“Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Así se expresaba Abraham Lincoln cuando se le preguntó sobre las decepciones sufridas durante su gestión política. Y él, que además de presidente de la nación, contribuyó a salir de una guerra civil y luchó activamente contra la esclavitud, no dudó en mostrarse así de entristecido con la máxima que le ha sobrevivido.
Salvando las distancias, así nos encontramos las mujeres y hombres de CCOO Irakaskuntza al hacer balance de la gestión del Departamento de Educación del Gobierno Vasco en este curso casi finiquitado. En todo su ámbito de influencia, la Consejería ha dejado más disgustos que alegrías, más desazón que tranquilidad, más temor que esperanza. Vayamos por partes.
En la Pública no universitaria (funcionarios/as, interinos/as y laborales), que es de su gestión directa, las reuniones imprevistas, las informaciones tardías (o inexistentes), la falta de resolución en otras ocasiones, han sido la constante de este año, para desesperación sindical. No se han atendido la mayoría de las demandas planteadas y se ha hecho cotidiana la petición por escrito de las cuestiones planteadas en las distintas mesas, en un torpe intento de ralentizar su resolución o encaminarlas al vacío administrativo.
Peor aún es el panorama que presenta la negociación colectiva, si puede llamarse así al desierto atravesado en este principal asunto sindical. Lastrado por la imposibilidad de avances en la Mesa General de la Función Pública, El Departamento se ha pasado el curso con miradas hacia el infinito, preguntas sin respuesta y pulsiones restrictivas, que le sacuden periódicamente, a modo de tics incontrolados (Concursos de traslados, comisiones de servicios,…).
Con ser lo dicho bastante, ha sido en el terreno de la política educativa, donde la Consejería que dirige Cristina Uriarte ha demostrado su absoluta indefinición. Enfrascada como está en cerrar el segundo tramo de su proyecto estrella, Heziberri 2020, los decretos curriculares siguen siendo verdaderas cajas de sorpresa. Por un lado, se mantiene de forma machacona el argumento mediático de oposición firme a la implantación de la LOMCE en Euskadi. Mientras tanto, se respetan –contradictoriamente- la mayoría de los pilares que sustentan la ley del PP, tan cuestionados por la comunidad educativa vasca y española (Religión, pruebas finales objetivas, itinerarios selectivos, FP Básica,…). Y mientras se mantiene esta caótica pelea, el Departamento se enreda en la creación de unos nuevos decretos curriculares con el objetivo indisimulado de unirlos a los utilizados en 2.007, el conocido “currículo vasco”, como si, por medio, no hubieran existido sentencia del TSJPV y otra gestión política no nacionalista (quizás sea ésta la verdadera razón).
Sea como fuere, el tiempo avanza y ni en este asunto, prioritario para el Departamento, se está actuando con diligencia. Posiblemente, aunque superado el plazo previsto por el propio equipo gestor, se acabarán aprobando los nuevos decretos que en su día anunciaron de implantación inmediata y que ahora retrasan de forma pautada (Infantil y Primaria, curso 2015-16, Secundaria 2016-17; Bachillerato ¿?). La consejera, no obstante, debería tener presente que la inmensa mayoría de los agentes educativos del ámbito público vasco no aceptamos este proyecto de Heziberri y ser valiente, por tanto, al reconocer quiénes son sus socios preferentes (Lo adelanto ante la más que probable confusión mediática que se hará al indicar que los decretos son “aprobados” con amplio apoyo de la comunidad educativa).
Decepcionante está siendo, así mismo, la actuación de la Consejería en la negociación del convenio de Musikene. Tras dos largos años de reuniones, de idas y venidas, de desencuentros y acercamientos, la Administración da un paso atrás y bloquea la negociación del personal docente (la referente al PAS está prácticamente cerrada) con una inamovible postura de fuerza: su deseo de repercutir en los salarios la deuda acumulada durante ejercicios anteriores. En algún momento esta Consejería deberá asumir que los deseos megalómanos de otros/as de construir un centro musical de enseñanza superior, envidia del mundo mundial, se iba a encontrar –como en estos años- con periodos críticos que resultarían difíciles de solventar, pero que la solución elegida no tiene que pasar por responsabilizar a los y las trabajadoras de tal sueño inalcanzable. ¡Ojala no veamos el magnífico edificio que se está construyendo como sede definitiva de Musikene, destinado a otros fines!
Y en paralelo a todo lo descrito, las actuaciones de la viceconsejería de Formación Profesional, que parece jugar en otra división. En este curso ha elaborado mucha normativa, de profundo calado que –de prosperar- va a confeccionar una rama educativa diametralmente distinta a la actual: centros integrados, nueva FP Básica, nuevos TKNIKA e IVAC, Ideatk y hasta un anteproyecto de ley de FP. (Normativa que, dicho de paso, no ha contado con negociación sindical, dando a entender, precisamente, que con los y las representantes de los y las trabajadoras hay que hablar cuando esté todo prácticamente cerrado, sin capacidad de intervención).
Nuestras cautelas vienen por la disonancia de actuación de esta Viceconsejería con el resto, así como por la necesidad de contar con un tiempo prudente de asimilación ante tanto cambio, alguno ya cuestionado desde los claustros de los centros. Es necesario construir un sistema educativo en FP bien valorado externamente, pero cimentado en el interno con el plácet de la mayoría de trabajadoras y trabajadores del sector, no exclusivamente de las direcciones de los centros.
Cerramos, por tanto, un tercer año de gestión educativa nacionalista que no consigue, en opinión de CCOO Irakaskuntza, el aprobado de fin de curso, el que verifica la adquisición de competencia en la gestión. Los deberes siguen acumulándose para una administración educativa que no ha solucionado aún ninguno de los problemas que tenía al inicio de su legislatura.
Pero queremos superar la actual decepción y acabar de forma similar a la que hacíamos un año atrás, con esperanza y ofrecimiento de superación de problemas antes de que se enquisten. Nunca
nos instalaremos en la trinchera, argumentando que sean otros los que marquen nuestro futuro. Hemos estado, estamos y estaremos allá donde de Educación vasca se hable, sin prepotencias ni complejos, con la sana intención de aportar ideas, de ofrecer alternativas y de exigir responsabilidad a quienes competa la tarea de la gestión educativa.
Sobre este blog
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