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Las obras del AVE secan una treintena de manantiales que suministran a caseríos y ganado en Euskadi

Viaducto inacabado de la 'Y vasca' en Bergara durante su construcción en 2014

Iker Rioja Andueza

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En el confín más occidental de Gipuzkoa, pegado a Bizkaia, se halla el valle de Angiozar, de no más de 300 habitantes. Una quincena de caseríos de la zona, en los que residen de manera fija unas 25 personas pero donde hay una relevante actividad ganadera, están viendo en riesgo el suministro de agua corriente por las obras de la 'Y vasca', el corredor ferroviario de alta velocidad que acumula años y años de retrasos y que no tiene aún un horizonte temporal para su inauguración. De momento, un baserri llamado Goronsarri necesita desde octubre que un camión cisterna le lleve agua al depósito porque los trabajos han secado un manantial del que bebía. Ahora hay otras catorce casas en la zona que reciben insumos de manantiales cercanos y que temen verse afectados igualmente por los avances de las constructoras. El Gobierno vasco admite que son una treintena las fuentes de agua desaparecidas por las obras del AVE vasco solamente en Gipuzkoa.

“Por las obras del tren, un manantial que surte al río Angiozar se ha secado. Sabían que iba a ocurrir eso porque anduvieron haciendo mediciones... Ahora resulta que tienen que llevar el agua con camiones cisterna a los depósitos del caserío afectado. De momento solamente afecta a uno pero hay otros catorce en la zona con su manantial y están a expensas de qué pasa con las obras. Les preocupa porque éste era el más fuerte, del nacedero del río. No saben qué va a pasar. En invierno no hay tanto problema: llueve mucho y el ganado puede beber de los pozos del suelo. Veremos qué pasa en verano con la sequía”, explica Mila Elorza, alcaldesa pedánea de Angiozar, ubicada entre Elorrio (Bizkaia) y Arrasate-Mondragón (Gipuzkoa) pero perteneciente al término municipal de Bergara. Si hasta ahora era una comarca con problemas de despoblación, Elorza entiende que “sin agua” el lugar va a perder aún más atractivo.

La situación del caserío Goronsarri ha llegado al Parlamento Vasco. Dos consejeros del Gobierno, el titular de Transportes, el socialista Iñaki Arriola, y la responsable de Medio Ambiente, la peneuvista Arantxa Tapia, han enviado sendos informes sobre la situación ocasionada por las obras del AVE en la zona a instancias del representante de EH Bildu Unai Fernández de Betoño. Explica Arriola que esta casa, desde 1993, tiene una concesión de la Confederación Hidrográfica del Norte para tomar agua de ese manantial “para uso doméstico, ganadero y de regadío”. Y “parece estar afectado por la ejecución de las obras de plataforma del sector 2 del nudo Mondragón-Bergara-Elorrio que está ejecutando Adif, en concreto por la excavación que se está realizando para la construcción de los túneles de Udalaitz”. Las obras de la alta velocidad en Gipuzkoa son gestionadas por el Gobierno vasco salvo unos pequeños tramos en zonas como la ahora afectada por ser parte de los ramales alavés o vizcaíno de la infraestructura, que se unen en Bergara precisamente,. Del nudo y de los corredores de Álava y de Bizkaia se encarga el propio pagador de toda la 'Y vasca', el Gobierno central.

Señala Arriola que es “previsible” que toque suministrar agua con camiones para el llenado del depósito de ese caserío durante una temporada, pero no da detalles de qué ocurrirá cuando terminen las obras. “Si el caudal no pudiera restituirse una vez concluidos y revestidos los citados túneles actualmente en excavación, deberá analizarse por Adif la forma de restaurar el servicio afectado”, es lo único que indica el consejero del área de Transportes, que añade que siempre se plantean “soluciones para intentar mitigar las afecciones que se producen a la ciudadanía durante la construcción”. “Pero como cualquier obra pública de esta envergadura las actuaciones no están exentas por desgracia de afecciones y esta importante infraestructura ferroviaria de interés general, a nivel nacional y europeo, no es una excepción”, explica el consejero socialista.

En concreto, en el tramo desde Bergara hasta Astigarraga, el de gestión directa de Euskal Trenbide Sarea (ETS, el Adif autonómico) se han registrado 26 incidencias en las que se han visto afectadas fuentes de agua. Esto ha generado problemas en el suministro de caseríos, tanto para consumo humano como ganadero, así como para riego o incluso para uso industrial en un caso. Son fuentes, arroyos, manantiales o regatos de Antzuola (tres), de Ezkio/Itsaso (dos), de Ormaiztegi (uno), de Beasain (uno) de Aduna (cuatro), de Andoain (ocho), de Urnieta (cuatro), de Zizurkil (tres) y de Asteasu. Añade la responsable de Medio Ambiente en su informe, Arantxa Tapia, que la Agencia Vasca del Agua (URA) tiene “conocimiento” de que en las obras ejecutadas por Adif hubo “afecciones en el año 2010 a los manantiales Bostiturrieta/Bostate, a El Fraile (pozo Sukia) y Kobate”. Estaban en Arrasate-Mondragón, cuyo ayuntamiento era el titular de los aprovechamientos “con destino a abastecimiento de población”. “Actualmente, este suministro se está realizando desde el embalse de Urkulu y los responsables de las obras han informado de que tratarán de restituir los [manantiales afectados]”, señala el Ejecutivo.

En realidad, éste es un problema que se ha registrado también en otros puntos de España en los que Adif construye tramos de AVE. En Valle de Abdalajís, por ejemplo, llevan 16 años viviendo de camiones cisterna y de dos pozos con agua escasa. El abastecimiento de agua en este municipio malacitano de unos 2.500 habitantes es una “preocupación” desde que en 2005 el organismo ferroviario estatal destruyese el acuífero del municipio mientras realizaba las obras de construcción de los túneles para la línea ferroviaria de alta velocidad que une Córdoba con Málaga. 

Por otro lado, el diario 'El Mundo' ha informado de que las obras del denominado nudo de Bergara acumulan retrasos para protección de la naturaleza del entorno. Estas fuentes apuntan que ha habido que ajustar trabajos como voladuras para acompasarlas a la hibernación de los murciélagos de la cueva de Kobaundi, así como garantizar la protección de una pareja de alimoches y de los visones europeos de la zona de Kortazar y Udalaitz.

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