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La unión bancaria provoca una fuga masiva de inspectores del Banco de España

Grafiti en el muro de la nueva ubicación del BCE con Angela Merkel y Mario Draghi como los protagonistas de Casino Royale. / EFE

Belén Carreño

A los inspectores del Banco de España, uno de los cuerpos más elitistas entre los empleados públicos españoles, también les toca emigrar a Alemania. La recién aprobada unión bancaria tiene como punto fuerte agrupar la supervisión financiera de las grandes entidades financieras en un único organismo, el Mecanismo Único de Supervisión (MUS por sus siglas en español). El efecto colateral es chocante: los bancos centrales de cada país dejarán de ejercer la principal de sus funciones y, por lo tanto, les sobrará personal.

Antes de que toque hacer un ajuste de plantilla, algo posible ya que el personal del Banco de España es laboral y con la reforma laboral ya se podría llegar a hacer un ERE, los inspectores del Banco de España se están yendo motu proprio. Según fuentes internas, hasta 150 inspectores, de los 227 que hay en la actualidad, se han presentado a alguna de las plazas que oferta el Banco Central Europeo, que está en plena captación de recursos humanos, y es posible que se vayan alrededor de 60, siempre tomando como fuente especulaciones que desde el Banco rehúyen confirmar.

El BCE, con sede en Fráncfort, dotará con hasta 1.000 empleados al Mecanismo Único de Supervisión. De estos, 770 se dedicaran a ejercer directamente labores de supervisión, esto es, la misma labor que desempeñan en el Banco de España. El proceso de selección es abierto y cualquier ciudadano con la formación adecuada puede participar. Por ejemplo, personal que trabaje en los departamentos de regulación de bancos. Esto hace que además de los inspectores pueda haber otros muchos españoles que consigan la plaza.

Según fuentes del BCE, al menos 300 personas han sido ya contratadas para comenzar a hacer las labores de preparación, pero será después del verano cuando desembarque el grueso de la plantilla. Según ha podido saber este diario, una remesa de inspectores españoles comenzará a trabajar ya en Fráncfort el 5 de mayo, aunque desde el Banco de España han declinado dar cifras exactas de cuántos se van en este primer turno. Aparentemente, estos primeros empleos son contratos temporales, y será cuando se fijen las bases del MUS cuando se cierre la contratación definitiva, ya que debe estar a pleno rendimiento el 4 de noviembre.

La emigración desde el que otrora fuera considerado uno de los cuerpos más prestigiosos de España tiene todo el sentido. Los inspectores que se queden estarán relagados a tareas de “apoyo” en la supervisión que se haga desde Fráncfort. Prácticamente todo el sistema financiero español está incluido por el tamaño de sus entidades bajo el paraguas de las nueva supervisión. Se libran solo las cooperativas de crédito y Caja Ontinyent o Caixa Pollença, por ejemplo. Esto supone que los inspectores que se queden en el Banco deberán ejercer sus funciones de supervisión en entidades menores y rurales, sin posibilidad de hacer carrera.

Más salario y más oportunidades

Otro elemento clave es, cómo no, el sueldo. Los inspectores del Banco de España siempre han tenido una de las mejores remuneraciones del sector público, por sus generosas dietas (pasan largas temporadas fuera de casa empotrados en entidades financieras), y por su plan de acción social que incluye plan de pensiones y otras prebendas como viviendas de verano o una ayuda familiar que puede llegar a los 900 euros al año. Baste recordar que el sueldo del gobernador del Banco de España está próximo a los 200.000 euros. Sin embargo, cualquiera de estas ventajas palidece al lado de las condiciones que ofertan en Fráncfort.

Así, el personal que ejerce labores de supervisión tendrá un sueldo de entrada desde 65.000 euros hasta 120.000 euros, dependiendo de la categoría laboral. Esto para empezar a trabajar. Al sueldo, hay que añadir una ayuda para la vivienda de al menos un 5% del sueldo mensual, 325 euros mensuales por cada hijo dependiente menor de 26 años, una ayuda para la escolarización que puede llegar a los 500 euros mensuales por hijo, e importantes ayudas para los expatriados (hasta un 16% más del sueldo y todo tipo de facilidades), en caso de que tengan que ejercer sus funciones fuera de su país.

Así las cosas es lógica la desbandada de personal que la institución intenta relativizar. Lo cierto es que en el criterio de selección del nuevo organismo no hay cuotas por países ni siquiera se valora el haber trabajado ejerciendo labores de supervisión en un banco central miembro. Obviamente, es positivo para España que el mayor número posible de nacionales integren el nuevo mecanismo por la relevancia que tiene.

Pero, a la vez, y aunque sea con estas funciones menores, el Banco de España tiene que seguir funcionando. Esto hará, como reconocen desde la institución, que se refuerce la oferta pública de empleo en las próximas convocatorias. Ya en la última se dobló el número habitual de posiciones abiertas y se convocaron en concurso 25 plazas.

Los inspectores que no se quieren marchar a Alemania están buscando acomodo en otros puestos de trabajo. Algunos opositan a inspectores de Hacienda o inspectores de Seguros, cuerpos en cierta forma similares (sobre todo el de Seguros) al del Banco de España. También, cómo no, son fichados por los supervisados, esto es, por las entidades financieras.

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