En un sobre que pese lo mismo que esta revista monográfica de eldiario.es –217 gramos– caben exactamente 247 billetes de 500 euros. Es una buena mordida: 123.500 euros. Podría ser el 3% de la construcción de un colegio, el pago por la recalificación de un terreno, el soborno a cambio de aprobar un modificado en una obra… Tres sobres de este tamaño suman lo que supuestamente cobró de la Caja B del PP el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy –343.000 euros en billetes, según los papeles de Bárcenas y la propia declaración del extesorero–. Con siete sobres, llenaríamos el maletín que escondía en el altillo de sus suegros Francisco Granados, el exconsejero de Justicia de Madrid. Con 89 sobres, sumaríamos los 11 millones de euros que –por ahora– la justicia ya ha acreditado en pago de comisiones a los Pujol. Y harían falta 380 sobres de este porte para alcanzar el patrimonio acumulado en Suiza por Bárcenas y Correa: 47 millones de euros entre los dos.
En el mundo de la corrupción en billetes de 500, un kilo son dos kilos: un millón de euros pesa 2,2 kilogramos. Cabe en una caja de zapatos, o en un pequeño maletín. En la España del 3%, los billetes de 500 euros han llegado a sumar el 80% de todo el dinero en efectivo en circulación. Es un porcentaje más alto del habitual porque España es plusmarquista europeo en el uso de este tipo de billetes. Justo antes de que estallase la burbuja inmobiliaria –y todo lo que la acompañaba–, España llegó a manejar uno de cada cuatro billetes de 500, según preocupantes datos del BCE. En teoría, cada español guarda en casa un par de billetes de 500 euros. En la práctica, la mayoría de los españoles no ha visto un billete de 500 euros jamás.
El exceso de billetes de 500 euros es una clara prueba de que en España hay algo que va mal. ¿Somos un país más corrupto que la media? No en la pequeña corrupción. Nadie evita una multa pasando 50 euros junto al carné al agente de tráfico, pero la corrupción política se ha situado como uno de los principales problemas de la sociedad. No es solo una percepción del ciudadano común. “A veces uno tiene la sensación de que se conoce solo la punta del iceberg”, dice Carlos García Berro, fiscal de delitos económicos, en una entrevista que publicamos en este mismo número: “El poderoso se cree impune y a salvo, piensa que nunca le va a pasar a él, que nunca le va a llegar una investigación”.
Hay dos maneras de ver la situación actual. La negativa: que la impunidad que sienten los poderosos es real y, aunque algunos caen, otros muchísimos corruptos se han escapado y se escaparán. La positiva, no contradictoria con la anterior: que el reguero de casos que colapsa los juzgados vacuna para el futuro y da ejemplo de lo que no debe pasar. Que cada vez que un exvicepresidente del Gobierno, un presidente autonómico o una infanta se sientan en el banquillo, muchos otros, antes de coger el sobre, se lo volverán a pensar.
Artículo publicado en el último número de nuestra revista: un monográfico sobre la corrupción. Ya está disponible en kioscos y, si eres socio, te llegará estos días a casa. Artículo publicado en el último número de nuestra revista: un monográfico sobre la corrupción. Ya está disponible en kioscos y, si eres socio, te llegará estos días a casa.un monográfico sobre la corrupciónsocio