Desenmascarar el mieloma múltiple, la enfermedad de mil caras
El mieloma múltiple es una enfermedad de la sangre que se desarrolla en las células plasmáticas de la médula ósea. En el mieloma múltiple, las células plasmáticas se transforman en células patológicas que crecen sin control, desplazando a las células normales que ayudan a combatir las infecciones.
Su prevalencia ha aumentado en los últimos años con una incidencia que se sitúa en “alrededor cinco casos nuevos por cada 100.000 habitantes”, admite la Doctora Elham Askari, del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.
El mieloma múltiple representa del 1 al 2% del total de patologías malignas y el 10% de los tumores hematológicos, según las cifras de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN). Un porcentaje que se explica básicamente por dos motivos principales: el envejecimiento de la población y la mejora de las técnicas de diagnóstico, con una detección precoz.
Sospechas y síntomas poco específicos
Si bien cada caso es único, el mieloma múltiple suele afectar distintos órganos. La afectación ósea se observa casi en la mitad de los pacientes al diagnóstico y afecta con mayor frecuencia a la columna vertebral, la pelvis o las costillas, produciendo lesiones en los huesos y fracturas. Esto se traduce en dolor óseo, por lo que afecta a la movilidad y la calidad de vida de los pacientes El desplazamiento de las células fisiológicas por células anómalas deja menos espacio para los glóbulos rojos, blancos y plaquetas, lo que puede causar síntomas como cansancio e infecciones frecuentes o recurrentes. La afectación renal puede producir empeoramiento de la función de los riñones y, en algunos pacientes, requerimiento de diálisis.
Conchi Corrales sufría muchos dolores óseos que le obligaban a ir a Urgencias a menudo. También había padecido una neumonía y al principio todo se asociaba a dolores musculares. Hasta que, tras una visita a la médica de cabecera, una radiografía reveló que tenía “un aplastamiento de vértebras con fracturas de las costillas”, explica. El hematólogo le confirmó, después, el diagnóstico de mieloma múltiple.
Este duro camino que tuvo que recorrer Conchi es el vivo reflejo de cómo se manifiesta esta enfermedad: síntomas muy diversos, que pueden empezar con un simple cansancio, dolores óseos leves o muy agudos. Como reconoce el Doctor Javier Cornago, del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, cuando se distribuye por todo el organismo puede provocar problemas en distintos órganos.
“En el caso del riñón puede producir un deterioro de la función de filtrado del riñón, o descalcificación importante de los huesos hasta el punto de generar fracturas, lo que a veces va acompañado de un aumento de los niveles de calcio en sangre, y por la propia ocupación de la médula, también generar anemia”, admite Cornago.
La enfermedad de mieloma múltiple tiene una fase pre-maligna, y diagnosticar a los pacientes en esta etapa asintomática es muy importante, ya que permite un seguimiento estrecho que evitará daños orgánicos severos en el futuro“. En la mayoría de los casos, se puede diagnosticar por la presencia de una paraproteína monoclonal en análisis de la sangre y/u orina, segregada por las células plasmáticas en la médula ósea”, reconoce la Doctora Askari.
Una de las claves a la hora de dar con la enfermedad es “sospecharla”, como admite Cornago, ya que en muchos casos la sintomatología no es clara y, por tanto, no determina que estemos frente a un caso de mieloma múltiple. Sin embargo, estar atento a algunas pistas –una determinada edad y cierta patología- sí puede ayudar a tener una sospecha clínica, que es el primer paso para estudiarlo con profundidad y confirmar el diagnóstico.
Un diagnóstico que aún genera miedo
Tras la sospecha, una serie de pruebas son las que llevarán al diagnóstico final. En este sentido, se incluyen pruebas como una analítica completa de sangre, de orina, una prueba de imagen, tipo scanner o resonancia que permita ver el plano óseo y comprobar si hay afectaciones óseas o lesiones, así como un estudio medular, que es la prueba que “realmente da el diagnóstico confirmado para ver las células plasmáticas en la médula ósea”, admite la Doctora Askari.
Recibir un diagnóstico de mieloma múltiple no es algo fácil. Para Conchita, “fue muy duro, impactante” y rápidamente empezó a buscar información que la llevó a entender que se trataba de un cáncer y que no tenía cura. “Mi vida cambió un 100%. Tenía todo perdido. No tenía ninguna esperanza. El mieloma se había disparado a una velocidad tremenda”, reconoce Conchita.
Y es en este largo camino que se inicia cuando se detecta un mieloma múltiple cuando resulta fundamental, por su complejidad, ofrecer una atención especializada e integral en la que intervengan varios especialistas: hematólogos, radiólogos,, nefrólogos, cardiólogos, patólogos y, en pacientes de edad avanzada, la valoración integral por Geriatría .
El objetivo no solo es mejorar las herramientas para el diagnóstico y el seguimiento de la enfermedad, sino también acceder a nuevos tratamientos y mejorar la calidad de vida de las personas.
Una enfermedad incurable pero tratable
El tratamiento de mieloma múltiple depende sobre todo de las particularidades de cada persona, de su evolución y del grado de afectación del organismo. Como reconoce la Doctora Rocío Nieves Salgado, del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, la observación de alteraciones citogenéticas permite “estratificar a los pacientes en bajo riesgo, intermedio o alto riesgo y esto va a ayudar a la toma de decisiones terapéuticas”.
En el caso de los pacientes de edad más avanzada, es recomendable según marcan las guías internacionales de Oncogeriatría, que antes de iniciar el tratamiento más óptimo, se haga una valoración geriátrica integral para detectar posibles factores subyacentes de fragilidad. Su presencia puede “condicionar la tolerancia al tratamiento, la supervivencia que pueda tener el paciente, así como la calidad de vida o la toxicidad”, afirma la Doctora Ana Isabel Hormigo, del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, para la que es esencial dicha valoración para poder diseñar un plan terapéutico a medida, “como un traje a medida”.
“Nuestro objetivo es convertir una enfermedad aguda con múltiples daños orgánicos a una enfermedad controlada”, afirma la Doctora Askari. Y aquí los últimos avances médicos han permitido dar importantes pasos con la introducción de nuevos tratamientos y el desarrollo de nuevas terapias.
Una de las fases del enfoque terapéutico para abordar el mieloma múltiple suele estar asociada a los ensayos clínicos, que juegan un papel destacado gracias a la especialización de sus tratamientos. Para Askari, es muy importante la participación de los pacientes, “bien de nuevo diagnóstico o en recaída, en los ensayos clínicos”.
Ensayos clínicos en el mieloma múltiple
Es lo que le pasó a Conchita, que celebra la hora en la que entró en uno de ellos después de que algunos tratamientos no funcionaran. Como admite la Doctora Gala Vega, del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, “en el caso del mieloma múltiple los ensayos clínicos pueden ofrecer la única forma de acceder a tratamientos novedosos y muy eficaces”.
La mayoría de ellos se basan en inmunoterapia, es decir, en redirigir el sistema inmunológico para atacar el tumor. Conchita, poco a poco, fue notando los efectos del ensayo clínico. Para la Doctora Vega, una de las claves para que los resultados sean óptimos es “no esperar a que la enfermedad esté muy avanzada y el ensayo clínico ya no sea una alternativa real”.
Esta posibilidad de entrar en un ensayo clínico, sumado al apoyo y empatía de los médicos, le han permitido a Conchita llevar actualmente una vida normal, con ganas de vivir y de disfrutar el presente, de cada momento y de cada día como si fuera un regalo. “No hay mayor satisfacción que escuchar a nuestros pacientes decir que, después de tener mucha incertidumbre, cansancio, debilidad, dolor óseo y múltiples sintomatologías al diagnóstico, han vuelto a tener la calidad de vida de antes”, reconoce la Doctora Askari.