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Coches híbridos: ¿la alternativa real contra la contaminación?

Toyota RAV4 hybrid.

Jorge Castro

El mayor banco de pruebas legislativo en materia de regulación del tráfico particular tiene en Barcelona y Madrid a sus dos principales sedes. Pero no son las únicas ciudades en ponerse firmes con el tráfico más contaminante. El mapa del aire publicado a finales del año pasado mostraba panoramas preocupantes en capitales como Valladolid, Zaragoza, Gijón o Granada, donde no son extrañas las apariciones de las llamadas “boinas”: una mezcla de partículas en suspensión y óxido de nitrógeno que queda atrapada bajo el manto de ozono troposférico y que puede permanecer días enteros si la llegada de corrientes de aire no la descompone.

Y con una relación de entre el 10 y el 40 por ciento de esas masas de contaminación directamente imputable al transporte de personas y mercancías, el cambio hacia modelos de transporte particular basados en vehículos de propulsión alternativa está siendo igual de imparable. Sirva como ejemplo nuestro mercado, y la marca con la cuota de mercado más significativa entre aquellas que comercializan híbridos: Toyota. En 2017 vendieron 39.796 híbridos, un 15% más que el año anterior, entre los siete modelos de que dispone su gama híbrida: Yaris hybrid, Auris hybrid, Auris hybrid Touring Sports, C-HR hybrid, Prius hybridPrius+ hybrid y RAV4 hybrid.

Entre los principales focos de contaminación que se generan las grandes concentraciones de tráfico encontramos el CO2, que recalienta la atmósfera y el ambiente y solo se puede enterrar o disociar de forma experimental. Así que la mejor forma de manejarlo es producirlo en la menor cantidad posible. Y en ese ejercicio es donde un híbrido aporta, por su propia concepción, un gran empujón. En ciudad y en las fases de aceleración son los motores eléctricos los que impulsan su masa; precisamente el ejercicio en el que a un motor de combustión tradicional se le demanda más potencia y, por lo tanto, más emisiones. Por este motivo, los híbridos tienen una catalogación especial de la DGT, con su distintivo ‘ECO’, y son la forma más efectiva de cumplir los límites impuestos por la Comisión Europea para el año 2030. En 12 años, solo aquellos vehículos con emisiones entre cero y 50 gramos de CO2 por kilómetro recorrido serán catalogados como ‘limpios’. A día de hoy, un Toyota Yaris hybrid consigue ya emitir sólo 75 gramos por kilómetro, un Prius hybrid 76 y un Auris hybrid, entre 83 y 85 dependiendo de la silueta de su carrocería cinco puertas, o familiar.

Conciencia más allá del clima

Greenpeace afirma en su observatorio del transporte en las grandes ciudades que, aunque las exigencias climáticas son una razón clara para actuar en la movilidad urbana, no son las únicas que llevan a avanzar hacia un escenario más sostenible. El ruido y la siniestralidad generan cada vez una mayor preocupación social. De hecho, en el último observatorio de la Fundación Pons sobre movilidad y formación, seis de cada 10 españoles estarían de acuerdo con las restricciones actuales y la reducción de la velocidad en los núcleos urbanos. Otro de los vectores que empujan al uso del vehículo híbrido es precisamente la reducción de la agresividad al volante, por el solo hecho de que su silencio de marcha cambia la percepción sobre el tráfico. Así lo recoge un estudio de la Universidad de Temple y las experiencias de decenas de miles de conductores que a diario se mueven en vehículos híbridos, más suaves, sencillos de conducir, con un mantenimiento muy reducido en virtud de su sencilla cadena cinemática (sin transmisión y con parte del frenado a través de la recuperación de energía), y cuyo consumo y emisiones son una de las claves para encajar en el cada veza más diverso y delicado equilibrio del transporte.

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