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Más de mil personas migran juntas por México en un 'viacrucis' con destino a EEUU: “¿Por qué nos matan?”

El 'viacrucis' de migrantes a su paso por Tapachula, en la frontera sur mexicana.

Icíar Gutiérrez

Pesa el cansancio, pero también las ganas de llegar. “Aquí estamos y no nos vamos, y si nos echan, nos regresamos”, gritan a coro en cada localidad que pisan. Cientos de personas centroamericanas en situación irregular se unieron el pasado domingo para migrar juntas por México y, durante el trayecto, exigir un “trato digno” y defender sus derechos como migrantes y refugiados.

“Deseamos llegar a ser uno solo, apoyándonos hombro a hombro y demostrar que unidos podemos derrumbar fronteras”, señalan los organizadores del denominado 'Viacrucis migrantes en lucha'. Esta idea inspira la caravana a la que se han sumado más de 1.500 personas: viajar unidas para sentirse más seguras frente a los peligros que, denuncian, se topan en el trayecto migratorio hasta EEUU, donde desean solicitar asilo.

“Son muy conscientes de que muchos no podrían viajar o tendrían mayor miedo de ser detenidos si migraran en solitario. En los puestos de control fronterizo, pasamos caminando y organizados, no hay ese temor a corretear o a que los vayan a detener”, explica Gina Garibo, una de las activistas que se encarga de coordinar la marcha, en una conversación con eldiario.es. 

A la caravana se han unido personas de todas las condiciones: mujeres solteras, familias enteras, hombres con sus hijos, adolescentes no acompañados. Muchas ya habían decidido huir de sus países antes de unirse a la marcha, o permanecían varadas en zonas fronterizas, explican desde Pueblos Sin Fronteras, la organización que ha impulsado la iniciativa.

“Desean llegar a la frontera y pedir asilo. La mayoría huye de la violencia de las pandillas, de la extorsión y también de abusos policiales”, apunta Garibo. La caravana acumula varias ediciones, pero los asistentes se han multiplicado este año y proceden, sobre todo, de Honduras. “En torno al 80% son hondureños expulsados por la violencia de carácter político y la presencia de militares en las calles”, subraya. Según indica, muchos cantan “¡Fuera JOH!”, en referencia a Juan Orlando Hernández, reelegido presidente bajo acusaciones de fraude electoral. También se han sumado una veintena de personas LGTBI con diversas identidades de género y orientaciones sexuales.

Rumbo a EEUU

La mayoría llegó a México tras cruzar el río Suchiate, que separa el país de Guatemala. Se unieron al grupo pocos kilómetros después, en Tapachula (Chiapas), en la frontera sur. Otros se han ido sumando durante el trayecto. La caravana  avanza estos días por diferentes municipios rumbo al norte y se espera que durante la próxima semana lleguen a Puebla, en el centro del país, donde se brindará asesoría legal para quienes deseen pedir protección internacional en México.

Después optarán por varias rutas, como atravesar el estado de Sonora, para llegar a Estados Unidos y solicitar asilo, mientras el país vecino avanza en objetivo de endurecer el control fronterizo. El pasado domingo, el mismo día en que arrancó la caravana, el presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que la construcción del muro fronterizo con México comenzará “de inmediato”, después de que el Congreso aprobase una partida de 1.600 millones de dólares destinada a ello.

Los asistentes dirigen sus reivindicaciones a la administración Trump, pero también a las autoridades mexicanas. “Hacemos esto porque los gobiernos de México y EEUU no están atendiendo la crisis de refugio y desplazamiento forzado en Centroamérica y tratan de 'controlar el flujo' en vez de reconocer el estatus de refugiado y atender las raíces de la migración forzada”, explica Alex Mensing, coordinador del proyecto.

La población desplazada por la violencia en Honduras, El Salvador y Guatemala ha aumentado en los últimos años, según la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur). En 2017, hubo 125.000 nuevas peticiones de protección internacional de personas procedentes de estos países, calcula el organismo. El viacrucis reclama a los países centroamericanos el fin de la corrupción y de las “muertes impunes”.

“En la caravana a nadie se asesina, a nadie se viola”

Los migrantes comienzan su camino pronto, a las cinco de la mañana, para evitar las horas más duras de sol. Lo hacen a pie y en 'combis' [furgonetas], llevando con ellos pocas pertenencias. En la mayoría de los pueblos organizan manifestaciones y se reúnen con autoridades políticas. Descansan en espacios públicos, como los parques, donde organizan debates o visionados de películas. “Por la magnitud del grupo hasta ahora no nos hemos podido meter en ningún albergue”, indica Garibo.

A lo largo del trayecto también han recibido el apoyo de la población local. “En Huixtla hubo muchas donaciones, nos llevaban huevos, leche, zapatos, medicamentos... Te preguntan qué estamos haciendo, los motivan”, resume la activista.

Aunque desde el colectivo explican que no cuentan con autorización oficial para la caravana, las autoridades migratorias por el momento no han puesto obstáculos y están dejándoles pasar. “Cuando van solos los detienen, los encierran y los devuelven. La diferencia es que ahora tienen poder colectivo y fuerza moral, pero la posibilidad de que los detengan sigue existiendo”.

Está previsto que el grupo se suba a La Bestia, el peligroso tren de carga en el que los migrantes tratan de alcanzar EEUU, aunque los activistas indican que esta acción dependerá de los flujos de trenes y aseguran que por el momento están tomando medidas de seguridad.

Así, uno de sus principales objetivos es visibilizar los peligros y exigir el fin de los abusos que sufren los migrantes durante su periplo por México. Por esta razón, aunque en el grupo caminan personas con distintas confesiones religiosas, han decidido hacer coincidir la protesta con la Semana Santa y denominarla 'viacrucis', el rezo con el que la tradición cristiana conmemora las diferentes etapas vividas por Jesús hasta su muerte.

“Se usa ese simbolismo para hacer reflexionar sobre el sufrimiento, pero también la lucha, del migrante que camina y a quien todos le atacan, pero que siempre caminará. Se dice que la ruta migratoria para un centroamericano es un verdadero calvario”, señala Mensing.

“¿Por qué nos matan? ¿Por qué nos asesinan? ¡Si somos la esperanza de América Latina!”, es otra de las consignas más coreadas durante el trayecto. Hace un año, Médicos Sin Fronteras alertó de que un 92% de las personas atendidas en México había sufrido violencia en su país de origen o mientras migraban a Estados Unidos.

“Sufren muchísima extorsión por parte de policías y agentes de migración, detenciones, deportaciones a países donde su vida corre peligro y pueden ser asesinados, agresiones sexuales a más de la mitad de las mujeres que migran. Muchos son asaltados y robados, he conocido a varios que llegan a albergues casi muriéndose de machetazos, les secuestran para extorsionar a sus familiares, también se aprovechan laboralmente de ellos”, resume el activista.

Tras varios días de caminata, pesa el cansancio, pero les empuja saber que, frente a estos riesgos, están juntos. “En la caravana a nadie se asesina, a nadie se viola, nadie es extorsionado ni detenido. Siempre está el riesgo, pero es muchísimo menor por la autoorganización y el cuidado de los compañeros”, sentencia Mensing.

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