“La verdadera revolución de las renovables no vendrá con las megaplantas solares, será el autoconsumo”
Grandes megaproyectos de plantas solares se extienden por la región. Ocupan el equivalente a cientos, e incluso miles, campos de fútbol.
La Junta lo define como una ‘revolución energética’ que aumenta con el desembarco de energías como la fotovoltaica, que cuadriplicará su potencia a lo largo de 2020 en Extremadura.
La agrupación extremeña de empresas dedicadas al sector, el Clúster de la Energía, considera positivo el fomento de las renovables, aunque incide en que la verdadera revolución no vendrá de la mano de las grandes plantas solares, será el autoconsumo.
Lo definen como el verdadero aliado del crecimiento económico de la región, que democratiza la producción eléctrica y fomenta la creación de un nuevo tejido empresarial de pequeñas y medianas empresas, las que sustentan la economía de Extremadura.
Beneficios de una planta familiar
Vicente Sánchez, presidente del clúster, defiende que cada nueva instalación de autoconsumo “es mucho más amplia, social y equitativa” que cualquier gran proyecto que instalan las multinacionales eléctricas.
Anima a calcular el impacto que hubiera tenido la instalación de 700 megavatios repartidos en pequeñas instalaciones de entre 3 ó 5 MW diseminadas a lo largo de toda la región.
Podría generar una pequeña red local de almacenes, distribuidoras o incluso investigadores encargados de desarrollar la tecnología para clientes de Extremadura y hacia el exterior.
A ello hay que sumar el ahorro para el bolsillo de las familias y las industrias que apuestan por las fuentes limpias de autoconsumo, con las que pueden ver reducida la factura eléctrica hasta en un 60 por ciento.
Los mega proyectos
En el lado opuesto sitúa a los proyectos 'faraónicos', cuya tecnología viene de fuera, principalmente de China, y sus beneficios se van al exterior del mismo modo. Más allá de los ingresos que puede obtener un ayuntamiento vía impuestos la planta no genera empleo cuando concluye su construcción, explica Vicente Sánchez.
La realidad a la que apunta es que una gran planta que genera 400 trabajadores en el mayor pico de necesidad de mano de obra termina con una veintena de empleados el resto de su vida útil, los cuales se encargarán de las labores de mantenimiento.
Son propiedad de las grandes agencias mundiales, multinacionales y fondos de inversión que se han pasado al negocio de las fuentes renovables y copan hasta el 70 por ciento de este sector en auge, advierte el responsable del clúster.
De modo que el cambio de un modelo energético a otro, por ejemplo de las nucleares al solar, no garantiza un proceso de democratización por sí mismo. El mercado sigue estando en sus manos.
Con esta reflexión quiere reivindicar que la 'verdadera' revolución se produce con la intervención del ciudadano en el proceso, como productores de su energía y también exportando a la red eléctrica aquella que no consumen.
El autoconsumo en Europa
El autoconsumo supone una apuesta de futuro presente en las agendas de los países de la UE. Más del 80% de las nuevas instalaciones solares de Alemania o Reino Unido están dedicadas a la generación de energía por parte de las familias. El país germano alberga hasta un millón de hogares con una pequeña fotovoltaica, frente a los 10.000 hogares que existen en España.
“Esto no significa que no se hagan las grandes plantas, que se desarrollen otras tecnologías más respetuosas con el medio ambiente y que hacen frente ante el reto demográfico. Pero a lo mejor nos estamos olvidándo de lo verdaderamente importante”.
Valora el acuerdo estratégico firmado en la región para fomentar el despliegue del autoconsumo eléctrico. Un protocolo que fue suscrito por la Junta de Extremadura, las dos diputaciones provinciales, la Fempex, la patronal regional y otras instituciones públicas y privadas del sector de la energía.
Entiende que este modelo puede poner ‘nerviosas’ a las grandes empresas, como ya ocurrió en el pasado con las políticas que restringieron su expansión a través del impuesto al sol que aprobó el gobierno del PP de Mariano Rajoy. Defiende que frente a los grandes 'lobbies' debe primar el interés general.
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