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Riesgo de infarto y edad: una dolencia que no solo afecta a personas mayores

Foto: Pexels

Marta Chavarrías

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El corazón es nuestro motor. Este músculo bombea sangre a los pulmones y a través de las arterias de todo el cuerpo. Cuando no funciona como debería hacerlo, pueden aparecer problemas como un infarto, que se produce cuando el bloqueo en la arteria coronaria hace que parte del músculo cardíaco no tenga sangre ni oxígeno. La mayoría ocurren cuando se forma un coágulo de sangre dentro de la arteria después de que un depósito de grasa se ha desprendido de la pared de la arteria. Según la Asociación Americana de Salud (AHA), casi 2.300 personas mueren de enfermedades cardiovasculares cada día.

En la mayoría de los casos, cuando esto ocurren suelen aparecer siete síntomas: de forma repentina, dolor o molestia en el pecho que se extiende al brazo izquierdo o derecho, cuello, espalda; también puede aparecer sudor y aturdimiento. Puede suceder que el dolor sea muy agudo o una simple molestia. En general, esto es más común que suceda en personas mayores. La edad, con el sexo y los antecedentes familiares, es uno de los factores de riesgo de infarto, concretamente las mujeres mayores de 65 años.

¿Qué le sucede al corazón a medida que se envejece?

Con la edad, el corazón y los vasos sanguíneos pueden sufrir cambios, por ejemplo, no puede latir tan rápido durante la actividad física o en momentos de estrés como lo hacía antes; aumenta la rigidez de las arterias grandes, lo que se conoce como arteriosclerosis. Esto provoca presión arterial alta. Por tanto, a medida que envejecemos, también lo hacen los vasos sanguíneos. Se vuelven menos flexibles, lo que dificulta que la sangre se mueva fácilmente a través de ellos.

Los depósitos grasos llamados ateromas también se acumulan a lo largo de las paredes de las arterias y disminuyen el flujo de sangre desde el corazón. Estas cosas, junto con una mala nutrición y hábitos de ejercicio, pueden aumentar su riesgo de enfermedad cardíaca. Agregue otros factores de riesgo, como presión arterial alta, tabaquismo y diabetes, y es probable que tenga un mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco.

Cada vez más jóvenes

Los ataques cardíacos o infartos, que hasta ahora habían caracterizado como parte de una “enfermedad de ancianos”, se producen cada vez más en personas más jóvenes, sobre todo mujeres. Hasta ahora, tener 20, 30 o 40 años nos llevaba a pensar que todavía faltaba mucho para empezar a preocuparnos por la salud de nuestro corazón. Sin embargo, según un estudio publicado en la revista Circulation, realizado con más de 28.000 personas hospitalizadas por un ataque cardiaco, el 30% de estos pacientes tenían de 35 a 54 años. 

Similares son los resultados de otra investigación del Colegio Americano de Cardiología, según el cual los ataques cardíacos se dan cada vez más en adultos muy jóvenes, menores de 40 años. De acuerdo con el estudio, una de cada cinco personas que sufre un ataque cardíaco tiene menos de 40 años. Tras 16 años de investigación, los expertos han podido ver también que la proporción de personas jóvenes que sufren un ataque al corazón ha aumentado en un 2%.

Y no solo eso, sino que, a pesar de ser más jóvenes, las personas tienen la misma tasa de tener complicaciones, incluida la muerte por otro ataque, accidente cerebrovascular o cualquier otra razón. Según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) estadounidense, la enfermedad cardíaca es la principal causa de muerte en hombres de 45 a 54 años, así como en personas mayores de 65 años. Lo mismo puede decirse de las mujeres mayores de 65 años.

Aunque puede parecer razonable pensar y suponer que los problemas de corazón en personas jóvenes son el resultado de un estilo de vida poco saludable (fumar, mala alimentación, obesidad y ejercicio), no siempre es así. Un ataque cardíaco puede afectar a una persona sana sin ninguna advertencia ni factor de riesgo asociado. Pero sí es posible que haya anomalías cardíacas no diagnosticadas que aumentan el riesgo considerablemente.

Algunos estudios sugieren que hasta uno de cada 500 atletas tiene una afección cardíaca preexistente que puede ser trivial de jóvenes pero que, más adelante, contribuye al riesgo de enfermedad cardíaca. En estos casos, más allá de seguir unos hábitos de vida saludables, es fundamental una evaluación y revisión de los factores de riesgo, la presión arterial, antecedentes familiares y pruebas como un electrocardiograma (ECG) o ecografía cardíaca.

Qué otros problemas causan los años en el corazón

La edad puede causar otros cambios en el corazón que pueden provocar arritmias (latidos cardiacos rápidos, lentos o irregulares). Las válvulas, las piezas unidireccionales en forma de puerta que se abren y se cierran para controlar el flujo de sangre entre las cavidades del corazón, pueden hacerse más gruesas y rígidas. Todo ello puede limitar el flujo de sangre fuera del corazón, lo que puede hacer que se acumule líquido en los pulmones.

Las cavidades del corazón pueden aumentar de tamaño. La pared se agranda, por lo que la cantidad de sangre que puede contener una cámara puede disminuir a pesar del aumento del tamaño del corazón. Con la edad, las personas se vuelven más sensibles a la sal, lo que puede causar un aumento de la presión arterial o hinchazón de tobillos y pies.

Cuatro pasos para mantener el corazón sano

Hay varias maneras de conseguir que nuestro corazón se mantenga en forma:

  • Mantenerse activo: realizar actividad física cada día es fundamental. No es necesario ser un atleta profesional, basta con realizar actividades como andar a paso ligero, bailar, ir en bicicleta, nadar, etc. Pasar muchas horas sentado no ayuda a nuestro corazón.
  • No fumar: el tabaco aumenta el daño en las paredes arteriales. Dejar de fumar, incluso en la vejez, puede reducir el riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y cáncer.
  • Seguir una alimentación saludable: disminuir el consumo de alimentos con grasas trans y saturadas, azúcares agregados y sal. Priorizar frutas y verduras y alimentos ricos en fibra.
  • Mantener un peso saludable: equilibrar las calorías que se consumen con las que se queman nos ayudará a mantener el peso adecuado. Algunas formas para lograrlo son limitar el tamaño de las porciones y estar físicamente activo.
  • Moderar el alcohol: una copa de vino al día puede ser saludable en personas adultas, según algunos estudios, pero superar esta marca lo vuelve perjudicial.

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