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La estrecha relación entre bicicleta y calidad de vida

Una mujer en bicicleta

Kepa Lizarraga

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La calidad de vida no es fácil de definir. De hecho, se trata de algo muy subjetivo y que depende de la cultura y valores del entorno en que vivimos, así como de las expectativas individuales. Pero está claro que pocas medicinas son tan eficaces como el ejercicio, en general, para mejorar la salud integral: física y psicológica. De hecho, el uso de la bicicleta, como forma de transporte sostenible y activo o de ocio, es una excelente herramienta para sentirnos mejor.

Conlleva importantes mejoras fisiológicas para el sistema cardiovascular, óseo, articular y muscular, mejora del equilibrio, la resistencia y problemas de salud como la diabetes tipo II, cardiopatías, enfermedades respiratorias, osteopenia por citar algunos ejemplos. En el plano psicológico, está clara la positiva influencia del la actividad física en las personas con depresión, así como el aporte de estabilidad mental y la facilitación de relaciones sociales. A las personas adultas, la libertad de movimientos que aporta una bicicleta les brinda la posibilidad de vivir de forma más plena.

Un estudio realizado en Cuba en 2001 comprobaba que las personas activas expresaban una mejor calidad de vida que las sedentarias, y ese resultado no es la excepción, sino lo habitual en investigaciones de este tipo. En el ámbito universitario también se aprecia la positiva influencia del ejercicio físico en la salud psicológica y en la adopción de hábitos de vida saludables.

Estudiantes de las Universidades de Aveiro (Portugal) y Granada cumplimentaron sendos test sobre la percepción de estrés (PSS) y perfil de estado de ánimo (POMS). Los resultados mostraron que aquellas personas que eran físicamente activas percibían un mayor grado de salud, menor nivel de estrés y presentaban un mejor estado de ánimo que las sedentarias, al margen del tipo de ejercicio físico que realizaran.

Otro estudio reciente (2020), realizado con más de 1.500 personas adultas de las que 859 practicaban ciclismo de forma asidua, demostró que la percepción de la calidad de vida, calidad del sueño y nivel de ansiedad, así como los  factores de riesgo metabólico, incluyendo el Índice de masa corporal, forma física, adherencia a la dieta mediterránea y niveles de consumo de alcohol y tabaco, eran significativamente mejores en quienes utilizaban la bicicleta.

Al igual que ocurre con los medicamentos químicos, también los efectos del uso de la bicicleta están sujetos a dosis

En Buenos Aires se realizó en el año 2016 un análisis de los beneficios ambientales y sociales que generaba el uso de su Sistema de Transporte Público de Bicicletas. La rapidez de los desplazamientos, la seguridad en cuanto al horario de llegada a los destinos, el ahorro económico, el entretenimiento y la comodidad fueron algunas de las aportaciones más valoradas por las personas usuarias de la bicicleta respecto a otros medios de transporte.

Pero, al igual que ocurre con los medicamentos químicos, también los efectos del uso de la bicicleta están sujetos a dosis. Una tesis doctoral defendida en 2018 sugería que las personas con un nivel muy elevado de práctica ciclista podían sufrir riesgo de adición al ejercicio, comportamiento que presenta alteración de los hábitos de vida, dependencia y consecuencias negativas para su salud, vida social y laboral. Tal situación de actividad compulsiva se apreciaba en el 3,2% de las personas deportistas, en general, y hasta en un 17% de quienes practicaban ciclismo de resistencia, resultando que perdían parte de los efectos positivos que les aportaba una actividad física más moderada.

De hecho, otra investigación realizada con algo más de 3.000 personas adultas o mayores demostraba que incluso una actividad física ligera era suficiente para mejorar de forma apreciable la calidad de vida relacionada con la salud. También aspectos sicológicos fundamentales, como la autoestima, se benefician de una práctica regular de actividad física. Así lo mostraba un estudio realizado en 2018 con personas de más de 65 años, estableciendo una relación positiva entre el ejercicio y la propia percepción. Como se desprende de todo lo anterior, la bicicleta, bien utilizada, es buena para las personas.

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