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¿Europa lejana? preguntad a los obreros de La Naval

PSE-EE subraya que la firma del contrato de La Naval "no es suficiente para mantener el pleno empleo en el astillero"

Aitor Guenaga

Bilbao —

Karmelo es un trabajador del astillero La Naval. Tiene 48 años y lleva más de 30 años viendo salir barcos de las gradas sestaorras. Karmelo no necesita que ningún experto en política comunitaria le explique que las decisiones que se adoptan en la Comisión europea o las leyes que pasan por la Cámara de Estrasburgo tocan de lleno su bolsillo y sus expectativas de vida. El largo y tortuoso conflicto del 'tax lease' en el sector naval revento el pasado verano con la decisión del comisario de la Competencia, Joaquín Almunia, en torno al dinero que tenían que devolver las empresas y bancos que habían financiando la construcción de buques por un sistema que chocaba contras las leyes de la competencia europea.

Karmelo respira ahora mucho más tranquilo desde que se ha confirmado la noticia más esperada por los trabajadores y la dirección de La Naval en los últimos cinco meses: la construcción de un ferry para la compañía holandesa Royal N.V. Texels Eigen Stoomboot Onderneming (TESO). Pero el horizonte para los trabajadores del astillero no está del todo despejado. La buena nueva sorprendió a los partidos en liza en los comicios europeos en pleno arranque de campaña electoral. Y las maquinarias electorales enseguida fijaron la noticia en sus agendas del primer día de campaña. Para la candidata peneuvista, Izaskun Bilbao, la noticia casaba a la perfección con su estrategia de campaña: explicar lo que el PNV ha hecho en estos cinco años en el Parlamento europeo. “Nuestra presencia en Europa nos permite estar cerca de los ciudadadanos y nos ha ayudado a construir un auténtico lobby vasco gracias al cual centenares de aportaciones hechas desde aquí son normas europeas”, señalaba Bilbao, que se ponía una medalla por el trabajo de su partido en el conflicto del 'tax lease'.

Los socialistas vascos también vieron la oportunidad de jugar en casa con la noticia de la adjudicación del contrato que permitirá carga de trabajo a La Naval para los próximos dos años. La candidata Eider Gardiazabal -que también ha estado en la Cámara de Estrasburgo los últimos cinco años- se entrevistó junto a otros líderes del PSE-EE con representantes del comité de empresa del astillero. Y aunque saludaron la noticia, también advirtieron de que el contrato “no es suficiente para mantener el pleno empleo”. Este es el debate que los que pilotan la campaña socialista quieren resaltar: la Europa social, la regresión en las condiciones laborales de los trabajadores europeos. Ramón Jáuregui, número dos de la candidatura del PSOE y exlider socialista vasco, lo dijo en el arranque de campaña: quiere hablar de patriotismo, pero de “patriotismo social europeo” y confrontarlo con las políticas de la derecha.

El Parlamento europeo, desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, prácticamente decide, aunque no en solitario- sobre el 80% de las materias que terminan siendo normas que influyen directamente en la vida de la ciudadanía comunitaria. Y aunque es cierto que la percepción que tienen los 400 millones de europeos llamados a votar el próximo 25-M es que las decisiones en la UE se imponen desde despachos e instituciones no elegidas por los ciudadanos -la Troika, entre otros, formada por el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (CE)-, lo cierto es que el creciente poder de la Cámara comunitaria debería marcar cada vez más cuál es el camino elegido para salir de la crisis.

Todos los partidos saben que la lucha contra la desafección política, cada vez más generalizada, y esa sensación de lejanía con Europa debe ser sin cuartel para movilizar a un electorado harto de corrupción, dispendios políticos y discursos de cartón piedra. En las elecciones europeas de 2009 no acudió a votar el 55,1% de los españoles. No será fácil. La última encuesta del CIS sobre los comicios del 25 de mayo arroja varios datos inquietantes y, a la vez, contradictorios en ese sentido: El 86,5% de las personas encuestadas tiene poco o ningún interés por las noticias relacionadas con las elecciones europeas. Sin embargo, el 80,9% considera que las políticas de la Unión Europea influyen bastante o mucho en la vida nacional.

Y vaya si influyen. Una denuncia llegada de Holanda puso en jaque al sector naval español con la batalla del 'tax lease', una decisión del comisario de la Competencia saliente, Joaquí Almunia, aun trae de cabeza a los inversores que deben devolver millones de euros de los contratos firmados con un sistema de financiación declarado ilegal por Europa. Y de Holanda precisamente han llegado las buenas noticias que karmelo y sus compañeros de La Naval celebran. Y este es solo un tema de la agenda comunitaria y del trabajo en Estrasburgo: ahí están las decisiones sobre el gravamen a las transacciones financieras (tasa Tobin), las tarifas para llamar en el extranjero (roaming), la dotación de fondos para las políticas activas de empleo entre la juventud... “Es la Cámara de Estrasburgo, estúpidos”, que cada vez tiene más peso, aunque claramente insuficiente aun para contrarrestar el poder casi omnímodo del Consejo europeo o de Alemania o de la Troika.

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