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Opinión - ¿Respeto a Milei y al resto de la ultraderecha? Por Rosa María Artal

¿Por dónde queda la unidad de España?

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Es bastante asombroso lo que pretenden hacer esas derechas de la unidad de España: trocearla en una confederación de paraísos fiscales, para gran contento de los ricos de este país y en detrimento de los servicios públicos y prestaciones sociales de la inmensa mayoría. Es el mercado, amigo. Éste parece ser el grito de moda en esos territorios de España donde las derechas han asentado sus posaderas. Es el triunfo de la competencia económica pura y dura: con el Estado español, que desea reducir al mínimo, aunque al mismo tiempo lo gorroneen, reclamándole recursos que compensen sus eliminaciones o rebajas de impuestos; y entre las propias comunidades autónomas que deciden enriquecerse a costa de la descapitalización de las demás.

Ésta es la España que nos prepara el Partido Popular para cuando gobierne. Un país a la medida de los ricos, para que tengan la oportunidad de elegir la parte de España que les ofrece una mayor rentabilidad. La supresión del Impuesto del Patrimonio en Andalucía (neutralizado por las medidas fiscales del Gobierno) ha sido el pistoletazo de salida de la alternativa económica de las derechas: bajar o eliminar los impuestos mediante los cuales el Gobierno de España “se lleva el dinero” de los ciudadanos. Vamos, que nos está robando descaradamente, impidiéndonos al mismo tiempo ser un país sanamente competitivo. Porque, al decir del presidente andaluz, Moreno Bonilla, la competencia entre comunidades autónomas para hacerse con el mayor número posible de potentados es algo muy sano para el progreso de España.

¿Y cómo funciona todo esto? Muy sencillo. Tú enriqueces Andalucía empobreciendo a Cataluña y compitiendo con Madrid. Moreno Bonilla lo explicó muy bien tras suprimir el Impuesto de Patrimonio. “Vente a Andalucía, Jordi”, vino a decir al empresariado catalán afincado en Madrid y al que aún queda por Cataluña, suscitando las iras del “president” catalán y los recelos de la presidenta madrileña, a la que no le hace gracia alguna prescindir de todos los magnates que ha arramblado con su “dumping” fiscal.

La propuesta anti-impuestos de las derechas queda, así, retratada en sus verdaderas intenciones. No estaba dirigida para aliviar las penurias de los contribuyentes modestos y más castigados por la inflación. No estaba dirigida a los españoles, sino a los empresarios de mayor potencia económica. Porque en ellos, y sólo en ellos, están las supuestas claves del futuro de España. En empresarios que estén dispuestos a invertir y crear riqueza, siempre que no les asemos a impuestos y les obliguemos a emigrar a países que traten con más benevolencia fiscal a los mandamases del dinero. El progreso de España no necesita “muertos de hambre”, sino ricos de verdad que sepan lo que hay que hacer con toda la pasta que tienen.

Porque hay pocos ricos en España, una miseria de ricos. Lo ha dicho Aznar: tenemos por aquí 200.000 ricos, cuando necesitamos dos millones. Y eso sólo se consigue atrayendo a más inversores a base de bajar impuestos. ¡Cómo no lo habrían pensado antes quienes alimentan las cada vez más engrosadas colas del hambre! Seguro que se rebajarían notablemente si muchos de ellos se decidieran a hacerse ricos y, en lugar de pedir, optaran por enriquecer al país con sus inversiones. Aunque hay un pequeño problema que solventar: y es cómo puede uno dejar de ser indecentemente pobre para convertirse en indecentemente rico.

Seguro que la derecha española encuentra la respuesta adecuada. Su Gran Timonel, Núñez Feijóo, tiene prácticamente resuelto el problema: hay que dejar de hablar de pobres y ricos, que es ya un debate antiguo. Y no deja de tener razón. Es tan antiguo como la historia de la humanidad.

Es bastante asombroso lo que pretenden hacer esas derechas de la unidad de España: trocearla en una confederación de paraísos fiscales, para gran contento de los ricos de este país y en detrimento de los servicios públicos y prestaciones sociales de la inmensa mayoría. Es el mercado, amigo. Éste parece ser el grito de moda en esos territorios de España donde las derechas han asentado sus posaderas. Es el triunfo de la competencia económica pura y dura: con el Estado español, que desea reducir al mínimo, aunque al mismo tiempo lo gorroneen, reclamándole recursos que compensen sus eliminaciones o rebajas de impuestos; y entre las propias comunidades autónomas que deciden enriquecerse a costa de la descapitalización de las demás.

Ésta es la España que nos prepara el Partido Popular para cuando gobierne. Un país a la medida de los ricos, para que tengan la oportunidad de elegir la parte de España que les ofrece una mayor rentabilidad. La supresión del Impuesto del Patrimonio en Andalucía (neutralizado por las medidas fiscales del Gobierno) ha sido el pistoletazo de salida de la alternativa económica de las derechas: bajar o eliminar los impuestos mediante los cuales el Gobierno de España “se lleva el dinero” de los ciudadanos. Vamos, que nos está robando descaradamente, impidiéndonos al mismo tiempo ser un país sanamente competitivo. Porque, al decir del presidente andaluz, Moreno Bonilla, la competencia entre comunidades autónomas para hacerse con el mayor número posible de potentados es algo muy sano para el progreso de España.