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Juicio contra Mondragón por los ahorros que los cooperativistas perdieron con la caída de Fagor

Protesta de los afectados.

Eduardo Azumendi

El próximo 24 de enero arrancará en los juzgados de Bergara (Gipuzkoa) el proceso iniciado por 900 antiguos cooperativistas contra la Corporación Mondragón, a la que exigen que les indemnice con más de 47 millones de euros por la pérdida de los ahorros que en forma de aportaciones voluntarias, préstamos mercantiles, préstamos especiales y reintegros pendientes en la cooperativa, tenían depositados en Fagor Electrodomésticos y Edesa.

Las asociaciones Ordaindu y Eskuratu (creadas por los afectados para defender sus intereses) plantearon en diciembre de 2015 una demanda en la que solicitan que se condene a la Corporación Mondragon al pago de los 47 millones de euros porque entienden que su actuación a lo largo de los dos años previos a la declaración de concurso de acreedores de Fagor Electrodomésticos y Edesa perjudicó de forma directa sus intereses como acreedores.

Según los responsables de Ordaindu y Eskuratu, el grupo vasco animaba al colectivo de extrabajadores de Fagor Electrodomésticos y Edesa a mantener en estas dos cooperativas su dinero en forma “de aportaciones voluntarias, préstamos mercantiles y reintegros pendientes tras la baja en la cooperativa”. Los demandantes sostienen que la Corporación Mondragón “se aprovechó de la confianza” que sus cooperativistas tenían depositada en ella para “evitar que recuperaran sus ahorros” y “al mismo tiempo lograr un concurso ordenado de Fagor y Edesa”. Según aseguran, “en numerosas ocasiones” la Corporación trasladó al colectivo que la situación económica de Fagor Electrodmésticos y Edesa no era negativa y que ambas tenían un “futuro cierto”.

“Ahorros de toda la vida”

Por eso, los demandantes optaron por mantener los “ahorros de toda la vida” en las cooperativas, en lugar de rescatarlos cuando la empresa todavía mantenía un patrimonio suficiente para hacer frente a todos los acreedores.

La demanda sugiere que la Corporación Mondragón primó su propio patrimonio sobre los legítimos intereses de los socios inactivos que, con una antigüedad media de 40 años de trabajo en las dos cooperativas, confiaban “plenamente en los ideales de intercooperación y solidaridad inculcados por la Corporación”, creyendo que esta “jamás les engañaría y abandonaría a su suerte”.

La Corporación Mondragon aseguró en su momento que no iba a atender los requerimientos de los extrabajadores porque no cuenta con competencias para hacerse cargo de las reclamaciones de estas agrupaciones. Según Mondragon, “se trata de peticiones ajenas a la naturaleza y realidad” del grupo

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