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El mapa de la brecha económica entre el norte y el sur: más paro, menos estudios y menor esperanza de vida

La brecha económica entre el norte y el sur: más paro, peores estudios y menor esperanza de vida.

Ana Ordaz / Daniel Yebra / Raúl Sánchez

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La renta media de los hogares en el municipio madrileño de Pozuelo de Alarcón multiplicó por 4,2 veces a la de Torrevieja en 2019. Más de 84.000 euros en el primero, escasos 20.000 en el segundo. Son los dos extremos de un listado de más de 400 localidades de más de 20.000 habitantes analizadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su última edición de Indicadores Urbanos, publicada hace unos días.

Si se compara las 126 principales ciudades del país según el nivel de estudios superiores de su población, vuelven a destacar ambas, y de nuevo cada una en un extremo: un 74% de los habitantes de la población madrileña tiene formación superior frente a un 18% en la alicantina.

No es una coincidencia. La desigualdad económica condiciona el nivel de estudios. Y también la tasa de paro y hasta la esperanza de vida de sus habitantes. Siguiendo con Pozuelo y Torrevieja, de las 126 principales ciudades de España, la tasa de desempleo en el municipio con mayor renta es del 6%; en la localidad más pobre, del 24%. Y los pozueleros viven en promedio casi cuatro años más que los torrevejenses.

Tampoco es una coincidencia la situación geográfica de ambos municipios dentro de las fronteras de España. Los 84.460 euros de media están en una localidad más al norte que los 20.046 euros porque por el centro de la Península Ibérica pasa la gran brecha de la desigualdad de renta.



“Hace ya cuatro décadas que la desigualdad regional en España empezó a aumentar y desde entonces esta tendencia no ha hecho más que reforzarse”, aseguran los economistas Alfonso Díez-Minguela, Julio Martínez-Galarraga y Daniel A. Tirado-Fabregat en un artículo de 2019 de Nada es gratis, que presentaba un libro sobre esta brecha económica.

Este trabajo concluye, por un lado, que el aumento de la desigualdad regional no es exclusivo de la economía española, “sino que atiende a un fenómeno más general”. Y, por otro lado, que ante esta situación “resulta difícil no vincular, dada la similitud en la cronología, el aumento de la desigualdad interpersonal con el aumento de la desigualdad territorial”.

“En el arranque del proceso industrializador a mitad del siglo XIX no se observa patrón geográfico alguno en los niveles de renta. No obstante, a lo largo de la primera mitad del siglo XX, se conforma, de forma gradual, un patrón espacial caracterizado por la existencia de un gradiente de rentas que recorre la península desde el noreste (ricas) hacia el suroeste (pobres), y que se fue consolidando hasta los años ochenta. Desde entonces, el mapa va mostrando una mayor división norte-sur, en la que los territorios de menor renta se van concentrando en un territorio (creciente) que recorre, de este a oeste, todo el sur peninsular”, explican estos tres economistas.



“La riqueza se polariza, y es algo que ocurre en todo el mundo”, coincide Albert Recio, profesor de economía aplicada de la UAB y miembro del consejo científico de Attac, quien recalca que “se han creado pueblos-guetos de ricos alrededor de los centros de negocios y de los industriales”, mientras que los municipios más pobres están ligados “a la agricultura y al turismo, con ingresos bajos y más precariedad laboral (sobre todo por la estacionalidad), de los que, además, las clases medias van desapareciendo”. “Se puede entender así la historia económica de España”, prosigue, y, desde un enfoque más global, advierte de que “las economías de escala obligan a concentrar la producción y eso polariza los niveles de renta”.

Por supuesto, existen excepciones en este brecha norte-sur: municipios no industrializados y que tampoco aglutinan servicios financieros o tecnológicos, que, o están especializados en un turismo de alto poder adquisitivo, como ocurre en algunas localidades de Canarias, o tienen un gran peso relativo de las administraciones públicas, como pasa en Ceuta y en Melilla.

En un contexto como este, “se dan las condiciones para la aparición de nuevas tensiones sociales y políticas de las que son claro reflejo el ascenso de fenómenos que ponen en cuestión los ámbitos institucionales y territoriales de toma de decisiones (el anti europeísmo) o de repliegue ante los efectos territoriales de la globalización (regreso al discurso proteccionista o anti inmigratorio)”, defienden los expertos en Nada es gratis.

Menos renta, más paro

Ángel de la Fuente, economista del centro de análisis Fedea y del Instituto de Análisis Económico (CSIC), publicó un estudio en enero de 2020 sobre esta misma cuestión con resultados entre los que destaca “el peso creciente del factor de empleo como fuente de las disparidades de renta por habitante entre las comunidades autónomas”.

“Mientras que las productividades regionales han convergido a buen ritmo durante casi todo el período analizado [de 1955 a 2018], las tasas de ocupación de las regiones más pobres han caído en términos relativos, dificultando su avance hacia niveles de renta cercanos al promedio nacional y ralentizando el proceso de convergencia”, explica. “Como resultado, la desigualdad territorial de la renta ha dejado de ser un problema casi exclusivamente de productividad para convertirse en un problema fundamentalmente de empleo”, continúa.



Linares, en Jaén; La Línea de la Concepción, en Cádiz; Alcalá de Guadaíra, en Sevilla… hasta ocho de las diez principales ciudades con mayor tasa de paro de España son andaluzas. Son también algunas de las localidades más pobres del país. Si se amplía el filtro hasta la veintena, doce municipios de Andalucía lideran esta clasificación, junto a otros de Canarias, Ceuta y Castilla-La Mancha, todos ellos con cifras muy superiores al 15% de la media nacional. En el extremo opuesto, localidades de Madrid, Catalunya, País Vasco y Galicia acaparan el listado de ciudades con mejores cifras. 



En su informe sobre indicadores urbanos, el INE recoge también el nivel de estudios de la población de las 126 principales ciudades del país. El siguiente gráfico pone en relación el nivel de renta media de los hogares con el porcentaje de población con estudios superiores. De nuevo, municipios ricos encabezan el ránking de formación, y viceversa. En Sant Cugat del Vallès, el 72% de su población cuenta con estudios en formación profesional o universitarios, muy por encima del 39% de la media nacional. En Chiclana de la Frontera, en Cádiz, esta proporción no llega ni a un tercio de su población.



La brecha norte-sur se aprecia, incluso en indicadores como la esperanza de vida. En España, la esperanza de vida al nacer se sitúa actualmente en los 83,6 años. Pero en La Línea de la Concepción (Cádiz) –una de las ciudades más pobres y con mayor tasa de paro de todo el país– es de casi cuatro años menos. En cambio, los habitantes de Pozuelo de Alarcón (Madrid) viven, de media, casi dos años más. Una tendencia que se repite en otras ciudades con similares características. 



“Es evidente la división de España en dos mitades: las comunidades que se encuentran de Madrid al norte conservan bajas tasas de pobreza y/o exclusión social y, excepto en algún caso, perfectamente compatibles con las de los países europeos más avanzados, y, por el contrario, aquellas situadas al sur, registran tasas extraordinariamente elevadas y muy por encima de la media nacional”, apunta el informe El estado de la pobreza de 2021 que realiza la EAPN (Red europea anti pobreza, por sus siglas en inglés).

“Si se compara en Arope (acrónimo de un reconocido indicador de pobreza y exclusión), las tasas más bajas son de Navarra y País Vasco, con el 12% y el 13,9%, respectivamente. Por otra parte, las más altas se registran en Canarias y Extremadura, con el 36,3% y el 38,7%, respectivamente”, añade.

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