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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

“El capitalismo latinoamericano se desarrolla de forma muy sucia”

Diego Enrique Osorno, autor del libro 'Slim'.

Marta Garijo

¿Puede uno de los hombres más ricos del mundo ser buena persona? El periodista mexicano Diego Enrique Osorno se plantea esta pregunta en el libro que acaba de publicar sobre Carlos Slim. Un texto para el que ha realizado más de 100 entrevistas, aunque pidió más de 400, entre las que incluye la versión del propio Slim, multimillonario que entró en las “ligas mayores” con una privatización muy cuestionada de la empresa nacional de telefonía mexicana. A partir de ahí, fue tejiendo un imperio que le llevó a ser el hombre más rico del mundo según la lista Forbes (aunque este año ha bajado hasta la tercera posición), pero que tiene un trato muy “cercano” según los que lo conocen.

Con esa pregunta Osorno busca “advertir al lector de que no solamente va a leer la biografía de alguien que le fascina sino de alguien que nos ayuda a entender cómo es posible que en este mundo el 1% de la gente acumule la misma riqueza que el resto del planeta, cómo son este tipo de personajes, qué características tienen...”.

Slim lleva décadas realizando inversiones en México –tras la privatización de Telmex en los 90 le concedieron el monopolio de las telecomunicaciones durante 18 años– y en el resto de Latinoamérica a través de su conglomerado empresarial Grupo Carso. Sus negocios le han llevado a lograr una fortuna de 50.000 millones de dólares, según Forbes, y son conocidas sus amistades con Felipe González o Gabriel García Márquez.

En España, el nombre de Slim ya había aparecido en inversiones como la del Real Oviedo o su alianza con La Caixa (2008), pero ha vuelto a los titulares después de lanzar una opa sobre la constructora FCC, de la que ya es primer accionista.

Osorno recalca las diferencias que existen entre este hijo de un inmigrante libanés y otros millonarios como Amancio Ortega. “Él era un hombre rico, nació en una familia rica. Su papá sí que era un inmigrante que llega con un poco de capital a México. Slim nace y tiene una herencia y una buena educación y la posibilidad de darse un año sabático”, apunta el autor.

El punto de inflexión en la riqueza de Slim fue conseguir la privatización de Telmex, que estuvo envuelta en la polémica. ¿Se la dan porque Slim era un hombre del sistema?

Lo que representa Telmex es su llegada a las ligas mayores, se vuelve ultrarrico y es innegable que recibió un privilegio por parte del sistema. Fue uno de los tres únicos postulantes a la privatización de la compañía porque el sistema no dejó que se presentaran más. Además eran amigos del presidente de turno y tenían conexiones con el sistema de empresarios. Pero eso fue legal, como pasa con muchas cosas que son legales aunque son injustas. Lo que sí fue extralegal es que la concesión que él recibe le garantizaba el monopolio de la telefonía solo cinco años, pero después los siguientes presidentes le extendieron de facto el monopolio. Slim tuvo 18 años el monopolio de la telefonía en México.

Este movimiento se produce en un contexto de privatizaciones en toda Latinoamérica, con la idea liberal del Consenso de Washington como telón de fondo a favor de liberalizar el mercado. Pero esto en vez de generar una mayor competencia hizo que la riqueza quedara en manos de unos pocos.

Así es. Si alguien quiere decir que aumentó la competencia o que mejoró la distribución del ingreso tendría que leer este libro para darse cuenta de que el gran capitalista latinoamericano que es Slim no sustenta esa tesis. En el camino, me fui dando cuenta de que justo al final de la Guerra Fría se producen estas directrices del Consenso de Washington para desmantelar el Estado de bienestar de la mayoría de los países latinoamericanos.

El capitalismo en mi región se desarrolla de una forma muy sucia, donde el dinero o los capitalistas se aprovechan de la poca claridad política que hay entre los actores, entre los gobernantes, de la corrupción, de las influencias, y se van creando más que zonas de libre competencia, sectores económicos caciquiles. El capitalismo ha terminado gobernando América Latina, no ha sido ni el bolivarianismo, ni Lula gobernaba Brasil... lo que ha estado gobernando Latinoamérica estos años ha sido el capitalismo. La mayoría de los mexicanos sabe que este presidente que está ahí no es quien tiene el poder, sino gente como Slim entre otros poderes fácticos, que en cierta forma han capturado al Estado y se meten en la toma de decisiones en el ámbito gubernamental.

¿Cómo es Slim en el trato cercano?

Cuando yo ya iba a publicar el libro, él decide darme la entrevista. Cuando empecé el proyecto nunca pensé que lo haría. Es alguien que representa una desigualdad que no es solo de México, es del Tercer Mundo, de Latinoamérica, y al mismo tiempo él es tan ordinario, tan sencillo que esto produce un shock cuando la gente lo conoce en persona. Cómo este hombre que ni siquiera parece rico ha arrasado prácticamente con los mercados de más de 20 países y con clases políticas y el bienestar de la sociedad. Cómo alguien que representa tanta violencia económica puede ser tan agradable en el trato. Creo que eso es lo que explica muchas cosas como su amistad con Felipe González, con García Márquez, con Fidel Castro, con López Obrador, el líder de la izquierda en Mexico, que ha dicho que en caso de que él fuera presidente le va abrir todavía más puertas a los negocios. Un empresario de buen trato, ¿cómo es posible?

Slim no se queda con las inversiones en México sino que se expande por toda Latinoamérica, sobre todo, con el gigante América Móvil.

Las inversiones de Slim son principalmente en América Latina, algunas en Estados Unidos, algunas en Austria, en Holanda, en Italia también y empieza a llegar a España. Él también tiene una serie de virtudes empresariales. No es sólo que el sistema le haya dado estos monopolios. Es muy trabajador, muy austero a la hora de administrar sus empresas, es alguien que también está esperando momentos coyunturales para hacer inversiones grandes y poder ganar a largo plazo. Una muestra de ello es la de venir aquí a España cuando hay una economía débil y hay necesidad de inversionistas arriesgados, él es sin duda de ese tipo.

¿Qué busca Slim en las empresas donde entra? Son compañías que no están muy bien económicamente pero las saca adelante.

En casi todas sus empresas busca esto, en Sanborns, en la minera Frisco, en The New York Times, en las compañías de construcción en México... Es algo constante en sus inversiones. Al parecer tampoco la situación de FCC era muy buena cuando llegó. Es el estilo Slim. Es algo que he notado en su expansionismo. Normalmente primero busca inversiones de referencia, aquí digamos que sería el Real Oviedo, un equipo emblemático, antiguo. La segunda etapa es cuando ya empieza a invertir en sectores más estructurales, como infraestructuras, y probablemente vaya a buscar energía, agua, recursos naturales...

La obra filantrópica de Slim es pequeña, teniendo en cuenta que podría ayudarle a tener una cara más amable ante la sociedad. ¿Por qué?

Porque no cree en ella. No me gusta calificar, pero tiene una visión que podría ir del capitalismo romántico al cínico. Romántico en el sentido de generar riqueza, desparramarla, crear empleos, infraestructura... y que la sociedad mejore. Ese es el capitalismo romántico. Pero también podría ser un capitalismo cínico porque sabemos que eso no funciona, la riqueza no se derrama, se queda en una pequeña capa...

¿Tiene Slim algún comportamiento excéntrico que le haya llamado la atención?

La que más me ha llamado la atención, que hizo que incluyera un capítulo que se llama Sofía, es que cuando Sophia Loren cumplió 80 años de edad la invitó a México a una semana de homenajes. Hizo que le dieran las llaves de México, que la Cineteca Nacional exhibiera solamente sus películas, que el museo Soumaya hiciera una exposición, que la orquesta de Ciudad de México le diera un concierto. Me parece que es la mayor extravagancia que le pude notar por todo lo que implica. En los eventos se le veía con una alegría... una fascinación muy inusual.

Creo que eso retrata más esa debilidad que todos tenemos y que ni siquiera se le nota en otros temas. Por ejemplo, es un amante del béisbol y ha podido comprar los Yankees, su equipo, pero no lo ha hecho porque tras hacer cálculos, dice que no le da el negocio. Ni siquiera se da ese lujo de comprar su equipo favorito, es alguien que todo lo que hace lo hace de manera muy calculada. Y creo que ese homenaje de Sophia Loren no fue calculado, por lo menos en términos económicos.

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