La Europa negra y euroescéptica entra con fuerza en Europa
Jean-Marie Le Pen tiene claro cómo acabar con lo que él llamó el “problema de la inmigración” y la “explosión demográfica”. Lo dijo este martes en Marsella ante un grupo de periodistas. Sin complejos. “El señor Ébola podría solucionarlo en tres meses”. Le Pen, de 85 años, es la versión más desagradable y racista que la extrema derecha europea ha podido ofrecer en las últimas décadas. Su hija, Marine, es la actual líder del Frente Nacional y, aunque en lo básico, coincide con su padre, ha demostrado más habilidad política. Ahora puede obtener los frutos de su intento de que los más extremistas tengan una voz que se haga escuchar con fuerza en el hemiciclo de Bruselas y Estrasburgo.
Este jueves se inician las elecciones al Parlamento Europeo. Los primeros estados en votar son el Reino Unido y Holanda. En ambos casos, como en otros países de la UE, hay partidos ultraconservadores que aspiran a desbancar a las grandes formaciones que han dominado la vida política de Europa durante décadas. No todos responden a un patrón ideológico idéntico, pero sus similitudes son obvias: xenofobia y posiciones radicales contra la inmigración, rechazo del aumento de poder de las instituciones europeas, críticas al Estado de bienestar...
La crisis económica de los últimos seis años ha provocado un fortalecimiento de las posiciones euroescépticas en casi todos los estados. El próximo Parlamento europeo podría ser el primero en ver un grupo parlamentario formado por partidos con posiciones euroescépticas y ultraderechistas. Para ello necesitan conseguir 25 diputados que representen a un cuarto de los países que forman la UE, es decir, siete.
¿Cuáles son estos partidos y quiénes están al frente de ellos? Sin duda, el gran impulsor de un grupo euroescéptico en el Parlamento Europeo es el holandés Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad de Países Bajos (PVV, en sus siglas en neerlandés). Lidera las conversaciones entre las diferentes fuerzas para encontrar un punto de unión que hasta ahora ha sido imposible por su nacionalismo extremo. Por ejemplo, los ultras de la zona occidental nunca han mostrado mucho interés en compartir grupo con sus hermanos de Europa del Este.
Los posicionamientos del partido de Wilders, claramente nacionalistas y a favor de políticas migratorias mucho más duras, han calado en la ciudadanía, aunque se prevé una caída en sus resultados para esta convocatoria. Mantendrían los cuatro escaños alcanzados en 2009, pero con una rebaja de 3 puntos en sus resultados, pasando del 16,9% al 13,9%.
Recuperar el control
En el Reino Unido está UKIP (Partido por la Independencia del Reino Unido). Se autodefinen como libertarios, pero en esta campaña electoral se han ganado la imagen de xenófobos por sus carteles en los que defienden las políticas de control migratorio y su firme convicción de que el Reino Unido debe abandonar la Unión Europea.
Su lema –“Recuperemos el control de nuestro país”– es una clara referencia a esta idea, y en torno a ella gira la estrategia de campaña, liderada por el polémico Nigel Farage. En las últimas elecciones europeas consiguieron 13 escaños con el 16% de los votos. Para estas elecciones, los datos de PollWatch le otorgan un 30% y 24 diputados, y la posibilidad muy real de ser la primera fuerza política en el Reino Unido.
Marine Le Pen es la líder de Frente Nacional francés. El partido ultranacionalista aboga por la salida del euro y la creación de “una verdadera moneda nacional” francesa. En contra también de las políticas de austeridad, el Frente Nacional se encuentra probablemente en su mejor momento político.
En las elecciones europeas de junio de 2009 obtuvieron unos discretos resultados, con un 6,3% de los votos y 3 escaños, siendo el sexto partido con más representación en Francia. Sin embargo, para estas convocatorias las encuestas prevén un despegue de la fuerza liderada por Le Pen: un 23% de los votos, que supondrían 23 escaños, y convertirse en el partido más votado en Francia.
Otro país en el que los movimientos populistas euroescépticos se mueven con soltura es Austria. Su principal referente es el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), que ha sido protagonista de un fuerte crecimiento en los últimos años. Para esta convocatoria esperan crecer 8 puntos respecto a las celebradas hace cinco años, hasta alcanzar un 20,5% de las papeletas y 4 eurodiputados, convirtiéndose en tercera fuerza, a solo un escaño de los dos primeros.
Alemania no escapa al fantasma del euroescepticismo. En el país gobernado por Merkel, estos postulados son defendidos por Alternativa para Alemania (AfD), y las encuestas les otorgan unos resultados nada desdeñables, auspiciados por su ambigüedad ideológica y sus pequeños gestos al sector más xenófobo de la ciudadanía alemana. Alcanzarían el 6,3% de los sufragios y 6 escaños en Bruselas.
Los italianos tienen en la Lega Nord (Liga Norte) a su referente del euroescepticismo más populista. El partido fundado por Umberto Bossi y que sirvió de apoyo a los gobiernos de Berlusconi será uno de los pocos que empeorará sus resultados tanto en porcentaje de votos como en escaños, pasando de un 10,2% y 9 escaños en 2009 a 4 europarlamentarios con un 5,1% de las papeletas.
Otro países en el que partidos ultranacionalistas y euroescépticos obtendrían representación es Suecia, donde Demócratas de Suecia obtendría un eurodiputado con un 6,9% de los votos. En la República Checa, la fuerza Albores de la Democracia Directa de Tomio Okamura entraría en el Parlamento europeo con dos escaños y un 6,2% de sufragios.
También en Grecia cobra fuerza Amanecer Dorado, el partido neonazi, que alcanzaría representación en Bruselas con dos parlamentarios y un 8% de los votos. Por su parte, en Hungría asciende el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik Magyarországért Mozgalom, abreviado comúnmente como Jobbik). El partido nacionalista y ultraderechista, que incluso cuenta con un grupo paramilitar asociado, la Guardia Húngara, alcanzaría 5 eurodiputados con un 22,2% de los votos.