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La difícil convivencia entre osos y seres humanos

Imagen de un oso pardo.

Julen Rekondo

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Durante la mayor parte de la historia evolutiva, los seres humanos no han tenido más remedio que compartir territorio con otras muchas especies animales. Eso cambió drásticamente hace unos 8.000 años, cuando el Neolítico planteó un nuevo escenario en las relaciones con la fauna silvestre, y no ha hecho más que exacerbarse desde entonces. La convivencia ahora es con algunos competidores directos, a los que hemos erradicado, o en el mejor de los casos, arrinconado. Dos ejemplos ilustrativos de estos son el oso y el lobo.

Hace unos años considerados alimañas, pero ahora se han convertido en verdaderas joyas del mundo animal a las que hay que conservar. Lo cual plantea problemas de convivencia, que es de lo que voy a hablar en este artículo, sobre todo a raíz de la vuelta del oso pardo al Pirineo, tras la decisión del Gobierno francés de soltar el pasado octubre dos hembras de ejemplares eslovenos en el Pirineo occidental en el Béarn (región pirenaica francesa junto a la muga con Navarra y Aragón), en la que quedan sólo dos machos. Esta decisión del Gobierno francés responde a la firme intención de evitar la desaparición del oso en el territorio.

Antes que nada, hay que decir, que en el caso del País Vasco el oso pardo se extinguió en el siglo XVIII, rompiendo así la conexión entre los osos cantábricos y del Pirineo. El ultimo oso que habitaba en el País Vasco fue abatido en Mañaria en 1871, aunque se duda si era un ejemplar salvaje o escapado de cautividad.

Muchos antes, en 1819, un grupo de vecinos de Orozko había acabado con el último oso del Gorbea, que al parecer tenía atemorizados a los pastores, con el único fin de obtener una “recompensa” de 600 reales.

En el caso de los Pirineos es diferente, y el oso pardo llegó antes que el ser humano, ya que esta especie habita esta cordillera desde hace casi un millón de años. Ellos llegaron antes, pero los intentos para su reintroducción siempre son objeto de discusión entre los partidarios y los detractores de su presencia en las montañas.

La polémica se ha reavivado tras la decisión del Gobierno francés de soltar a comienzos de octubre dos hembras de oso pardo, procedentes de Eslovenia, en el Pirineo, cerca del valle navarro del Roncal. Francia ha optado por osos eslovenos al considerar que genéticamente tienen más similitudes con los pirenaicos que los osos cántabros. Desde su suelta, las dos osas se han mostrado muy activas y se han movido por toda la cordillera buscando un lugar en el que establecerse. El objetivo del Gobierno francés es que las osas se apareen con los dos machos que sobreviven en el Pirineo occidental: “Neré” y “Canelito”. La madre del segundo, llamada “Canelle”, fue la última hembra autóctona pirenaica. Murió en 2004 por disparos de un cazador francés en una batida de jabalíes, por lo que “Canelito”, es el único oso de los Pirineos que conserva genes de la población original.

El último oso macho autóctono de todo el Pirineo, llamado 'Camille', tenía su hábitat también en Roncal y Zuberoa y desapareció en 2010 por causas naturales.

La polémica se ha acentuado aún más después de que hayan aparecido muertas varias ovejas en el Pirineo navarro, concretamente, en Ustarroz. Por su parte, el Gobierno de Navarra al enterarse de la suelta de las dos osas eslovacas por parte del Gobierno francés, mostró su malestar por esta “decisión unilateral” de Francia y destacó que se les debería haber consultado antes la medida para estudiar sus posibles afecciones, especialmente en el Valle de Roncal.

Posteriormente, el Ejecutivo navarro trasladó a los valles pirenaicos una propuesta de plan de medidas de gestión integral ante las situaciones de riesgo provocadas por la presencia de las osas, que contempla medidas preventivas, como reforzar la vigilancia o la geolocalización de los ganados, un plan de ayudas con medidas de discriminación positiva y propuestas de coordinación con otros territorios.

Pese a ser omnívoros, los osos se alimentan en un 85 % de vegetales, y no suelen cazar, sino que comen insectos, larvas, carroña, alguna cría de corzo... Ocasionalmente, pueden atacar algún rebaño de los que van sueltos por la montaña y matar a una o dos ovejas. Pero muy difícilmente se enfrentan a ganado equino o bovino.

Diferente parece ser el caso de 'Goiat', un ejemplar macho esloveno de 200 kilos que fue liberado en la zona del Valle de Arán en 2016 con el objetivo de romper con la endogamia existente en la población actual de 43 osos pardos en el Pirineo. Este ejemplar de oso pardo, con una inusual predilección por atacar yeguas, ha encendido a parte de los ganaderos del Pirineo, que han decidido retomar su histórica cruzada contra la fauna salvaje ante la alarma de ecologistas y otros defensores del medio ambiente. En lo que va de 2018, se han registrado 15 ataques suyos a ganado, entre ellos seis a yeguas y cuatro a potros, un comportamiento predador “anómalo”, según Guillermo Palomero, director de la Fundación Oso Pardo. Dos años y varios ataques después, la Generalitat estudia cómo expulsarlo, a la vez que trata de apaciguar a quienes han visto en ello la oportunidad para cargar contra una política de dos décadas de reintroducción del oso pardo en la zona.

Sin duda, además de estudiar por parte de expertos si es motivo suficiente para sacar de allí a 'Goiat', se trata de un problema que pudiera pasar en otros lugares, como en Asturias. Actualmente está ocurriendo en los Apeninos italianos donde incluso se han registrado tres ataques a personas, sin consecuencias, aunque se trataba de osas con sus crías. Pero ello, sin duda, agrava el rechazo del mundo rural a los osos.

La situación de los grandes carnívoros europeos, entre ellos el oso pardo (Ursas actos), ha cambiado mucho en los últimos tiempos. El oso pardo alcanza poblaciones muy altas en Eslovenia, los Balcanes y los Cárpatos. El abandono del medio rural, así como una mayor sensibilidad social hacia la conservación de los animales y de los ecosistemas han hecho que poblaciones de grandes carnívoros hayan logrado restablecerse. Pero la convivencia entre el ser humano y estas especies animales es un reto para la conservación. Además, con el aumento de las actividades al aire libre, y al uso de gran parte de estos territorios como zona agropecuaria, los daños al ganado, los cultivos y las colmenas pueden aumentar y para ello hay que adoptar medidas que incluyan campañas de educación ambiental, vallas eléctricas para proteger cultivos y colmenas e indemnizaciones rápidas a los ganaderos afectados.

Pero, ¿estas medidas son suficientes? En mi opinión, pueden reducir los conflictos, pero aun y todo va ser inevitable que se produzcan entre este gran carnívoro y el ser humano, al que habría que añadir el lobo ibérico. Mientras las poblaciones de osos se van recuperando, los conflictos van a ser inevitables y no se pueden ignorar, aunque habrá que adoptar medidas de gestión y conservación, las más óptimas posibles, y basadas en la evidencia científica. Los osos son grandes carnívoros de la fauna europea, y no alimañas, que es necesario conservar, aunque planteen problemas de convivencia, que, de todas formas, se pueden paliar.

*Julen Rekondo es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente

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