España, particularmente en Lavapiés”, dice cuando se le pregunta por esta publicación. “No es una historia particular, muchas personas me han escrito para contarme que les han detenido y metido en el calabozo”, explica y dice tajante: “Es una manera de denunciar el acoso policial”.

Mamadou tiene 32 años, estudió Trabajo Social entre África y Europa, y llegó a España en un cayuco cuando tenía poco más de 20 años. Se subió al bote sin despedirse y sin avisar a nadie. No quería que lo disuadiesen. Soñaba con la Europa próspera en la que los inmigrantes pueden hacerse ricos y se encontró con una España desvencijada por el paro y reacia, en algunas ocasiones, a los inmigrantes.

“Cuento las razones que hacen que mucha gente quiera venir a España y explico cómo el saqueo de las riquezas africanas nos ha obligado a ello”, añade. Pero Mamadou ha regresado a Senegal con el objetivo de explicarle a sus compatriotas que Europa no es la tierra soñada, que es muy difícil encontrar un trabajo e incluso regularizar su situación. El activista no quiere convencer a nadie y cree en la libertad de cada uno para decidir si abandona o no su país, pero desea hacer ver a sus amigos y familiares que en Gandiol se puede tener una vida tan completa y próspera.

“Los que viajan son los más curiosos y preparados”, apunta el activista y plantea el problema que supone que los jóvenes más talentosos se vayan de Senegal, algo que recuerda –salvando las distancias– a nuestra propia historia, a la huida de la generación de españoles mejor preparada. “Si esta gente no se plantea regresar, si mueren en el camino... nadie ayudará a nuestros hermanos”, comenta emocionado. Mamadou cree firmemente que hay que regresar a África para poder participar en el desarrollo de su continente.

Los 400 ejemplares de la primera edición de A las 15:00 ya se han agotado aunque Dia dice con alegría que están a punto de imprimir una segunda tanda.

“En mi pueblo también hay oportunidades”

Una tarde, Mamadou conoció a un grupo de ancianos senegaleses en una plaza de Madrid. Cuando se interesó por sus historias, le contaron que viajaron a Europa para hacerse ricos y volver con dinero a sus ciudades. Pero no fue así. Muchos de ellos llevan más de 25 años en nuestro país y saben, aunque no lo dicen, que jamás volverán a ver Senegal. “Quiero decir a los jóvenes que no vale la pena venir a España”, reconoce después de su propia experiencia.

Cuando pisó Gandiol por primera vez después de su periplo hasta Europa descubrió sorprendido que muchos españoles habían viajado hasta Senegal y para él esto tenía un significado claro: “En mi pueblo también hay oportunidades”. Así que se lanzó a la aventura de fundar una ONG y espera levantar un centro cultural con la ayuda de sus propios vecinos y de voluntarios.

“Hemos empezado el proyecto del centro cultural para que haya un espacio de encuentro en el que alfabetizar a niños y mujeres”. Mamadou ve esencial que las mujeres sean capaces de leer y escribir puesto que “el pueblo está sostenido por la fuerza de las mujeres y queremos darles las herramientas necesarias para que sean autosuficientes”. También quieren seguir instalando zonas de cultivo y organizar diferentes talleres de reciclaje o de medio ambiente.

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