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Los datos bancarios del gasto de las familias señalan la bajada de la inflación en los supermercados

Una persona observa productos en oferta en un supermercado de Bilbao.

Daniel Yebra

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Por fin, después de cerca de dos años de una aguda crisis de inflación, se observan las primeras señales de alivio para los bolsillos de las familias trabajadoras cuando compran en los supermercados o en los colmados, las fruterías o las carnicerías. La desaceleración del crecimiento de las compras con tarjetas bancarias de “bienes de primera necesidad” (principalmente alimentos) refleja una moderación de las subidas de precios. La clave está en que el consumo se mantiene fuerte, así que, efectivamente, el frenazo lo explica una menor inflación.

Los datos de Caixabank de los pagos de sus clientes muestran un incremento interanual del gasto en supermercados y tiendas de productos básicos del 8% en febrero. Es el tercer mes consecutivo en que el crecimiento de estas compras se quedan en una sola cifra (fue del 9% en enero y del 7,7% en diciembre), tras aumentar por encima del 10%, incluso del 20% y más, durante toda la recuperación de la actividad económica tras el shock de la pandemia en 2020.

Estas tasas han estado 'infladas' por las subidas de precios hasta ahora, que están recuperando la normalidad aunque “el crecimiento del consumo presencial y electrónico de los españoles se ha mantenido robusto”, apunta Zoel Martín Vilató, economista de Caixaban Research. Además, “el gasto en bienes de primera necesidad, por definición, suele reaccionar menos a los cambios de precio”, añade. Es decir, la desaceleración del gasto en alimentación no se debe a una caída de la demanda, sino a una moderación de su asfixiante encarecimiento de los últimos tiempos.



Sobre todo, desde que, en febrero de 2022, Rusia decidió invadir Ucrania y se dispararon la factura de la luz, los carburantes y, por tanto, los costes de las empresas. Desde entonces, la mayoría de los grandes grupos de la cadena de la alimentación han trasladado este aumento de los costes a los precios de venta para proteger sus márgenes de beneficio (o incluso han aprovechado para ensancharlos) y obtener más ganancias. Sin embargo, hasta el momento, no habían dejado pruebas de tomar el camino contrario pese al abaratamiento de la electricidad, y de la energía en general.

“La desaceleración del gasto en bienes de primera necesidad que observamos en el 'Monitor de consumo' [de Caixabank Research] es un fenómeno que lleva ocurriendo desde hace varios meses y refleja las menores tasas de inflación de los alimentos”, incide Zoel Martín, experto del servicio de análisis de Caixabank.

“La información en tiempo real apunta a que el consumo continúa creciendo [en el primer trimestre de 2024]. El gasto de los hogares se apoya en la disminución de la tasa de ahorro, en la creación de empleo y en la incipiente mejora de los salarios reales de los trabajadores [en buena parte gracias al incremento del SMI ó a la revalorización de las pensiones, y también por la contención de la inflación general, en especial de la energía]. Además, este repunte se da a pesar del aumento en los tipos de interés”, coincide el equipo de analistas de BBVA Research.

“La evolución del consumo presencial de tarjetas a lo largo de estos últimos meses ha seguido creciendo por encima del 5,3% y el 5,6% en enero y febrero. Con una inflación del 3,4% y el 2,8%, esto supone que, en términos reales, el consumo presencial ha seguido creciendo a un ritmo de más de 2 puntos porcentuales en términos interanuales”, precisa el experto de Caixabank Research.

Más evidencias de la bajada de la inflación

La esperanzadora señal de desinflación del gasto de las tarjetas bancarias viene precedida de otras evidencias. El IPC (Índice de Precios de Consumo) de los alimentos se moderó al 7,3% en diciembre de 2023 (respecto al mismo mes del año anterior), desde el 9% de noviembre. En enero de 2024, se quedó estancado en el 7,4%. Este indicador, que elabora el INE, ya venía descendiendo. En febrero de 2023 (en el mismo cálculo interanual), llegó a alcanzar el 16,6%.

La tasa del último febrero no se conocerá hasta el 14 de marzo, pero Estadística ya adelantó que los precios en los supermercados mostrarían “estabilidad” porque su punto de partida es precisamente el gran salto de febrero de 2023. O lo que es lo mismo, lo que avance el IPC de los alimentos en febrero de 2024 lo hará desde un nivel ya muy alto. Es lo que se conoce como “efecto base”.



Tampoco se sabe todavía el detalle, producto a producto, del IPC del pasado mes. Pero sí el de enero, y como se observa en el segundo gráfico de esta información, apenas 10 alimentos de la cesta de la compra de referencia del INE se han encarecido más de un 2% en los últimos 4 meses. Entre ellos, por supuesto, el aceite de oliva es el producto que más ha subido desde septiembre. En cambio, hasta 9 alimentos se han abaratado si se toma la misma referencia temporal.

La moderación de la inflación de los alimentos es especialmente relevante para los hogares con menos ingresos porque las compras en los supermercados o en las tiendas suponen un mayor porcentaje del gasto total cuanto menos se gana.



El Banco de España estimó recientemente que para las familias más pobres el dinero dedicado a alimentos supera el 20% de todo lo que gastan mensualmente. Mientras, para las más ricas ni siquiera es el 10%. Esta es la principal razón por la que el Gobierno de coalición ha mantenido la rebaja del IVA de los alimentos básicos al menos hasta junio.

La fortaleza del consumo

Este mismo viernes, Carmen Martínez, investigadora de la institución monetaria, publicó un informe en el que se indica que “las estrategias más utilizadas para hacer frente al repunte de los precios fueron la búsqueda de mejores alternativas de compra (por ejemplo, ofertas), y la reducción de los niveles de ahorro y de gasto, tanto en España como en la eurozona”.

“En nuestro país, los hogares han recurrido, en mayor medida que en el conjunto de los socios del euro, al crédito y a incrementos en su oferta laboral (buscando un segundo trabajo o trabajando más horas) como vías para amortiguar el impacto del incremento de los precios sobre el consumo, especialmente en el caso de los hogares con colchones de liquidez reducidos”, prosigue.

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