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España y el sur se preparan para una dura batalla con Holanda por un fondo sin precedentes para la recuperación

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la canciller alemana, Angela Merkel, en Bruselas el 17 de octubre de 2019.

Andrés Gil

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Es un debate sobre cómo adaptarse a las necesidades del momento histórico. Los cálculos hablan de una caída del PIB de hasta el 10% en la Unión Europea. En consecuencia, la inyección económica no debería ser inferior a 1,5 billones de euros para intentar volver lo antes posible a la situación previa a la crisis sanitaria. En principio, las fuentes diplomáticas consultadas coinciden en que hay “una masa crítica amplia” con respecto a la necesidad de “grandes cantidades” de dinero.

Los líderes de la UE se reúnen este jueves en un Consejo Europeo que prevé aprobar lo que dejó visto el último Eurogrupo –más de medio billón de euros entre el MEDE (240.000), el BEI (200.000) y el SURE (100.000), para que entren en vigor el 1 de junio próximo– y marcar unas directrices a la Comisión Europea para que elabore, en las próximas semanas, un plan de recuperación. En la definición de estas directrices se dará la batalla: por su diseño, su financiación y sus características,

Así, España ha puesto sobre la mesa una cifra de 1,5 billones, mientras que Portugal lo eleva a 1,6 billones, una cantidad que, según publicaba este miércoles El País, está entre los planes de la Comisión Europea, si bien Bloomberg sostenía que Bruselas hablaba de llegar movilizar hasta dos billones de acuerdo con un borrador al que también ha tenido acceso eldiario.es. Movilizar, eso sí, a partir de unos 320.000 millones a los que Bruselas aplica multiplicadores.

Sea como fuere se va a necesitar muchísimo dinero para intentar la recuperación ante la caída libre que están sufriendo las economías europeas.

“El objetivo es restaurar el crecimiento y el empleo lo más rápido posible, creando resiliencia y anclando las transiciones [ecológica y digital] en la recuperación al tiempo que se incorporan las lecciones aprendidas de la crisis en la estrategia de recuperación”, afirman las líneas generales con las que trabaja la Comisión Europea ante la cumbre de líderes de este jueves.

Hasta ahí, parece que hay cierto consenso. Los problemas vienen cuando se habla de cómo financiar ese fondo, de si ese 1,5 billones que necesitarán los países irá en transferencias para la inversión en actividad económica o será a través de préstamos. Y si ese dinero se conseguirá emitiendo deuda desde la Comisión Europea o no.

España, Italia, Francia y Portugal, los países que propusieron eurobonos al principio del proceso, están transitando hacia una suerte de bonos europeos: deuda emitida no por los Estados sino por instituciones federales como la Comisión. Una deuda que, según España debe tener carácter perpetuo, algo en Holanda no entienden: “Sería muy extraño que la Comisión Europea emitiera deuda perpetua, eso es algo que han de hacer los Estados, no la Comisión”.

“Perpetuo es un término difícil de digerir”, tercia otra fuente comunitaria.

Y el otro problema es la dicotomía entre trasferencias y créditos. España y el sur defienden la necesidad de las transferencias, al igual que la mayoría de la izquierda europea y los verdes, mientras que el norte, sobre todo los cuatro frugales –Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia–, con el apoyo de Alemania y Finlandia, defienden lo contrario.

“Quien necesite el dinero, debe pedirlo prestado, a buenas condiciones, invertirlo bien y luego devolverlo”, explica una fuente diplomática holandesa: “Es como funciona la economía”.

Las líneas en las que está trabajando la Comisión Europea, a las que ha tenido acceso eldiario.es, prevén “reforzar” el presupuesto de la UE 2021-2027 (el Marco Financiero Plurianual, el MFF) con “la integración de un fondo de recuperación temporal y específico de 300.000 millones”.

“El Instrumento de Recuperación, por su parte, será limitado en el tiempo y específico, y permitirá a la UE alcanzar hasta 320.000 millones en los mercados para financiar políticas claves e instrumentos para apoyar la recuperación a través de los programas de la UE”, dice Bruselas. Así, según el proyecto del plan, la UE integraría un fondo de recuperación de 300.000 millones de euros en el presupuesto 2021-2027 y tomaría prestados 320.000 millones en los mercados de capitales.

“El plan se financiará también a través del Instrumento de Recuperación y de recursos propios del MFF [el presupuesto de la UE]”, que pueden ser nuevos impuestos que están previstos, como el digital o al carbono, etc.

Bruselas, además, habla de un nuevo “Mecanismo de Recuperación y Resiliencia cuyo objetivo es ayudar a los Estados Miembros a reconstruir sus economías con un presupuesto de 200.000 millones para planes de recuperación de los Estados miembros. Este plan se basaría en el BICC [presupuesto de la zona euro, aún en proyecto] o el CRI [instrumento de convergencia para los países sin euro, también en proyecto] y podría activarse a partir del 1 de enero de 2021”.

Además, la Comisión explica que están “adelantando y reutilizando 50.000 millones de euros de fondos de cohesión en 2021 y 2022 con el objetivo de restaurar los mercados laborales, los sistemas de atención médica y las PYME”.

“También proponemos dos fondos europeos para proteger y fortalecer el mercado interior”, dice Bruselas en sus líneas generales: “El primero para ayudar a las empresas a reconstruir su capital; el segundo, para las cadenas de suministro europeas. Ambos fondos generarían inversiones de 200.000 millones de euros cada uno. Los Estados miembros también pueden destinar dinero a estos fondos para aumentar aún más su potencia de fuego”.

“En total”, dice la Comisión, “las nuevas propuestas podrán generar al menos 2 billones de inversión y gasto [aquí Bruselas aplica multiplicadores a los euros desembolsados que no explica]; fuertemente orientados a la recuperación y la resiliencia”. Según El País, la cifra sería algo inferior: “El plan pasa por la ampliación temporal del techo de gasto, que generará un margen de maniobra presupuestaria para emitir más de 323.000 millones de euros en deuda, unos bonos europeos que se beneficiarán de la excelente calificación crediticia de la UE. Bruselas calcula que las diferentes fórmulas de apalancamiento de ese capital permitirá movilizar, al menos, billón y medio de euros. Pero no descarta que se supere esa cifra y se rebasen los 1,6 billones, cifra superior al 10% del PIB de la UE, que era uno de los objetivos que se había marcado Bruselas”.

En todo caso, a diferencia del plan español que habla de 1,5 billones nuevos conseguidos de emitir deuda, la Comisión habla de hasta dos billones, pero no de dinero nuevo, sino de montos con efectos multiplicadores.

Sea como fuere, para hacerlo, es necesario aumentar el techo de gasto de recursos propios, que según el Marco Financiero Plurianual está limitado al 1,2% del PIB, y para ello requiere ratificación de los parlamentos nacionales: los cálculos hablan de que para 2021-2023 pudiera alcanzar el 1,9% del PIB europeo.

Los planes de la Comisión son conjugar, precisamente, los préstamos y las transferencias. No obstante, queda aún mucho por tratar, en un Consejo Europeo de este jueves que le dé directrices a la Comisión Europea para concretar el fondo de recuperación. “No es una propuesta oficial ni que esté sobre la mesa ni definitiva”, dicen fuentes diplomáticas: “Lo más importante es hacer compatible la arquitectura con los calendarios y la forma final del paquete”.

En todo caso, como quería Angela Merkel, las propuestas de Bruselas de la Comisión pasan por enganchar el plan de recuperación en el presupuesto de la UE. Lo mismo que plantea España ahora; lo mismo que aprobó el Parlamento Europeo el pasado viernes. “Ya no están sobre la mesa los eurobonos”, reconocen las fuentes diplomáticas.

“Todos los líderes están teniendo contactos”, explican fuentes comunitarias, “lo importante es lo que va a suceder mañana sin exagerar la importancia decisiva. Es un proceso por fases”. La primera, consiste en que los líderes aprueben el jueves lo que dejó preparado Eurogrupo: más de medio billón de euros entre el MEDE (240.000), el BEI (200.000) y el SURE (100.000), para que entren en vigor el 1 de junio próximo.

“Existe la constatación de que necesitamos un plan de recuperación con cantidades muy importantes”, explican las fuentes diplomáticas, “y la dificultad obvia, en un contexto de recesión profunda, de incrementar la capacidad de generar recursos. Todo esto te lleva a una conclusión: un instrumento específico que genere recursos. Incluso los halcones del norte se dan cuenta que si queremos dar recursos extraordinarios necesitamos una vía extraordinaria.

“Las ideas de la Comisión”, explican las fuentes, “que hace un esfuerzo de ampliar los márgenes para apalancar el presupuesto comunitario tiene el mérito de que nos permite hacer una operación de gran envergadura sin salir de la cáscara comunitaria. Queda rematarlo con el fondo de recuperación y el MFF”.

En este sentido, las fuentes diplomáticas destacan dos elementos: “Si no salimos de esta crisis de una forma razonable con unos instrumentos razonables, es difícil que el mercado único se mantenga con las características que tiene ahora”. Es decir, si el sur no tiene dinero, no puede comprar lo que se fabrica en el norte, con lo que el norte se convertirá en sur.

“Es muy importante que en el paquete haya un elemento de inversión y gasto que no se traslade de forma insostenible. El préstamo tiene otra dinámica, de endeudamiento, que puede tener su interés como el MEDE, el SURE, si las condiciones de mercado se deterioran. Pero necesitamos inversión parta salir todos juntos”, explican fuentes comunitarias: “Los holandeses se dan cuenta de que una posición muy doctrinaria en una crisis de quien vive del mercado interior... A lo mejor el primer arrebato populista te dura lo que te dura”.

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