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¿Qué hacemos con los transgénicos?

Juan Carlos Antequera / Juan carlos Antequera

No soy científico. Mi acercamiento al mundo de la genética se inició con el cromosoma de la Mandrágora (www.youtube.com/watch?v=Gdzm_FXHp88), siguió con “los dedos de la mano” de Juanita Reina (¡¡en la copla está todo, aquí nos explican la genética de la polidactilia !!. www.youtube.com/watch?v=2Ia9JobAx68), continuó, como todos, intentando descifrar problemas sobre la lisura y el color de los guisantes; y terminó comprendiendo el principio genético fundamental: de padres estériles, hijos estériles. Pero el que no sepa de biotecnología no importar para intuir, antes, y confirmar, ahora, que nuestro futuro estará marcado por ella.

Y creo en ello porque lo natural del ser humano es ser artificial. Algo, que en esto de la agricultura, nos ha permitido el “lujo” de comer todos los días, y que hayamos pasado de una esperanza de vida de cuarenta años, hace un siglo, a doblarla en la actualidad.

Con los transgénicos (biotecnología pura) ocurre algo curioso: mientras lo entendemos, lo asumimos y los usamos en aspectos tan importantes como la salud humana (por ejemplo, la insulina); se rechaza, se detestan y se combaten en la agricultura.

Hacia un debate técnico

Esta esquizofrenia no nos hace bien. Necesitamos un debate técnico, sin fundamentalismos ni apriorismos, que nos sirva para aprovechar lo que sea beneficioso (mayor presencia de vitaminas, resistencia a la sequia, protección ante el frio, mayores producciones, etc), y mantener a raya los riesgos, biológicos y comerciales, que pudieran acarrear. El mejor camino para esto, sin duda, es potenciar la investigación pública y una aséptica divulgación; porque el que no los usemos no significa que otros sí lo hagan, con las ventajas competitivas que ello les supone.

El Parlamento Europeo acaba de acordar la posibilidad de que los Estados Miembros puedan prohibir el uso de transgénicos en su territorio, por las razones más diversas. Esto que deshilacha, aún más la C de común incluida en la PAC, y nos deja en pausa valorativa sobre la utilidad de la Agencia Europea de seguridad alimentaria (responsable de las opiniones técnicas), es como no ver lo que está sucediendo en el resto del mundo (absolutamente interrelacionado y cercano): en 2013 la superficie dedicada a cultivar OGM fue de 175 millones de hectáreas y 18 millones de agricultores los usaron.

Otro elemento a tener en cuenta es el TTIP. Acrónimo, en inglés, del acuerdo transatlántico para el acuerdo y la inversión, que se está negociando entre UE y EEUU. Se inició en Junio del 2013, y ya van por la séptima reunión (Octubre de 2014), con el objetivo de reducir las barreras arancelarias y por tanto incrementar el comercio. El Parlamento Europeo estima que una reducción del 25% de aranceles incrementará el comercio en un 40%. Esto que en puridad económica es verdad y las dos economías deben crecer, lleva implícito que los sectores menos competitivos sean los que acaben pagando la fiesta (recuerdan la ronda Uruguay del GATT, la OMC…)

El propio Parlamento afirma que tendremos algunas desventajas, por nuestra propia regulación, como en el caso del uso de fitosanitarios y los OGM. Pues eso, ¿Qué hacemos con los transgénicos?

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