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Recuerdan en Vitoria al funcionario de prisiones Máximo Casado un cuarto de siglo después de su asesinato por ETA

La consejera de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno vasco, María Jesús San José, y la alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria, en el acto de recuerdo de este miércoles

elDiario.es Euskadi

Vitoria —

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La alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria, y la consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José, han realizado una ofrenda floral con motivo del vigésimo quinto aniversario del asesinato del funcionario de prisiones Máximo Casado a manos de ETA frente al nuevo monolito que lo recuerda.

Tras el acto, al que han acudido todos los grupos municipales, la alcaldesa ha recordado que el anterior monolito, colocado en 2001 en los jardines de Txagorritxu que llevan el nombre de la víctima, estaba tan deteriorado que “ni siquiera se leía la inscripción” que recordaba a Casado. La alcaldesa ha afirmado que con el acto de este miércoles se sustituye “la indiferencia por la relevancia y la memoria”, según ha informado el Ayuntamiento en un comunicado que recoge Europa Press.

Nuevo seminario Fernando Buesa

Este jueves y viernes, se celebra también en Vitoria el XXIII Seminario Fernando Buesa, que, de la mano del Instituto Valentín de Foronda, recordará la reanudación de la actividad terrorista de ETA en 2000, tras la tregua iniciada a finales de 1998. En este foro, periodistas, expolíticos como Ramón Jauregi, Rafa Larreina y Ramón Rabanera, e historiadores, analizarán aquella “fatídica” época, según ha informado la Fundación Fernando Buesa en un comunicado.

La Fundación Fernando Buesa Blanco ha recordado que “la vuelta del terror de la acción terrorista de ETA vino a continuación del final de una tregua establecida por la banda para acompañar un proceso de acumulación de fuerzas nacionalistas”. Además, ha indicado que “una sociedad exhausta y harta de violencia recibió con expectativa una tregua que, sin embargo, se soportaba en una esperanza de paz a cambio de logros soberanistas, así como de una invisibilización de la ciudadanía no nacionalista vasca”.

En este sentido, ha manifestado que “el Acuerdo de Estella de las fuerzas nacionalistas y los compromisos de ETA con los partidos que sostenían el Gobierno Vasco fracturaron por completo la sociedad y nos pusieron cerca de esa comunidad dividida en dos bandos, a la que siempre aspiró el nacionalismo más extremista”. La fundación ha añadido que, “en ese escenario, la violencia no cesó”, ya que “durante la tregua, la continuidad de la kale borroka se dispuso como complemento recordatorio de que, en ausencia temporal de terrorismo, la coacción y la amenaza seguían presentes, y dirigidas contra quienes no se sometían al dictado del momento: paz por soberanismo”.

Después, la tregua, según ha añadido la fundación, “el terrorismo regresó y lo hizo insistiendo en la estrategia llamada de socialización del sufrimiento ensayada desde hacía un lustro”. De esa forma, ha recordado los asesinatos “de gran impacto” como los de Fernando Buesa, Jose Luis López de Lacalle, Jesús María Pedrosa, Jose Mari Korta, Ernest Lluch, así como los atentados fallidos contra José Ramón Recalde o Eduardo Madina, entre otros.

Todo ello, según ha destacado la Fundación Fernando Buesa, “sin cesar en los ataques y asesinatos de representantes de esa parte de la sociedad que se pretendía invisibilizar y hacer callar concejales, representantes políticos, magistrados, policías, periodistas, intelectuales” “Aquellos nefastos años que alumbró el nuevo siglo fueron de dolor y amenaza, de una impresión constante de desplome de las bases sobre las que se podía soportar una sociedad habitable, una comunidad compartida”, ha añadido.

No obstante, la fundación ha destacado que “la capacidad de resistencia de aquella sociedad, de sus miembros más decididos, junto con una respuesta política, judicial y policial, hicieron también de ese temible instante el inicio del final, porque aquel fue, a la vez que el repunte de una extraordinaria violencia terrorista, el principio del final de ETA”.

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