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La Ertzaintza vota con el futuro del último sindicato de clase en el aire

Roberto Seijo, de Erne, en una protesta sindical de ertzainas vigilada por ertzainas en el puerta del Parlamento en 2018

Iker Rioja Andueza

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En plenas conmemoraciones del cuadragésimo aniversario de la Ertzaintza, los alrededor de 7.500 agentes que componen actualmente el cuerpo -aquí se incluyen los incorporados recientemente en la última promoción salida de Arkaute- están llamados a las urnas. El 10 de febrero hay elecciones sindicales (el escrutinio arrancará a las 18.00 horas), si bien hasta este jueves se habían recibido del orden de 4.500 votos diferidos (el equivalente al voto por correo). Por vez primera, se elige la denominada internamente como 'mesa 125', que reemplaza a la histórica 'mesa 103' que sienta al Departamento de Seguridad con los sindicatos y que cambia de nombre por la sencilla razón de que, en la nueva Ley de Policía, se ha cambiado la numeración del artículo que la regulaba.

Estos comicios son siempre singulares ya que los porcentajes de sindicación son elevadísimos y la participación puede alcanzar el 90%, como en 2017. La convocatoria tenía que haberse producido, de haber seguido el calendario natural, en otoño. Erne es la primera fuerza y aspira a continuar con sindicato mayoritario. Tras el fin de UGT y CCOO, otra de las claves es qué ocurrirá con ELA, en tendencia descendente. Es el repliegue del sindicalismo de clase frente al corporativo. elDiario.es/Euskadi ha pulsado la opinión de las cinco candidaturas en liza, Erne, Esan, ELA, Euspel y Sipe, para conocer su análisis de la situación del cuerpo y sus perspectivas. Las respuestas se ofrecen de mayor a menor según los resultados de 2017.

Roberto Seijo (Erne)

El secretario general de Erne, Roberto Seijo, parte de la constatación de que el Departamento de Seguridad “manipuló la fecha de las elecciones” al no convocarlas en noviembre y pasarlas a febrero y lo ve como un “guiño” a la segunda fuerza en la Policía vasca, Esan, ya que desde entonces se han abonado algunas cantidades del acuerdo en torno a la denominada carrera profesional alcanzado entre el Ejecutivo y esta central. Pero, para el portavoz de la central mayoritaria en las últimas décadas y también la más antigua, la plantilla ha visto con claridad que “ese acuerdo es discriminatorio” porque “es un 40% menos de lo que se cobra por el mismo concepto en Osakidetza” y, además, está mucho más condicionado el abono a no superar unos niveles de absentismo.

“La perspectiva de Erne es volver a liderar el sindicalismo dentro de la Ertzaintza. No vemos otro horizonte que ganar. Además, ese otro horizonte sería negativo para el colectivo de la Ertzaintza porque ahora hay un sindicato muy cercano ideológicamente al Departamento de Seguridad, Esan. Ofrece acuerdos malos y silencios cómplices mientras el resto, la mayoría sindical, estamos enfrentados con el Departamento por muchos motivos”, explica. Según Seijo, aunque la etapa de Gervasio Gabirondo como director fue “tóxica” y costara “cinco años” lograr acuerdos básicos con la consejera Estefanía Beltrán de Heredia, ahora hay “un gran problema de falta de interlocución” con Josu Erkoreka y todo su equipo, renovado completamente en relación a la anterior etapa. El optimismo lo pone la designación de Victoria Landa como nueva directora, de nuevo una agente y la primera vez en la historia que el puesto recae en una mujer. “Tenemos esperanzas con la nueva directora, que conoce desde la base el funcionamiento de la Ertzaintza”, enfatiza Seijo.

Sobre la situación interna del cuerpo, plantea la necesidad de una “reorganización de la empresa” y, en particular, denuncia que no se alcance la plantilla prevista de 8.000 efectivos. “No se entiende esto más allá de un aspecto económico. Menos ertzainas es detrimento de la seguridad pública y de los derechos laborales”, explica. Añade que, en la pandemia, los agentes se han visto “humillados”. “Después de enfrentarnos con muchos para hacer cumplir las normas, ese trabajo se ha tirado a la basura. Se ha ido a la impunidad del no pasa nada, porque se devuelven las multas. Lo que hemos vivido desde el principio es un aislamiento y un desprecio a nuestras medidas de seguridad”, reflexiona. Añade que la COVID-19 puso de manifiesto la falta de medidas de protección para un servicio esencial, sobre todo en la primera ola. “Hubo condenas, a demanda de Erne, por vulneración de derechos fundamentales. Pasó como con los sanitarios. Hemos vivido dos años muy complicados. Si no es por los jueces, habríamos tenido menos medidas”, indica el referente de una organización con unos 3.500 afiliados sumados ertzainas, alumnos de Arkaute, agentes jubilados y policías locales.

Unai Garabieta (Esan)

“Las elecciones se están celebrando el plazo. Hay algunos que parece que se han molestado. Si no, serían ilegales”, afirma de entrada Esan sobre la fecha de la convocatoria. Asegura que había otras opciones que querían que no votara la última promoción: “Cuantos más voten, mejor, ¿no? Son casi el 10% de toda la Ertzaintza”. La central, surgida como escisión de ELA, se ha consolidado ya como segunda opción en la Ertzaintza, claramente por encima de la matriz. Y aspira a más. “Es cierto que nacemos de una escisión de ELA. Entendíamos que ELA no tenía en consideración a los agentes de Policía. Nuestro objetivo pasa por la defensa de los ertzainas y los udaltzainas. Hubo personas que de manera valiente dieron un paso adelante”, explica sobre el origen de la central su portavoz, Unai Garabieta.

¿Cómo ve Esan a la Ertzaintza? “A nivel de pandemia, hay un agotamiento brutal. La falta de personal, con una plantilla envejecida, supone una zurra importante. Ello ha provocado un aumento de las refuerzos y una reducción de los tiempos de descanso. Es un desgaste sostenido en el tiempo”, responde Garabieta.

Esan se ofrece como una opción pactista frente a la confrontación porque sí. “Entendemos que hay que llegar a soluciones. Los objetivos de nuestra organización eran tres: el acuerdo regulador, caducado desde 2013, la realización de una valoración de puestos, pendiente de 1998, y la implantación de la carrera profesional. Ésta última se ha puesto en marcha y nos han quedado pendientes dos patas. La confrontación en muchos momentos es necesaria pero no hay que ir a la confrontación por la confrontación. Tiene que perseguir un fin. Nuestra estrategia es trabajar, trabajar y trabajar. Atender a los ertzainas y estar con ellos en los centros policiales. El objetivo no es ganar elecciones; es hacer nuestro trabajo y dar soluciones. No estamos pendientes de ser primeros o segundos porque no sirve de nada quedar le primero si no se garantizan los derechos de los ertzainas”, señala Garabieta.

En este sentido, Esan entiende que “con la dirección se ha abierto una vía de diálogo bastante más fluida, tanto en Recursos Humanos como en la policial” y lo ve una mejora respecto a la etapa de Gabirondo, que también critican. “Es algo que agradecemos, aunque el acceso al 'sailburu' no es precisamente sencillo”, explica Garabieta. Añade que tocaría repensar la “estructura”, particularmente por los problemas en Investigación para evitar el “cierto repliegue” que ha supuesto la unificación de comisarías. “Lo tenemos claro: el modelo de la Ertzaintza está contrastado desde 1982. Estamos al servicio del pueblo. Somos una Policía democrática. Somos hijos de este pueblo, tenemos enraizamiento en este pueblo”, afirma también Esan, que rechaza que lo que esté en duda sea el “modelo” policial.

Tomás Rodríguez (ELA)

ELA es el principal sindicato vasco pero ya es el tercero en la Ertzaintza. En su día fue la primera alternativa a Erne y llegó a ser primera fuerza. Ahora encadena varios ciclos electorales a la baja. Otros sindicatos de clase como UGT (hace décadas) y CCOO (que por vez primera no se presenta ahora) ya han ido desapareciendo de la Ertzaintza. La de Tomás Rodríguez es la única entrevista de las cinco que ha sido realizada por escrito. “Creemos que la presencia de ELA en la Ertzaintza es más necesaria que nunca. La pérdida de condiciones laborales de las y los ertzainas en los últimos años está siendo una constante. De ser en los años 90, con diferencia (cuando ELA era el primer sindicato) la Policía con mejores condiciones sociolaborales del Estado y de las mejores de Europa, ahora estamos a la cola. Que ELA sea fuerte en la Ertzaintza es vital para la recuperación de los derechos laborales y sociales”, sostiene ELA, que defiende que los policías “antes que nada son trabajadores” y que no se entiende su defensa sin un análisis conjunto de la situación del sector público. Aboga también por una Policía comprometida “con los derechos fundamentales”.

“La desaparición de CCOO fue una mala noticia para la Ertzaintza, como es una muy mala noticia la continua aparición de sindicatos corporativos que sólo se preocupan de agradar los oídos de sus afiliados para mantener al precio que sea su estatus , alejándose de lo que realmente es la función de un sindicato y más en en la Ertzaintza. Creemos sinceramente que estos sindicatos corporativos, bajo el pretexto de una defensa numantina de la Policía, lo que hacen es alejarla de la sociedad y hacer el juego al poder económico y gobernante. Nosotros somos antes que nada trabajadores al servicio de la ciudadanía. Y si queremos una Ertzaintza cercana, del pueblo y para el pueblo, es poco entendible que sus componentes no se preocupen del resto de los derechos de la ciudadanía con la que conviven. ELA-Ertzaintza es parte de una organización en la que tiene cabida todos los trabajadores y trabajadores y que lucha por mejorar sus condiciones de vida”, reflexiona Rodríguez.

En cuanto a la situación de la Ertzaintza, ELA muestra su preocupación por la falta de unos 500 efectivos respecto a la plantilla prevista. “La falta de personal también tiene consecuencias en el servicio público que debemos garantizar a la ciudadana de cercanía, de servicio, garante de los derechos fundamentales de la ciudadanía”, entiende este sindicato. “Por otro lado, vemos un Departamento de Seguridad que no tiene ninguna voluntad de diálogo con organizaciones como la nuestra”, añade Rodríguez, que plantea una revisión del “modelo policial” y denuncia el “retroceso muy importante” en las condiciones laborales en la función pública.

Aitor Rabanal (Euspel)

“Nuestra expectativa es seguir en la fase ascendente. Éramos cuartos y nuestra intención es ser terceros y ser la bisagra, quien decida para un lado para otro”, sostiene sobre Euspel Aitor Rabanal. En 2017, ya logró el 20% en Álava. Lo que en un inicio era una organización centrada en Berrozi ahora ha ido creciendo “en las tres provincias”. Aseguran haber captado afiliados de todos sus rivales por no tener “ninguna tendencia política” y destaca Rabanal la importancia del destino de los 173 votos que obtuvo CCOO en 2017 y que ahora quedan huérfanos. Se promocionan, además, como “asociación” y no como sindicato. “La forma de tomar decisiones es diferente. Aunque hay una estructura, se consensúa entre un grupo mucho mayor. Estamos cerca de 1.000 asociados, 900 en la Ertzaintza”, indica Rabanal.

Euspel también cree negativo el acuerdo de Esan sobre la carrera profesional y lamenta que se hiciera “rompiendo la unidad de acción sindical”. “Esan nos dejó tirados y comparando con lo de Osakidetza, lo nuestro tiene 100.000 trabas, sobre todo absentismo”, explica Rabanal, que entiende que toca “intentar volver a negociar las condiciones”. Y añade: “La situación general ahora mismo en la Ertzaintza no es buena. Falta plantilla, carecemos de formación y no tenemos materiales adecuados. Es hora de cambiar el modelo policial y adaptarnos a los tiempos. Sería importante que esto se consensuara con los sindicatos”. Rabanal pone un ejemplo de la falta de escucha a las necesidades de los agentes. “El tema de la formación es importantísimo. En este cuerpo no se hace ni tiro voluntario ni tiro forzoso. Yo estoy en la calle, todos los días me cuelgo una pistola al cinto y llevo más de diez años sin entrenar”, afirma.

¿Cómo valoran los cambios en el equipo al frente de Seguridad? “Sinceramente, creo que los cambios han sido a peor. Estoy hablando del consejero y de la parte que nos toca a los sindicatos, que es la de Recursos Humanos. El tipo de interlocución parte de gente con prepotencia absoluta. Todo lo politizan. A nivel policial, todavía es demasiado pronto para valorar a la nueva directora. Los cambios no se hacen en un día”, reflexiona Rabanal.

Juan Carlos Sáenz (Sipe)

El quinto sindicato en liza es Sipe, que hace cinco años empeoró sus resultados. Ahora abraza la fórmula de Jusapol, con quien asegura tener contactos “muy estrechos”, y aspira a que se revolucione el escenario en la Ertzaintza como ocurrió en la Policía Nacional. “Salimos con la intención de conseguir un buen resultado”, explica Juan Carlos Sáenz, quien dice ofrecer “un trabajo ingente en pro de los derechos”. “La tendencia en estas elecciones es de cambio sustancial”, vaticina. Tras haber estado “fuera de las mesas de representación”, confían en dar la sorpresa: “No es que vayamos a entrar, es que va a haber un salto cualitativo”.

“Lo que nos diferencia y nos transmiten nuestros afiliados es que no cejamos en nuestro empeño nos cueste lo que nos cueste”, asegura el representante de Sipe. “Tenemos convenios de colaboración muy estrechos con Jusapol. Lo que buscamos es que haya un vuelco electoral y sea extrapolable a la Ertzaintza. Hay un descontento y desmotivación contra organizaciones que no han hecho absolutamente nada. Estamos a la cola del funcionariado vasco, con una carrera profesional a plazos. Tiene que haber un vuelco”, insiste Sáenz.

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