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Fallece Emilio Ybarra, el muñidor destronado del BBVA

Emilio Ybarra, expresidente de BBVA.

Rodrigo Ponce de León

Con la muerte este miércoles de Emilio Ybarra (San Sebastián, 1936) por un derrame cerebral, se cierra uno de los capítulos de la guerra empresarial y mediática por el poder financiero en España. El banquero destronado de la presidencia del BBVA, perteneciente a ese concepto económico de 'familias  de Neguri' que suponía añadir un pedigrí de dinastía mercantil forjado en altos hornos y élite financiera, ha fallecido viendo a su principal enemigo, Francisco González, despojado moralmente del reconocimiento social pero sin aun repercusiones judiciales por la contratación del excomisario José Manuel Villarejo.

Licenciado en derecho por la Universidad de Valladolid y en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto, una universidad jesuita donde se moldeaban los cuadros de mando de las principales empresas españolas, comenzó su carrera como empleado de una sucursal del Banco de Bilbao en 1964, entidad en la que fue ascendiendo hasta que en 1976 fue nombrado consejero delegado y posteriormente vicepresidente. 

En 1987, el presidente del Banco de Bilbao, José Ángel Sánchez Asiaín, le propuso al presidente del Banco de Vizcaya, Pedro de Toledo, una fusión. El proceso estuvo lleno de navajazos y zancadillas por las peleas entre las familias dominantes de cada entidad. Finalmente, el fallecimiento de Toledo y la intervención del Banco de España con un laudo de su gobernador entonces, Mariano Rubio, colocó a Ybarra como presidente del BBV en 1990.

Habría que esperar nueve años para que Ybarra buscara con otra fusión hacer más grande a la entidad financiera. Antes, buscó fórmulas para consolidar al banco: Por un lado, lanzó a la entidad a la expansión internacional con su entrada en países latinoamericanos como Perú, Colombia o Chile, mientras que en España trató de asegurarse con la consolidación de alianzas mediante la irrupción en el accionariado de grandes empresas españolas como Telefónica o Iberdrola.

Con Argentaria privatizada y presidida por Francisco González gracias a los movimientos del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, Ybarra plantea una fusión con esta entidad para responder al movimiento del Santander que había cerrado su unión con el Central Hispano. En poco más de dos mes, era una realidad el BBVA y comenzaban los problemas reales para Ybarra con la llegada de Francisco González con el que ocuparía la presidencia de la entidad.

Solo dos años después, dejaría la presidencia y su puesto de consejero delegado y en 2002, Ybarra renunció a todos los cargos que tenía en el banco tras un expediente del Banco de España. Pocos días antes de la Junta de accionistas que se iba a celebrar ese año, se hicieron públicas unas cuentas secretas y fondos de pensiones que el BBV tenía en el paraíso fiscal para los consejeros de este banco como compensación por la reducción de la remuneración que habían sufrido en la fusión. Diferentes fuentes culpan a Francisco González, con el respaldo de Aznar, de una filtración que lo aupó a la presidencia única del BBVA.

En 2005, la Audiencia Nacional condenó al excopresidente del BBVA, Emilio Ybarra, solo a seis meses de cárcel por un delito de apropiación indebida, ya que tuvo en cuenta atenuantes de “confesión” y “reparación del daño causado”.  La Fiscalía Anticorrupción había solicitado dos años y medio de cárcel por un delito continuado de falseamiento. Como una historia que se repite para algunos, el Tribunal Supremo lo absolvió un año después.  

No fue su único problema con los tribunales, también fu imputado por el caso Filesa, por la financiación ilegal del PSOE, pero también acabó absuelto.

Aunque los que trabajaron con él lo describen como un hábil negociador, otros aseguran que su falta de carácter fue determinante para que Francisco González le ganara la partida y destronara a uno de las 'familias de Neguri'.      

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