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La policía griega inicia el desalojo del campo de refugiados de Eko sin previo aviso

Imagen de archivo de un refugiado kurdo espera su traslado a un centro de acogida durante la operación policial de desalojo en Idomeni (Grecia), el pasado 26 de mayo | FOTO: EFE

Desalambre | EFE

La policía griega ha iniciado este lunes el desalojo del campo de refugiados de Eko, cerca de Idomeni, en donde se encontraban a primera hora de la mañana 1.828 migrantes y refugiados.

Hasta el momento, unos 300 agentes, entre ellos escuadrones de las brigadas antidisturbios, se han desplegado en la estación de servicio y han procedido a expulsar de los alrededores a los periodistas y voluntarios sin previo aviso, siguiendo el mismo modus operandi que utilizaron durante el desalojo del campo de refugiados de Idomeni hace tres semanas.

“En cuanto nos han visto con la cámara nos han hecho borrar la grabación e ir a la comisaría para identificarnos”, cuenta a eldiario.es Marta Juan, voluntaria en el campo, quien también asegura que lo refugiados “no sabían a dónde iban ni a dónde se los están llevando”.

Desde primera hora de la mañana han ido llegando varios autobuses para hacer efectivo el traslado. La intención de las autoridades griegas es desplazar a los migrantes y refugiados que estén alojados en los diferentes campos “no oficiales” de todo el país a otros “oficiales”, en donde procederán a su identificación.

Sólo en estos últimos se les permite renovar sus permisos temporales de estancia y registrarse para pedir asilo en Grecia o reubicación en algún país de la UE, dependiendo del perfil de cada persona.

Varios refugiados y migrantes reaccionaron con una pequeña protesta pacífica para mostrar su rechazo al traslado. El desconocimiento sobre las condiciones de los campos a los que les llevan, la falta de información y el miedo a que les alejen de la frontera con Macedonia (pese a que permanece cerrada desde el mes de marzo), lleva a muchas de estas personas a no querer marcharse “voluntariamente”.

La semana pasada el Gobierno griego anunció que se crearían doce centros de acogida más y que se rehabilitarían las infraestructuras de los campos ya existentes. Además de la necesidad de coordinar la gestión de las peticiones de asilo, las autoridades aseguraron que los refugiados no podían quedarse en los centros improvisados, no oficiales, dadas las condiciones precarias de los mismos.

Pero estas condiciones, según Acnur y otras ONG, no parecen haber mejorado. Varias organizaciones han mostrado su preocupación porque algunos campos oficiales se han construido en naves industriales abandonadas, con medios “deficientes”.

También lamentaron las formas con las que se procedió al desalojo, muy similares a las que se están sucediendo hoy en Eko. “La alternativa a lo inhumano no debería ser lo desconocido y lo incierto. Esto no puede ser considerado una reubicación voluntaria ya que estas personas no tenían otra opción, carecían de información adecuada y la asistencia en el campo fue drásticamente reducida”, dijo Loïc Jaeger, coordinador general de Médicos Sin Fronteras en Grecia.

“Es horroroso, no se puede estar aquí”

Algunos voluntarios han podido contactar con varios de los refugiados que han sido trasladados desde Eko a un campo oficial, aunque todavía, ni ellos mismos saben a dónde les han llevado. “Nos ha mandado una foto y nos ha dicho 'Esto es horroroso, no se puede estar aquí', mientras nos describía un poco las condiciones. Dice que quieren volver a Eko, y nos ha mandado esta foto”, explica Marta Juan.

Esta semana ella y otros voluntarios han visitado Sindos Frakapor y Oreo Kastro, dos de los campos de refugiados “oficiales” de la península a los que se traslada a estas personas tras el desmantelamiento de los asentamientos improvisados de Idomeni o Eko. “Son, literalmente, barracones con nada alrededor. En el primero hay casi 600 personas y solo 4 lavabos, mientras que en el segundo habrá unos 15 lavabos y 30 duchas, pero en este último se hacinan más de 1.400 personas”, explica.

Ares, otra voluntaria española, muestra su preocupación por el futuro de estas personas, cuyas condiciones en Eko eran “mucho mejores”, dice. Allí, gracias a la labor coordinada de varios voluntarios se creó el EkoProject, por el cual se garantizaba una cocina autogestionada con la que se daba de comer a todos los residentes del campo, una escuela a la que podían ir niños de todas las edades, un espacio de juegos para niños, una jaima para mujeres y otro lugar reservado para los bebés.

“Ahora no sabemos si en los campos a los que se los han llevado podremos entrar los voluntarios. Creemos que no, porque son militares, y aunque son abiertos, la gestión es muy distinta”, asegura Ares.

Más desalojos en los próximos días

Según los planes de las autoridades griegas, está previsto que en los próximos días continúen los traslados y se desmantelen los campos de Evzones, que acoge a 827 personas, y el de otra estación de servicio de esa misma localidad, en la que pernoctan 1.109 refugiados y migrantes.

Una vez concluidos estos preparativos se espera que concluya también el desalojo del puerto del Pireo, donde continúa habiendo 1.300 personas.

En estos momentos hay 57.194 personas repartidas por todo el país, entre quienes están en campos oficiales, quienes aún permanecen en algunos de los “extraoficiales” que quedan sin desalojar, y las más de 8.000 que viven encerradas en centros de detención militares en las islas griegas, a donde se lleva a todos aquellos que hayan llegado al país después del 20 de marzo, día en que entró en vigor el acuerdo entre la UE y Turquía.

Según informan voluntarios desde Lesbos, la isla por la que entraron la mayoría de refugiados y migrantes al país heleno, las llegadas se han reducido drásticamente desde la puesta en marcha del acuerdo, pero hay indicios de que en los próximos días podría producirse un repunte, debido a la posible falta de entendimiento entre los 28 y el país de Erdogán, por la que aún no se ha efectuado el pago de los 3.000 millones de euros inicialmente prometidos.

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