Combatir desde el cielo llamas de 30 metros de altura con 6 toneladas de agua

Llamas de más de 30 metros de altura, 6 toneladas de agua en el depósito del avión y a 250 kilómetros por hora, el 43º Grupo de Fuerzas Aéreas del Ejército del Aire calienta motores para afrontar la lucha contra los incendios forestales 2019, una campaña, a priori, dura tras un invierno muy cálido y seco.

Desde el 1 de junio y hasta el próximo 31 de octubre, más de 150 profesionales del 43 Grupo, junto con la Unidad Militar de Emergencias (UME), participarán -de manera directa o indirecta- en sofocar los fuegos que el año pasado calcinaron un total de 25.162 hectáreas en más de 7.000 siniestros a lo largo del territorio.

Para ello, el 43º Grupo dispone de 18 aviones (14 aviones Canadair y 4 Bombardier 415) en los que apenas tardan 12 segundos en cargar 6 toneladas de agua y aproximadamente unos dos en soltarla sobre la zona afectada por el incendio.

La unidad “ya está preparada para afrontar esta temporada”, ha explicado Francisco Javier Gimeno, teniente de la compañía, para incidir en que la escasez de lluvias invernales ha propiciado que la vegetación de los montes no disponga de la suficiente humedad relativa ambiental, lo que condiciona la extinción de los fuegos.

“Ha sido un invierno seco y podríamos estar ante una campaña contra incendios dura, ojalá me equivoque”, ha enfatizado el teniente.

A la hora de calificar su trabajo, Gimeno ha preferido definirlo como una labor que demanda una “alta concentración”, antes que “peligrosa”, debido, entre otros factores, a que gozan de una excelente y continuada preparación con la que afrontan su trabajo con enorme seguridad.

Sin embargo, su unidad tiene una de las tasas más altas de mortalidad del Ejército del Aire ya que son misiones arriesgadas en las que normalmente se realizan maniobras contraindicadas en la aviación.

“Un avión de pasajeros vuela muy alto y rápido y disponen de más tiempo para analizar una emergencia, pero nosotros volamos muy bajo y despacio, lo que hace que los momentos críticos sean muy arriesgados”.

Base en Madrid, y siete destacamentos

La unidad dispone de una base en Torrejón de Ardoz (Madrid) aunque durante la campaña, y para estar más cerca de los incendios que puedan surgir, se despliegan 7 destacamentos más: Santiago de Compostela, Salamanca, Zaragoza, Pollensa, Albacete, Málaga y Badajoz con el fin de alcanzar cualquier punto peninsular en apenas 1 hora.

“El tiempo máximo legal para estar en el aire desde que se produce una alerta es de una hora, aunque normalmente siempre salimos antes de ese plazo”, ha señalado.

El avión, ocupado por dos pilotos y un mecánico de vuelo, suele llevar unos 6.000 litros de agua que normalmente recargan en 600 puntos diseminados por todo el territorio como pantanos, playas, rías o cualquier superficie con agua que tenga una longitud de más de 1 kilómetro y que acoja la envergadura del avión -30 metros-.

“La efectividad de una descarga depende de la altura y del tipo de fuego; si el incendio es grande conviene arrojar el agua más cerca para que no le dé tiempo a evaporarse, pero si está más apagado, se suelta a una altura mayor para abarcar un área mas grande de tierra”.

Ha recordado la campaña de 2017 como “una de las más fuertes vividas”: los grandes fuegos de Galicia y Portugal dejaron un elevado número de víctimas y miles de hectáreas calcinadas, pero ha reconocido que la colaboración internacional, sobre todo en el país vecino, le produjo una grata sorpresa.

España es referente a nivel mundial en la lucha contra el fuego debido a que por suerte o por desgracia “el clima mediterráneo, con grandes episodios de calor, ha propiciado una alta especialización para combatir los fuegos”, lo que ha llevado a que numerosos países apliquen nuestras técnicas.

Gimeno ha destacado el interés del 43º Grupo en conectar con la sociedad a través de las redes sociales y para ello cuelgan sus hazañas en Instagram donde cuentan ya con casi 30.000 seguidores.