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ENTREVISTA Vicepresidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI)

Ángel Berges: “Sería dramático que los salarios subieran al nivel de la inflación”

Ángel Berges, vicepresidente de AFI.

Belén Ferreras

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Nada va a ser igual después de la crisis de guerra de Ucrania que se ha sumado a la que la economía arrastraba de la pandemia. Ángel Berges, vicepresidente de AFI, que ha participado en un acto de la Cámara de Comercio de Álava, advierte de que todavía “vienen muchos nubarrones” y que todos tendrán que perder algo por el camino de la recuperación, trabajadores y empresas, para conseguir salir adelante en un momento en el que el principal reto es poner coto a la espiral del inflación. Algo que debe hacerse a través de una contención de los precios de la energía, por un lado, y también con un pacto de rentas que logre un equilibrio para que los salarios, “que tienen que subir”, dice, no lo hagan al nivel de un IPC desbocado. El experto en Economía, que ha participado en la entrega de los Premios a la Internacionalización de las Empresas Alavesas, ha pronunciado una conferencia bajo el título 'La economía actual: retos y desafíos', en la que ha reconocido la dificultad de la situación actual de las empresas.

El propio presidente de la Cámara, Gregorio Rojo, hacía hincapié también en su intervención a la “extrema dificultad que atraviesan muchas empresas”, con un alza de precios que “compromete su capacidad competitiva” y su “capacidad de producción”. Una realidad pese a la que muchas empresas siguen apostando por la internacionalización, como lo han hecho las premiadas, Abrasivos Manhattan, Lascaray y SNA Europe Industries Iberia, en los premios correspondientes al año 2020, que no pudieron entregarse por la pandemia, y Eguía Foods, Dorlet, S.A.U, Aratubo SAU y Ramondin, a los galardones de este año. Precisamente Berges considera que en estos momentos de crisis hay que “felicitarse porque pese a que, primero la pandemia y ahora la guerra, hayan puesto la globalización patas arriba” las empresas sigan buscando emplazamientos en el exterior, porque esa “internacionalización es foco de competitividad”.

Con la que está cayendo en estos momentos, hablar de retos y desafíos de la economía da para un libro entero. ¿Cuál es el prioritario ahora?

La inflación. Cuando no nos habíamos recuperado de la crisis de la pandemia ha venido la guerra en Ucrania y ha organizado un terremoto, sobre todo en el impacto en los precios, más que nada en los energéticos, pero en todos en general. Ese el principal elemento a superar. Los temores ahora mismo están en que haya efecto de segunda ronda en la inflación y todas las miradas están puestas para ver si, fundamentalmente desde los ámbitos europeos, y de forma coordinada, se puede hacer algo para reducir los precios de la energía, especialmente los de la luz. Y también se mira a los bancos centrales, para que no se les vaya la mano con los tipos de interés en este momento. 

¿Prevé que inflación toque techo pronto, o nos tenemos que acostumbrar a que los precios sigan subiendo?

Seguirán subiendo, pero no a este ritmo. Ese 9,8% que acaba de marcar el IPC no puede quedarse ahí de ninguna manera. Esa transitoriedad de la inflación, en la que hasta hace unos meses se insistía mucho por parte del Banco Central europeo, se está alargando en el tiempo y va a seguir en niveles altos, no del 10%, pero sí claramente por encima del 6%.

¿Hay posibilidades de frenar el IPC para que no tenga un efecto dominó en toda la economía?

Hay intentos de frenarlo. Está el intento de reducir el precio de la electricidad, que tiene un efecto muy importante, y se está intentando a nivel europeo y a nivel español. Poner un tope a lo que supone el precio del gas a consumidor. Si consiguieran reducir el precio del gas a ese tope de 30 euros, supondría quitarle a la inflación tres puntos de una atacada. Y luego son muy importantes los esfuerzos en cuanto a posibles pactos de rentas que limiten el crecimiento de los salarios, por un lado, pero que al mismo tiempo suponga que las empresas también se comprometan a asumir en sus márgenes parte del incremento de los costes. Y, por supuesto, en paralelo, tiene que haber apoyos también a los sectores más afectador por la crisis, a la industria intensiva de energía y a los hogares más afectados…ese es el tipo de cosas que se están haciendo, pero milagros no hay.

Usted apela al pacto de rentas, es decir que cree que los salarios no deben subir con la inflación.

Es que sería dramático que los salarios subieran al nivel de la inflación. Supondría meterse en una espiral y hay que evitar a toda costa que esa inflación puntual y muy vinculada a la energía, se extienda al resto de ámbitos. Y ahí la contención salarial es fundamental. Pero claro, los sindicatos van a decir, ‘y a cambio de esa contención, qué se nos da’, y van a pedir mantenimiento de empleo, que no se utilice el coste de la energía para hacer ajustes de empleo salvajes y también una cierta contención de los beneficios empresariales.

Poner líneas rojas a un pacto de rentas no me parece razonable, porque la situación es extremadamente compleja

En Euskadi el sindicato mayoritario ELA, ya ha rechazado de plano negociar ningún pacto de rentas...

Poner líneas rojas y decir que no vas a estas en ningún pacto de rentas no me parece razonable. Pero por ninguna de las dos partes, porque nos hayamos en una situación extremadamente compleja. El desborde inflacionista ha sido de tal magnitud que supera los registros en más de 30 años. Ha salido el índice de confianza del consumidor del CIS hace unos días y se ha producido un hundimiento brutal, más intenso del que se produjo en los meses de pandemia. Si ante eso no reaccionamos es una irresponsabilidad. Y tiene que haber cesiones por las dos partes.

Si no suben los salarios la gente consumirá menos y eso tampoco es bueno para la economía, ¿no?

Los sueldos tienen que subir, sin duda, pero lo que no pueden hacerlo es unidos a la inflación actual. Hay desligar el salario de una inflación que, ahora mismo, está muy distorsionada por la energía. Hay que asumir que la crisis por la guerra de Ucrania nos va a afectar a todos. Nadie va a mantener el nivel de riqueza y de bienestar que antes de la guerra. Si queremos utilizar el tema energético para detener a Putin, lo que no podemos pretender es que todo siga igual, que echemos la misma gasolina, que consumamos los mismo, tengamos el mismo calor en casa, y que las empresas ganen lo mismo. Todos tienen que ceder algo. En ese sentido no se trata de que los salarios no suban, sino de que hay que desligarlos del IPC, que no suban de acuerdo a la inflación del mes pasado. En eso consiste el pacto de rentas, en ponernos en una inflación de crucero. ¿Eso supondrá la pérdida de poder adquisitivo? Pues sí, claramente sí.

Un tercio de las empresas ya asume que la solución a los problemas de la cadena de suministros se retrasa al año que viene

La crisis de suministros y el alza de precios de las materias primas está atenazando a las empresas. Parecía que se solucionaría en el primer trimestre del año y ya se ha visto que es imposible ¿Ve a luz al final del túnel?

Efectivamente a finales del año pasado el 80% de las empresas creía que en el primer trimestre del año se solucionaría el problema de la cadena de suministros. Ahora el 40% cree que se alarga todo este año y un 35% cree que se va al año que viene. Un tercio de las empresas asume que la normalización de la cadena de suministros se retrasa al año que viene. Y además, en un contexto en el que sigue habiendo confinamientos en China y eso sigue distorsionando la cadena de suministros. Es que se nos ha unido todo. 

¿Cree que las medidas que se están tomando son suficientes para solventar este problema?

Sí se están tomando medidas, lo que ocurre es que las soluciones son muy lentas. Hay empresas que ya desde la pandemia han buscado relocalizaciones en países más cercanos, pero eso cuesta, y por eso hay un periodo de tiempo en el que vamos a sufrir. Por eso nadie puede pretender mantener su statu quo previo.

El tejido empresarial vasco siempre ha sido más resiliente y abierto al exterior y capea mejor las crisis

 ¿Cómo ve la situación de las empresas de las empresas vascas?

El tejido productivo vasco siempre ha sido mucho más resiliente y abierto al exterior, y eso le ha permitido capear mejor las crisis. Cuando una crisis ha golpeado con fuerza en el resto de España, la situación  en Euskadi ha sido mejor. Precisamente por esa apertura al exterior está más afectada ahora por el tema de las cadenas de suministro. Pero siempre ha tenido una capacidad de adaptación importante. Tengo optimismo en que saldrá adelante, pero hay un tiempo con nubarrones y hay que sacar el paraguas.

Hay sectores del empresariado vasco que dicen que Euskadi pierde foco de atracción para la inversión, ¿Está de acuerdo?

Euskadi tiene sectores industriales con componente tecnológico y de digitalización importante y no creo que sea el caso. Yo creo que Euskadi tiene una ventaja importante en la tecnología de sus tejidos productivos. La tecnología y la digitalización va a ser un bálsamo contra esas tendencias desglobalizadoras que la geopolítica está poniendo encima de la mesa. Y el tejido productivo vasco es tremendamente proactivo ese sentido. 

No diría yo que la fiscalidad es un problema para las empresas vascas

También hay quejas sobre las diferencias fiscales con otras CCAA, especialmente con Madrid. ¿La fiscalidad vasca perjudica a las empresas?

Creo que Euskadi tiene atractivos importantes y Madrid no anda buscando tejido productivo industrial. Busca fundamentalmente servicios. ¿Hace dumping fiscal Madrid? También se ha dicho en muchas ocasiones que, en Miranda de Ebro, por ejemplo, cambiaba la fiscalidad en un polígono industrial solo con cruzar una línea que hacía que una empresa estuviera en Euskadi. Yo no diría que Euskadi tenga mala fiscalidad. Y el impuesto de Patrimonio, que es lo que no tiene Madrid, no tiene mucho que ver con la instalación de empresas. No diría yo que la fiscalidad es un problema para las empresas vascas.

Todas las soluciones parece que llegarán de los fondos europeos. ¿Se están generando demasiadas expectativas respecto a estas ayudas? 

No, van a suponer un impulso muy importante. Son 140.000 millones y eso va a ser una inyección fundamental, porque además va a tener un efecto multiplicador y tractor. Esa fue principal expectativa de recuperación en la era de la pandemia. Pero está siendo un poco lento el proceso. Debe llegar cuanto antes a las empresas.

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