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Vivir con 2.500 euros al año o cómo elegir a diario entre necesidades básicas

En la imagen, decenas de personas acuden este verano al reparto de alimentos que la Fundación Madrina realiza en la Plaza San Amaro en Madrid. EFE/David Fernández

Laura Olías

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Escoger permanentemente entre lo básico. “Hacer una gradación entre necesidades indispensables. Entre comida y calor, entre cultura y pañales, entre ordenador y zapatos”. Es la puesta en situación para entender cómo viven las personas en pobreza severa que lanza la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) en su último estudio, que trata de acercar la realidad que afrontan 4,5 millones de personas en España. Sus renta media por persona al año son 2.471 euros, cinco veces menos que el resto de la población, de 13.325 euros anuales.

La plataforma de ONG contra la pobreza ha publicado este viernes el informe 'El mapa de la pobreza severa en España. El paisaje del abandono', que trata de acercar una realidad más extendida de lo que se cree y que va en aumento. No solo debido a la pandemia, cuyo efectos aún están por ver, sino que ya se incrementaba en los años previos, que estaban marcados por un contexto de mejoría económica.

Vivir en pobreza severa es, por definición, subsistir con una renta inferior al 40% de la renta mediana de la población. En 2020, en España significaba que “cada persona debe sobrevivir con menos de 281 euros mensuales para el caso de una familia con dos adultos y dos menores, y con menos de 535 euros mensuales si vive sola”, explica el estudio.

Lejos del estereotipo de la pobreza como aquella que afecta solo a personas sin hogar o que viven en la indigencia, la pobreza severa alcanza a muchas más personas. En concreto, al 9,5% de la población en España. Es decir, a unos 4,5 millones de personas en 2020. “Esta cifra es tres décimas superior a la del año anterior, lo que, unido al aumento de población, supone un incremento de unas 178.000 nuevas personas en pobreza severa”, cifra el informe.

Por romper falsos imaginarios, el sinhogarismo solo alcanza “al 4,8% de las personas en pobreza severa”, precisa el estudio: “Una persona sin hogar está en pobreza severa, sin embargo, casi nunca una persona en pobreza severa es una persona sin hogar”. Desmontar estereotipos es importante para conocer el alcance de la pobreza, pero también para poder combatirla, insisten desde los colectivos sociales.

De media, su renta anual por persona es de 2.471 euros, con los que tienen que hacer equilibrios para llegar a fin de mes. Con ingresos tan limitados, 'se llega' porque se recorta de lo básico. Lo indispensable, como una dieta saludable, pasa a ser prescindible. Hay que elegir. “El 15,5 % de las personas en pobreza severa no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado o su equivalente en proteínas vegetales, cada dos días”, ejemplifica el estudio. El dato es el doble del que había hace diez años.

La pobreza hace así descolgarse a muchos ciudadanos de su entorno social porque “sus recursos económicos, sociales y culturales son tan limitados que les excluyen del modo de vida que se considera aceptable en la sociedad en la que viven”.

El estudio muestra esa carestía mediante el indicador de 'privación material severa'. A través de nueve variables que miden carencias en determinados aspectos o bienes de consumo que se consideran básicos, como el pago de facturas y mantener la vivienda a una temperatura adecuada, se determina que existe esta privación grave cuando se afrontan carencias en “al menos cuatro de nueve ítems”. Una de cada cuatro (26,7%) personas en pobreza severa están en esta situación. Cinco veces más que el resto de la población (5%).

Aún desconocemos las consecuencias de la pandemia

La Red de ONG advierte de que la cifra de personas en pobreza severa aumentará debido a la COVID, pero todavía no se sabe cuánto. Ya hay disponibles algunos datos que indican que la pandemia ha empeorado la vulnerabilidad económica de muchos hogares, pero el mayor aumento de la pobreza se verá reflejado el próximo año en la Encuesta de Condiciones de Vida de 2021, indican en la EAPN, porque entonces ya se tendrán en cuenta las rentas de los hogares de 2020.

“El efecto de la expansión del virus debería notarse más en la extensión de la pobreza severa que en su intensidad”, prevé el estudio. Es decir, que se notará más en el aumento de personas que “caerán” en la pobreza severa que en el agravamiento de su situación.

Las ONG destacan el efecto amortiguador que ha tenido el “escudo social” aprobado por el Gobierno durante la pandemia, con medidas de protección como los ERTE, las moratorias en el pago de alquileres o la prohibición del corte de suministros, entre otros. Piden además que se mantenga en el tiempo para sostener la delicada situación que afrontan muchas familias, al filo de la pobreza.

Porque 'caer' en situaciones de grave dificultad económica tiene un descenso rápido, pero una remontada difícil. “Los datos históricos muestran que la recuperación nunca es para todos y que es más fácil entrar en la pobreza que salir de ella”, lamenta el informe, que recuerda también que la pobreza “tiende a mantenerse en el tiempo y a replicarse de padres a hijos”.

Las ONG reclaman por tanto al Gobierno que refuerce su escudo social, con agujeros en la protección del derecho a la vivienda y en el despliegue del ingreso mínimo vital, por ejemplo. “El consenso sobre la necesidad de aplicar políticas de protección social es amplio”, recoge el estudio. “Hay estrategias”, contempla, pero hay que aplicarlas.

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