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“La transparencia ha sido el punto fuerte en la respuesta a la pandemia”, se felicita el Gobierno de Urkullu

Sagardui, Urkullu y Murga

Iker Rioja Andueza

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En su informe de balance de dos años de la pandemia en Euskadi, el Gobierno vasco estima que ha ofrecido más de 200 ruedas de prensa sobre la COVID-19 en Euskadi, a las que se suman otras comparecencias no relacionadas directamente con el coronavirus pero en las que se han ofrecido también explicaciones. El Labi -la mesa de crisis que ha pilotado las sucesivas olas de la emergencia sanitaria- se ha reunido en 38 ocasiones y ha habido 39 campañas institucionales con información sobre la evolución de las restricciones o de la vacunación. La actual consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ha pasado 30 veces por el Parlamento. “La información y la transparencia han constituido puntos fuertes de la estrategia de respuesta del Gobierno vasco frente a la pandemia. Se ha ofrecido toda la información disponible en tiempo real”, se felicita el Ejecutivo sobre su gestión, a la que pone buena nota a pesar de algunos momentos de críticas por parte de la oposición en el Parlamento o de mensajes contradictorios en materias como el pasaporte COVID o incluso sobre las mascarillas, que al principio fueron denostadas y luego se convirtieron en imprescindibles.

No obstante, el Gobierno de Iñigo Urkullu plantea que existe margen de mejora en algunos aspectos, como que “debe reflexionarse sobre la pérdida de fuerza que con el paso del tiempo tienen la información y las campañas en una crisis tan prolongada”. “Es algo que se ha podido constatar en los últimos meses coincidiendo con la sexta ola. Entre los factores que pueden influir en esta pérdida de eficacia comunicativa pueden situarse la fatiga pandémica, la saturación informativa y el cansancio social y personal, o también la disparidad de criterios expertos sobre la interpretación de la situación o la conveniencia de unas u otras medidas”, se puede leer en el documento, en el que se alerta del “choque entre la información institucional y cualquier otra opinión” que a veces aparecen “a la par” ante la opinión pública.

El Ejecutivo cree también que no ha conectado con los jóvenes. Siente que existe “dificultad de adaptar y hacer llegar las campañas y la información a los códigos de comunicación de las personas más jóvenes”, a los que ve como “el sector menos perjudicado por la enfermedad pero el más afectado en su desarrollo vital por las limitaciones”. “El ámbito de las redes sociales permite un mayor recorrido comunicativo”, razona. Con todo, el Gobierno remarca que sus mensajes han funcionado por “el alto grado de comprensión, apoyo y cumplimiento de las medidas preventivas” que se han ido cambiando y por la “magnífica respuesta ciudadana al proceso de vacunación”.

Destaca el Gobierno que “en total se han editado 470 boletines en dos años” con datos epidemiológicos. “Esta publicación ha ofrecido una radiografía diaria completa de la situación epidemiológica y del impacto hospitalario”, se incide. Ahora bien, su formato ha ido variando con el tiempo. De una difusión diaria se ha pasado a hacerlo dos veces a la semana desde hace meses (llegó a ser solamente uno antes de ómicron). Además, desde que acabó la primera ola se limitó la información de los fallecimientos. Ahora se informa de ellos una vez por semana y de manera no completa. Hace meses, por ejemplo, que no hay datos de la mortalidad por territorios o municipios, que sí estaban disponibles en el inicio. Se han enviado también 134 boletines de vacunación y ha existido también otro sobre el impacto de la pandemia en las aulas. “Cuando se enfila el primer cuarto del siglo XXI, una clave determinante en la sociedad actual y ante una crisis como ésta es la gestión de la información y la transparencia, tanto en la descripción de la situación como en la divulgación de las respuestas y de sus razonamientos. El empeño del Gobierno vasco, durante estos dos años, ha sido llevar el compromiso con la información y la transparencia al 100% de su capacidad”, se congratula la memoria gubernamental.

Baile de portavoces

En estos años lo que sí ha habido es un baile de portavoces. Salvo el lehendakari, Iñigo Urkullu, el resto de caras visibles han cambiado. Y en ocasiones más de una vez. La consejera de Salud en marzo de 2020 era Nekane Murga y desde septiembre de ese año lo es Gotzone Sagardui. El portavoz del Gobierno era Josu Erkoreka y ahora es Bingen Zupiria. Salud ha intentado contar también con un portavoz propio, una suerte de Fernando Simón a la vasca. Pero ninguna fórmula ha cuajado. Probó en la primera ola con Mikel Sánchez, un cargo que continúa en el Gobierno en un muy discreto segundo plano. Desde la segunda ola la cara visible era Ignacio Garitano, que dimitió en la Navidad de 2020. Se experimentó con el tándem José Luis Quintas-Koldo Cambra, pero sus intervenciones públicas fueron muy pocas.

Y ha habido más cambios. El director general de Osakidetza, Juan Diego, dejó paso a Rosa Pérez Esquerdo. En Salud Pública desapareció Juan José Aurrekoetxea y asumió el cargo Itziar Larizgoitia. El 'número dos' de Murga, Iñaki Berraondo, se jubiló en medio de la pandemia pero continuó en la sala de mandos con el rango de asesor. Entre agosto de 2020 y octubre de 2021 emergió como “coordinador” de la mesa “científico-técnica” que asesoraba al Labi Jonan Fernández, durante años responsables de Derechos Humanos en el equipo de Urkullu. Tampoco continúan en el Gobierno quienes eran responsables de Seguridad o Educación en el arranque de la crisis, Estefanía Beltrán de Heredia y Cristina Uriarte.

El Ejecutivo se queda con que, al menos, el Labi se ha convertido en una referencia. “Desde el punto de vista social e informativo, el Labi ha sido un referente reconocible. Su funcionamiento ha sido no sólo conocido, sino previsible, ordenado y transparente. Los dictámenes de la comisión científico-técnica han servido de base a las resoluciones del consejo asesor. Las decisiones adoptadas fueron comunicadas de inmediato en comparecencias ante los medios, publicadas en el BOPV y divulgadas en anuncios en prensa escrita”, se destaca. Y se añade: “El Labi ha constituido un espacio de diálogo y consenso que ha contribuido a esta dinámica de concertación entre ayuntamientos, diputaciones forales y Gobierno vasco. Esta coordinación constituye una buena práctica que merece ser destacada”. En él se ha sentado también el delegado del Gobierno de España en la comunidad autónoma, Denis Itxaso, que fue nombrado justamente el día en que aparecieron los primeros positivos. Tan es así, que Urkullu ha parecido querer replicar el modelo del Labi con la crisis abierta por la guerra en Ucrania.

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