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La planificación fiscal de los Botín deja una herencia mermada a las arcas públicas

Emilio Botín interviene en la Junta de Accionistas de la entidad financiera en febrero de 1989 ante la atenta mirada de su padre y antecesor en el cargo. Foto: EFE/Andrés Fernández

Belén Carreño

La palabra herencia ha salido recurrentemente en las crónicas tras el fallecimiento de Emilio Botín en los últimos días. Su primogénita hereda un imperio, los santanderinos heredan su legado, el banco hereda su carisma, la Universidad hereda su altruismo... y un largo etcétera de sucesiones simbólicas que en poco se traducirán pecuniariamente.

El que fue primer banquero de España y uno de los hombres más poderosos del país no era, ni de lejos, el más rico. Forbes ya le excluyó hace dos años de su listado de mil millonarios. En un cálculo grueso, Amancio Ortega, sin haber heredado ningún imperio financiero ni tener un ilustre apellido familiar, era entre cuarenta y cincuenta veces más rico que don Emilio. Al menos sobre el papel.

Lo cierto es que el patrimonio del banquero está organizado de forma que es muy difícil cuantificarlo. Para muestra, el botón de que hace tres años Hacienda descubrió “por sorpresa” que la familia tenía una enorme fortuna resguardada en el HSBC de Suiza sin declarar al fisco español. De esta parte del patrimonio se sabe a día de hoy muy poco, y la mayor parte de lo que ha trascendido son especulaciones.

La prensa hizo en el momento una labor deductiva. Si la familia tuvo que pagar por la regularización (lo que comúnmente se define como hacer una “complementaria”) algo más de 200 millones de euros, era porque el capital gravable debía superar los 2.000 millones. La clave es que al haber zanjado el asunto con un ingreso voluntario, la familia solo tuvo que hacer frente a los pagos de lo que hubiera tenido que abonar por los rendimientos de ese capital los últimos cuatro años no prescritos (entre 2005 y 2009, fecha en la que Hervé Falciani extrajo las cuentas de la entidad suiza).

Pero de esa fortuna no se sabe apenas nada. La versión oficial es que el abuelo sacó parte del patrimonio familiar durante la Guerra Civil y aunque nunca hubo una disculpa se supone que, como pasó a otros, no encontraron el momento adecuado para la regularización.

Tampoco ha trascendido el reparto de ese patrimonio oculto. El hermano menor de Emilio Botín, Jaime, fue sancionado por tener una participación de casi el 9% de Bankinter (banco del que llegó a ser presidente) oculta también en la entidad de Ginebra. Aparentemente, esta participación estaría en el paquete que se regularizó, lo cual da una pista de lo complicado que es poner nombre y tamaño al dinero que aún permanece en Suiza. Economía ha sancionado por esta práctica al tío de la actual presidenta, lo que él ha considerado una suerte de persecución.

Cabe recordar que esta parte de la fortuna descubierta solo corresponde a ese banco concreto, HSBC, y a ese paraíso fiscal concreto, Suiza.

En cuanto a la fortuna conocida en España, el hasta ahora patricarca de la familia ya había organizado gran parte del patrimonio familiar para minimizar el impacto fiscal. En 2012, Botín repartió acciones del Banco Santander por valor de casi 200 millones de euros entre sus hijos. En el momento de su fallecimiento, el entonces presidente del banco apenas tenía seis millones de títulos que se valoran actualmente en 45,6 millones de euros.

Aparentemente, y tal y como viene recogido en la CNMV, este patrimonio sí está a su nombre particular, y no al de ninguna sociedad, como sí están los títulos del resto de sus hijos. Los Botín son socios o accionistas de una multitud de empresas familiares: Latimer, Bafimer, Cronje, Puentepumar, Puente San Miguel, Nueva Azil, Inversiones Zulú, Simancas, Agropecuaria El Castaño, Inversiones Oquendo y un largo listado cuya pista es difícil de seguir.

Las fincas están a nombre de empresas

Los bienes raíces de Emilio Botín, como la espléndida finca de El Castaño, en Luciana, Ciudad Real (6.800 hectáreas con aeródromo incluido) y otras parcelas e inmuebles, como la finca en la que ha sido enterrado, pertenecen formalmente a una o varias de estas sociedades, según datos de 2010 a los que ha podido acceder este diario.

Si los hijos tienen participaciones superiores al 5% en estas sociedades, su traspaso podría tener consideración de empresa familiar y por lo tanto estar bonificado al 95%. Para que una empresa sea familiar, y no una mera patrimonial, debe tener empleados y actividad, algo que sucede en estas fincas al tener actividad cinegética y agrícola y contar con una plantilla propia de trabajadores.

Los traspasos de empresas familiares están exentos prácticamente en su totalidad de pagar el Impuesto de Sucesiones en casi toda España pero especialmente en Madrid y Cantabria, las dos comunidades en las que residía habitualmente la familia. Emilio Botín era residente fiscal en Madrid pero, además, como demuestra su fallecimiento en su domicilio de Somosaguas, también era su residencia habitual, que es el dato que exige la ley para elegir el lugar donde se devenga el Impuesto de Sucesiones.

También conviene aclarar que liquidar el Impuesto de Sucesiones es algo más complicado que coger el tipo del tributo y aplicarlo al patrimonio que se transmite. Hay reducciones por grado de parentesco, por heredar la vivienda habitual, penalizaciones por patrimonio preexistente de los herederos (si ya tenían dinero antes de recibir la herencia) y una larga serie de particularidades que solo permiten hacer algo similar a “las cuentas de la abuela” en un cálculo sobre a cuánto puede ascender la aplicación de este impuesto. Madrid bonifica las herencias entre padres e hijos al 99%, por lo que el tipo efectivo que se aplicaría no llegaría al 1% sin tener en cuenta otras bonificaciones.

Patrimonio en extinción

Pero en principio, y a bocajarro, la familia Botín, siempre que los herederos directos fuesen residentes en Madrid, menos del 1% de esos 45 millones de euros de acciones de Santander, y mucho menos, puesto que tienen una bonificación adicional del 95%, por el traspaso de las empresas familiares en las que los herederos ya tuvieran una participación significativa. De nuevo apuntando que es imposible saber la organización y disposición del patrimonio de Suiza. La última vez que Forbes hizo un cálculo de su patrimonio (en 2012 antes del reparto de acciones), lo situaba en alrededor de 850 millones de euros.

Aunque no se puede obviar el efecto que ha tenido la caída de cotización del banco en el patrimonio del banquero (en los máximos de 2007 cotizaba a 14 euros y en la actualidad no llega a 8 euros), la merma del patrimonio reconocido del banquero no puede dejar indiferente. En 1998, Forbes le atribuía una fortuna personal de 9.200 millones de dólares (al cambio de hoy 7.100 millones de euros) que ya no está a su nombre.

Así las cosas, si se toma como buena la cifra de los 850 millones (aunque la base imponible para liquidar el impuesto sería sin duda menor) y le aplicáramos el 1%, tendríamos un traspaso para las arcas del Estado de poco más de 8,5 millones de euros. Sin embargo, al vivir aún la matriarca, Paloma O'Shea, esta cantidad se reduciría a la mitad, ya que por la época en la que contrajeron matrimonio lo lógico es que estén en régimen de gananciales y el 50% de esta fortuna le pertenezca aún a ella.

Hay una nueva salvedad, y es que la residencia habitual también se fija para el que recibe la herencia, y en este caso Ana Patricia Botín residía hasta ahora en Londres para dirigir la filial británica del Santander. Con todo, la nueva presidenta puede estar a tiempo de disfrutar de las bonificaciones propias de los residentes en Madrid ya que una reciente sentencia del Tribunal de Justicia Europeo (de este mismo mes) indica que para igualar el trato de todos los ciudadanos de la UE los nos residentes también deben disfrutar de las bonificaciones autonómicas del Impuesto de Sucesiones. Aunque aún no se sabe como se va a trasladar esta sentencia, la familia Botín tiene meses por delante para liquidar el Impuesto y aclarar esta situación.

El montante por tanto que ingresará las arcas del Estado parece estar bastante lejos del que dejó Emilio Botín padre. Por su fallecimiento, en 1993, la Hacienda cántabra ingresó casi 13 años después 63 millones de euros con un tipo aplicado del 34%. La dilatación del proceso de la herencia vino del contencioso que Cantabria y Madrid tuvieron por ingresar la herencia. Madrid aseguraba que Botín padre era residente fiscal en la comunidad y que el impuesto debía ser liquidado en la región. Sin embargo, el Supremo le dio la razón a Cantabria al asegurar que la residencia habitual era la determinante para fijar dónde se debía de pagar el impuesto, y no el padrón.

Paradójicamente, el recién fallecido Botín se alineó con esta tesis y quiso que el impuesto se liquidara en Cantabria, aunque presumiblemente el suyo se hará en Madrid. El presidente de Santander podía tener intención de retirarse en la capital cántabra pero lo repentino de su fallecimiento no ha dado margen a ninguna planificación de este tipo.

El caso de Amancio Ortega

El que está reorganizando su patrimonio de cara a una posible herencia es el rico de verdad de España, Amancio Ortega. Según publicó El Confidencial, Ortega está mudando el tipo de sociedades en los que por ahora guarda los 45.000 millones de euros en los que se valora su fortuna. Hasta ahora el instrumento favorito de Ortega eran las sicav, pero una reciente resolución judicial ha concluido que estas sociedades deben tener actividad económica, sí deben estar sujetas al impuesto de sucesiones y donaciones habitual.

En el caso de Madrid esto no tendría especialmente trascendencia, al estar bonificada la herencia de padres a hijos, pero en Galicia la bonificación es más limitada sería mucho más elevado. La herencia de las acciones de Inditex se podría bonificar al 99% (Galicia ha incrementado la bonificación de empresas familiares del 95% al 99%), el resto del patrimonio heredado tributaría de forma importante. Sin florituras tributarias, el 18% de la fortuna de Ortega dejaría en las arcas de la Xunta una herencia multimillonaria de 8.000 millones de euros. Esto es un brochazo grueso ya que cabe recordar, entre otras cuestiones, que una buena parte de la herencia irá para uno de sus hijos que, al sufrir una discapacidad severa, también está exento de pagar el impuesto de sucesiones.

Como es más que evidente que esto no va a suceder, los asesores fiscales de Ortega trabajan para encontrar una fórmula más eficiente para transmitir la herencia. Según cálculos de El Confidencial, por esta transmisión de empresas familiares y sicav, la herencia de la exmujer de Amancio Ortega, Rosalía Mera, que ascendía a un patrimonio de 2.500 millones de euros, apenas habría pagado 60 millones de euros (aunque por los registros de la CNMV se puede ver que la herencia aún no se ha formalizado por completo).

También según El Confidencial, ahora se estarían migrando las sicav que tiene Ortega (como Pontegadea) a la fórmula jurídica de socimi, unas sociedades de reciente creación que tienen abudantes beneficios fiscales para incentivar el alquiler de inmuebles. Fuentes que conocen este proceso afirman que en uno de los planes fiscales que se le presentó al multimillonario gallego se le dijo que si se mudaba a Madrid la factura fiscal se reduciría “sola” sin coste alguno. Y el multimillonario contestó que si para ser rico tenía que vivir en Madrid... prefería no serlo.

Con todo, a la delfina del clan Inditex, Marta Ortega, le sucede lo mismo que a Ana Patricia Botín. El valor que van a heredar –el título de presidenta (se especula con que Ortega la está formando para sucederle)– no tributa un euro a Hacienda. Y es la herencia más valiosa de todas. La del poder.

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