Bruselas ignora a Syriza y mantiene la austeridad: “Grecia tiene que seguir con las reformas”
La Comisión Europea no se da por aludida con Grecia. Da igual que por primera vez desde que arrancó la crisis un partido abiertamente contrario a la austeridad marcada por Berlín, Fráncfort y Bruselas vaya a gobernar uno de los 28 países. Incluso da igual que por primera vez un partido de la izquierda denominada radical se haya impuesto holgadamente en un país de la Unión Europea (no hay precedentes siquiera durante la Guerra Fría, excepto en los países del lado oriental del muro). Este lunes, el portavoz de Jean-Claude Juncker, Margaritis Schinas (griego de Tesalónica, precisamente), dijo que las únicas declaraciones que haría con relación a la victoria de Syriza serían las siguientes: “Grecia ha hecho progresos admirables y estamos dispuestos a ayudar a este país a afrontar los desafíos que le quedan”.
Schinas precisó que los desafíos eran “las reformas” pendientes. Sin embargo, estas ya estaban pendientes con el anterior Ejecutivo del conservador Samaras, al descarrilar en diciembre las negociaciones entre Grecia y la troika a falta de un último tramo de 3.600 millones de euros (a cambio de más recortes) correspondiente al plan de rescate heleno.
Pero la Comisión Europea priorizó otras cuestiones al cambio político en Grecia. Margaritis Schinas avanzó primero la visita del secretario del Tesoro de EE UU, Jack Lew. Después introdujo un acuerdo, que se firmará este lunes en Madrid, según el cual se desbloquean 3.200 millones de euros para financiar pymes, iniciativa que apenas ha tenido repercusión en España. Finalmente, realizó los comentarios ya citados sobre Grecia y la necesidad de proseguir con las medidas de austeridad. Todo supo a poco.
Los periodistas preguntaron a Schinas sobre la interferencia de Juncker en la campaña griega y sobre el pacto de Syriza con los supernacionalistas de Anel. “No voy a especular con eso. Los hechos aún están por desarrollarse”, dijo el portavoz. La Comisión pasó así de puntillas sobre una situación insólita: la llegada al Gobierno de un partido que choca frontalmente con las directrices comunitarias sobre la austeridad y la deuda.
Juncker, que comparecerá junto al secretario del Tesoro norteamericano, todavía utiliza un tono más bronco que el de sus portavoces. Sobre la conferencia de acreedores que prevé el inminente primer ministro heleno, Alexis Tsipras, para anular parte de la deuda, el luxemburgués afirmó la semana pasada no tener “intención alguna de participar en una conferencia similar”.
En la tarde del lunes, Bruselas avanzará un poco más sus intenciones al término de la reunión del Eurogrupo, el cónclave informal de ministros de Economía y Finanzas de la eurozona que precisamente celebra su encuentro mensual al amanecer de la victoria de Syriza. El presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, señaló en los prolegómenos de la reunión que “pertenecer a la zona euro significa respetar los acuerdos”.
Todavía no ha concluido, pues, el segundo paquete de ayuda a Grecia, que ya muchos dan por muerto, y cualquier intento de negociar un tercero. En teoría, parece que las negociaciones irán en otro sentido. De hecho, se diría que Syriza empieza tímidamente a ganar aliados en forma de Ejecutivos de países periféricos golpeados por la austeridad que no comparten la ideología de Syriza. El ministro de Exteriores irlandés, Michael Noonan, aseguró que su país secundaría una convocatoria dirigida a revisar los acuerdos contraídos por Grecia e Irlanda, pero también España y Portugal. Nada en Bruselas será igual a partir del 26 de enero de 2015.