Jesús es un ebanista de 39 años, autónomo trabajando por cuenta propia desde 1998 y uno de tantos pequeños comerciantes españoles que la crisis ha puesto en jaque. Paga regularmente los impuestos que le corresponden: el 19% de sus ingresos para ser exacto. Es normal que Jesús se lamente cuando se entera que muchas de las grandes compañías españolas pagan en promedio apenas el 5% de impuestos sobre sus beneficios cuando deberían de haber estado pagando 6 veces más. Y su lamento se transforma en enfado, cuando comprueba que, desgraciadamente, pagar impuestos ha dejado de ser ese “seguro social” que le proporcione educación, sanidad y protección social (desempleo, jubilación, etc.) gratuita y de calidad.
No es casual que las grandes empresas (no solo en España, sino en todo el mundo) logren pagar menos impuestos que los que les corresponden. Es un esfuerzo deliberado y consciente de aprovecharse de beneficios fiscales, vacíos y grietas en el sistema, que no llegan al conjunto de la ciudadanía. Estas prácticas empresariales se conocen como “ingeniería fiscal”, o “planificación fiscal agresiva”: estirar la ley para crear estructuras complejas que llevan a filiales en paraísos fiscales donde se trasladan artificialmente sus ganancias. Los beneficios (y los impuestos que corresponderían) no se quedan donde se producen, se “fugan” a territorios de nula o baja tributación. Todo amparado por la falta de transparencia y por la connivencia entre los grupos empresariales y los legisladores.
No se trata de unas pocas manzanas podridas sino de un problema sistémico con dimensiones escandalosas. Las instituciones internacionales han intentado reaccionar ante él: hace 2 años el G-20 tuvo la iniciativa para poner en marcha una reforma del sistema fiscal global, el llamado proyecto BEPS (Erosión de las Bases imponibles y Traslado de Beneficios). Desafortunadamente, lejos de tapar las grietas, el plan que encargaron a la OCDE se queda muy corto. Jesús, el ebanista, no dudaría en calificarlo de auténtica chapuza.
Si de verdad el plan se queda solo en esto, será otra oportunidad perdida, otra promesa frustrada, otro ‘coitus interruptus’ de la lucha contra la desigualdad. Aquí hay algunas claves que sirven para entender los ejes de desigualdad que no se atajan en este plan:
Sobre la mesa del G-20, reunido en Lima junto con otros poderosos actores como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, está valorar esta propuesta que se confirmará en noviembre. Muchas voces de la sociedad civil (como Oxfam y la Alianza global para la justicia Fiscal) sabemos que la propuesta es insuficiente y que es imprescindible que se diseñe una segunda generación de reformas para lograr un sistema fiscal justo y eficaz en el mundo.
El futuro de Jesús, el de miles de niñas y niños de Sierra Leona, el mío y el de millones de personas se juega en este tipo de decisiones. Queremos que la reforma del sistema fiscal internacional llegue hasta el fondo del problema, que escuche la voz de los afectados, que acabe con la opacidad y la injusticia flagrante y que contribuya generar los recursos necesarios para financiar el desarrollo y el bienestar.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
