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En los países pobres solo el 23% de los ancianos cobra una pensión

Imagen de archivo de una mujer mayor.

Laura Olías

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¿Imaginan casi un 80% de ancianos en España sin pensiones? Sobre esta situación en los países pobres alerta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un informe sobre la desigualdad en el empleo y la protección social en el mundo, publicado este miércoles. Si la media de cobertura de las pensiones básicas de vejez alcanza al 77,5% de las personas de edad avanzada a nivel mundial, “sigue habiendo importantes brechas”. En los países de “ingreso bajo” el dato solo llega al “23,2%”, sitúa el organismo de la ONU.

La situación es muy diferente en los países ricos, “de ingreso alto” como denomina la OIT, donde “el 97,5%” de las personas mayores percibe una pensión. La OIT señala no solo la gran distancia con los países más pobres, sino también muchos en vías de desarrollo, “de ingreso medio-bajo”, donde “solo perciben esta prestación el 38,6%” de la población en avanzada edad.

El informe sitúa las pensiones básicas en la vejez como un elemento fundamental de la protección social de las personas mayores, pero cuyos efectos positivos van más allá de ese colectivo. “Puede transformar las vidas de millones de personas y reducir la brecha de género” en los ingresos relacionados con el trabajo, ha destacado en una rueda de prensa este miércoles Mia Seppo, subdirectora General de Empleo y Protección Social de la organización.

Pensiones como palanca para la economía

El documento sitúa varios beneficios de la extensión de las pensiones básicas de vejez, como la reducción de la extrema pobreza, así como el crecimiento económico del producto interior bruto de estos países.

“La cobertura universal de las pensiones de vejez en el mundo en desarrollo daría lugar a una reducción de 6 puntos porcentuales” en la proporción de la población que vive por debajo del umbral de pobreza de 2,15 dólares al día (en paridad de poder adquisitivo, PPA), calcula la OIT. “Se trata de una reducción drástica con respecto a la tasa actual del 15,5%”, subraya.

La organización especializada en el mundo laboral sostiene que “los efectos positivos de la cobertura universal de las pensiones de vejez en el mundo en desarrollo serían importantes y duraderos”.

Con la evidencia histórica recabada –de aumento del PIB y de la proporción de empleo no agrícola, entre otras– y con los datos actuales sobre la cobertura de la protección social, los resultados de una simulación realizada por la OIT proyectan “importantes efectos beneficiosos de la introducción de pensiones de vejez universales en los países en desarrollo”. El PIB per cápita de dichos países aumentaría en casi un 15% en 10 años, “frente a una hipótesis en la cual las tasas de cobertura vigentes no registran variación”.

Y los efectos se dejarían sentir más allá de este periodo. “En 20 años, la contribución demográfica al PIB per cápita aumentaría otros 3 puntos porcentuales”, estima la OIT.

Reduce la brecha de género

Esta expansión de las pensiones también tendría “efectos considerables sobre la igualdad de género”. Una de las derivadas de esta ampliación de la protección social el descenso de las altas tasas de fecundidad en estos países. “Puesto que no se cuenta con ingresos de jubilación garantizados, la población tiende a tener más hijos, esperando que les proporcionen ayuda en la vejez. Un régimen de pensiones reduce esta necesidad y, por tanto, disminuye el tamaño deseado de las familias”, explica el organismo.

En un escenario de más pensiones, con una reducción de la incidencia del empleo vulnerable y del trabajo no remunerado del cuidado de los hijos e hijas, que afectan muy especialmente a las mujeres, estas mejorarían significativamente sus ingresos.

“La ampliación de las pensiones daría lugar a una reducción estimada de 3,6 puntos porcentuales en la brecha de género de los ingresos procedentes del trabajo, equivalente al progreso global registrado en los últimos quince años”, cifra el informe, que apunta que las mejoras para las mujeres no solo se observarían en el ámbito laboral sino que “probablemente tendrán un efecto positivo en la salud y la educación”.

La OIT ha pedido el apoyo a nivel internacional para que los países amplíen este pilar social básico, para el que también urge a una mayor inversión nacional a través de las cotizaciones sociales y presupuestos vía impuestos. “El monto de los recursos económicos necesarios es cuantioso, pero no inalcanzable”, sostiene la organización.

El coste anual de proporcionar una pensión básica de vejez en los países pobres y de ingreso medio-bajo al nivel de los umbrales nacionales de pobreza equivaldría “al 1,6% del PIB” de media, recoge el estudio. Para África Subsahariana, el coste sería de 23.300 millones de dólares estadounidenses, que es “aproximadamente el 12,5% de la ayuda oficial anual para el desarrollo en el mundo”, ha destacado Mia Seppo.

Para inversiones de este tipo, la OIT “la Coalición Mundial para la justicia social”, que está lanzando la entidad. “Esta Coalición reunirá una gran diversidad de órganos multilaterales y partes interesadas. Ayudará a posicionar la justicia social como la piedra angular de una recuperación mundial, y hará que se convierta en una prioridad de las políticas y acciones nacionales, regionales y mundiales”, ha destacado Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT.

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