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Los contratos formativos fracasan en España: solo uno de cada diez termina en indefinido

Las mujeres tienen menos posibilidades de incorporarse a una empresa después de hacer prácticas

Analía Plaza

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Los jóvenes serán uno de los colectivos más golpeados por la crisis. La precariedad y la alta temporalidad, características del mercado laboral español, tienen especial incidencia entre los menores de 30 años. Además, a medida que pasan los días se constata que la recuperación les deja atrás: según los últimos datos de la Seguridad Social, solo se ha recuperado el 23% del empleo juvenil destruido en el confinamiento, mientras que en mayores de 40 años el porcentaje alcanza el 87%.

En este contexto, la autoridad fiscal independiente (AIReF) ha recomendado al Gobierno que concentre sus esfuerzos en ellos promoviendo incentivos a la contratación. Este tipo de incentivos van dirigidos a las empresas y son dos: o bonificaciones (que corren a cargo del SEPE) o reducciones en las cuotas a la Seguridad Social.

En un informe que analiza todos los incentivos vigentes en España entre 2012 y 2018, la AIReF concluye que estas medidas funcionan en momentos y colectivos concretos. “Los incentivos a la contratación no pueden ser una herramienta para reformar nuestro mercado de trabajo”, señaló este martes su presidenta, Cristina Herrero. “Pero si están bien diseñados pueden ser eficaces en momentos puntuales. Ahora mismo, por ejemplo, podría ser eficaz utilizar planes temporales para ayudar al empleo de los jóvenes”.

El problema es que hasta ahora esos planes no han ido del todo bien. La AIReF ha analizado el impacto de las medidas dirigidas a convertir contratos temporales en indefinidos en los últimos años. Desde 2012, estas se concretan en bonificaciones a contratos de prácticas, de relevo o de sustitución por jubilación (si pasa a indefinido, la empresa recibe una bonificación de entre 500 y 700 euros anuales durante tres años, dependiendo de si el trabajador es hombre o mujer) y a contratos de formación o aprendizaje (entre 1.500 y 1.800 euros, también dependiendo del género). Otros programas similares —como el de Primer empleo joven o el programa excepcional para la transición hacia la contratación estable— son irrelevantes: apenas generan conversiones a indefinidos.

España es uno de los países europeos con menor probabilidad de pasar de temporal a indefinido: un 8%

Solo el 11% de los contratos de formación acabaron en indefinidos en la misma empresa. Apenas uno de cada diez. El 71% de los contratos analizados no tuvieron continuidad, el 13% pasaron a ser contratos temporales y el 5%, nuevos contratos en prácticas.

Independientemente de los contratos analizados, la realidad es que España es uno de los países europeos con menor probabilidad de pasar de temporal a indefinido: un 8%. El coste para las arcas públicas de estas bonificaciones entre 2012 y 2018 fue de 223 millones de euros. El grueso del coste de los incentivos se lo lleva la tarifa plana para autónomos, una bonificación en las cuotas de la Seguridad Social para quienes empiezan que ha supuesto 3.500 millones de euros en el período analizado.

Cuanto más corto sea el contrato, más difícil es quedarse en la empresa

¿Por qué sucede esto, si uno de los fines de los contratos formativos es precisamente la creación de empleo estable? El quid de la cuestión está en el tiempo de duración del contrato. Si uno está dos o tres años formándose en una compañía, tiene más posibilidades de quedarse indefinidamente después. Pero el 75% de los contratos de formación dura menos de 18 meses, lo que reduce su eficacia. Por género y sector, el informe concluye que los hombres se benefician más de la conversión que las mujeres (60% frente a 40%) y que los sectores que más convierten son los servicios (restauración, comercio), la industria manufacturera y la construcción.

Tanto los contratos de formación como los de prácticas (para los que es necesario haber cursado alguna titulación universitaria, grado medio o FP en los cinco años anteriores) están dirigidos a jóvenes. La AIReF destaca que apenas un 1,4% de los jóvenes que cumplían los requisitos para acceder a un contrato formativo llegó a formalizar uno en 2018, con lo que su impacto es aún más limitado.

Otros estudios citados por la autoridad fiscal son aún más radicales y concluyen que los contratos formativos en España no sirven para nada: ni mejoran la empleabilidad de los jóvenes ni su estabilidad posterior. Fermín López y Begoña Cueto, de la Universidad de Oviedo, argumentan que “se usan por ser baratos al estar subvencionados y ser flexibles, en lugar de mejorar las cualificaciones de los jóvenes con menor nivel educativo”.

Es peor entrar a una empresa en prácticas que de forma temporal: la probabilidad de quedarse es un 20% menor

Sin embargo, tanto la autoridad fiscal como otros académicos citados consideran que si los contratos de formación son largos tienen más posibilidades de éxito y que quizá no ayuden a un contrato indefinido en esa empresa, pero sí en otra. Este último dato sale del estudio 'El contrato en prácticas en España: crónica de un fracaso anunciado', publicado por Sara de la Rica, Lucía Gorjón e Imanol Lizarraga el pasado mes de julio. Los autores analizan solo el contrato en prácticas (y no este y el formativo, como la AIReF) y concluyen que es mucho peor entrar a una empresa en prácticas que de forma temporal: la probabilidad de quedarse es un 20% menor

“Este resultado podría interpretarse como un claro fracaso del contrato en prácticas en España, puesto que además de jugar en contra de sus objetivos fundamentales lastra aún más la estabilidad laboral de los jóvenes”, observan. La única parte “positiva” es que las prácticas aumentan la posibilidad de encontrar trabajo en otra empresa: es decir, que estos contratos actuarían como empleos transitorios mientras uno busca una oportunidad mejor.

“Los resultados sugieren que los jóvenes utilizan este contrato como puente mientras buscan un mejor empleo”, concluyen los autores. “Y las empresas, como forma de reducir sus costes laborales”.

Mejor formación sin límite de edad

Pese al fracaso español, la AIReF insiste en que “existe amplio consenso en la literatura sobre la eficacia de los contratos de formación y aprendizaje en la inserción laboral”. Por eso, más allá de eliminar los contratos formativos, recomienda ampliarlos: quitar el límite de edad y extender la formación a toda la vida laboral de una persona. España se fija así en lo que hacen Francia, Portugal, Dinamarca o Suecia. “Los incentivos se asocian estrechamente con los contratos formativos y, en general, con la formación de los trabajadores sin límite de edad”, señala el informe. Se trata de centrarse y mejorar la empleabilidad de los colectivos con más difícil acceso al mercado.

“Habría que mejorar el componente formativo y eliminar la edad”, explicó Herrero durante la presentación. “La formación aparece vinculada a los jóvenes, pero tendríamos que ir a una línea en la que pueda acompañarte en toda tu vida laboral”.

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